Si, si y si. Los cubanos en Cuba pasamos hambre, tanta hambre, pero tanta hambre, que la tenemos de todos los tipos, de todas las formas y de todos los colores.
El hambre en Cuba es una política de Estado.
Este es un tema muy serio que hay que asumir con mucha responsabilidad. La dictadura castrista puede dar todas las cifras e indicadores que les salga de las entrañas, puede engañar a organismos internacionales y comprometerlos para que hagan el ridículo con discursitos triunfalistas sobre la alimentación de los cubanos, puede jactarse del “vaso de leche para todos” y la moringa como el “descubrimiento del siglo” para tener una mente sana y un cuerpo sano, pero la concreta, la dura realidad del día a día, la croqueta de subproducto fidelista-leninista, es que muchas personas en Cuba no hacen sus tres comidas diarias, están subalimentadas o se van a dormir con el estómago vacío y sonándole como si dentro cargaran una conga santiaguera arrollando Trocha abajo.
Les juro que sé muy bien de lo que estoy hablando porque muchas veces cargué en mi interior unas cuantas comparsas de estas.
Se supone que Fidel Castro se adueñó del poder en nuestro país, el 1 de Enero de 1959, y digo se adueñó porque en la práctica democrática este sujeto no fue elegido por votación popular, para “erradicar este mal en el pueblo cubano” y cumplir la máxima antediluviana de barriga llena corazón contento, al menos eso fue lo que siempre nos prometió.
Pero mentira, esta fue otra de las burdas mentiras de este estafador del arroz con frijoles, porque la barriga usted la puede abarrotar de cualquier cosa, incluso de agua, y aun así su hambre seguirá intacta, renovada, presente, mortífera y desquiciante.
El hambre generalizada y repartida por la libreta socialista es una consecuencia del disparate administrativo y social que generó la Tropicola de Birán en Cuba. Porque desde que yo era un niño recuerdo que el hambre que pasábamos era siempre la misma, era como una aparición burlesca que nos perseguía a las escuelas, las becas, las escuelas al campo, el servicio militar, la casa, el barrio y que la dictadura de los comunistas barrigas-llenas siempre trataron de justificarla con el cuento del “bloqueo americano”.
Yo recuerdo que por los 70s, cuando estudiaba becado en la Secundaria en el campo, el hambre que pasábamos era del carajo. El menú casi diario consistía en harina de maíz, frijoles, una fritura que nunca le entendí el sabor y una mermelada que creo era de toronja. Con esa mierda crecimos y “nos hicimos revolucionarios”, trabajábamos en el campo, estudiábamos y siempre teniendo que escuchar la misma cantaleta político-ideológica de que mañana estaremos mejor y todos comeremos “sanguisi” de jamón y queso porque: “Con esta hambre y la moral segurito que derrotamos al imperialismo, qué se han creído esos hijoeputas”.
Pero los vencidos fuimos nosotros, mi generación casi completa se fue a bolina y hoy estamos desperdigados en Dios sabe cuántos países, aprendiendo que el jamón es lo más común del mundo y que no era necesaria tanta ayuna cuando la solución la teníamos nosotros mismos, en nuestra fértil tierra, en la maravilla de nuestro clima y en la inteligencia y el emprendimiento de muchísimos de nuestros paisanos.
La “fórmula revolucionaria” para el control alimentario siempre estuvo muy clara para la dictadura: “Ten al pueblo todo el tiempo con hambre y no podrán pensar en otra cosa”.
Y les funcionó, créanme que les salió de maravillas. El cubano ha estado por más de 50 años con la barriga a medio llenar o totalmente vacía, luchando qué poner sobre la mesa y que además parezca comida, inventando y estirando lo líquido-sólido para que alcance para toda la familia y disfrazando los sabores mas inimaginables para que nuestros hijos, desde muy temprana edad, no confundan la salación con lo amarguito de la vida.
¡Qué no me jodan estos comunistas de porquería! Nada tuvo ni tiene que ver el “bloqueo americano” con el desastre, la improductividad y la ineficacia de la planificación socialista, los quinquenios de sabe Dios qué cosa y las mezcolanzas disparatadas de este imbécil que, aun viendo el país destruirse, seguía arengando y prometiendo “manjares” que no los creía ni la madre que lo parió.
En la práctica del socialismo los campos cubanos se llenaron de marabú y las fábricas, que antes de 1959 producían de todo, se convirtieron en ruinas y en ejemplos de la inoperancia de estos “economistas” pandilleros, condenando a todo un pueblo a la desesperación, a la subalimentación y a la tragedia cotidiana de tener que zapatear un plato de comida para sus hijos.
Ricardo Santiago.
Eres un mentiroso, en Cuba no hay más HAMBRE que en ESPAÑA, EEUU o cualquier país capitalista, en tus queridos EEUU hay 40.000.000 de POBRES que DUERMEN EN LA CALLE Y PASAN HAMBRE, SOIS BASURA PROPAGANDISTA FASCISTA.
Yo estuve en Ceiba 6 «Yuri Gagarin» como 3 años, y después dos mas en República de Panamá!, y si tremenda hambre que pasamos, cuando daban la harina con los frijoles colorados aquellos aguados, había que mezclarlo todo y para adentro. De niño no pase hambre porque vivía en un pueblo de pescadores y siempre había comida en la mesa, pero los que no tenían esa suerte se jodieron y a inventarla. Al final como dices había que irse echando del «paraíso» aquel, se los regalo no he vuelto mas en 20 años.
Senores por favor todo esto es verdad y much triste los cubano somos las personas que mas han sufrir en el mundo por largo tiempo siempre con la Esperanza de que Dios algun dia tenga miserecordia y nos libertad porque otra cosa no hay con ese comunismo asqueroso lo unicorn que le han Dado a los cubano a sidomi hambre miseria y necesidad y triteza y separation de familia
los paises comunistas q ahora son democratas eran iguales, hambre, miseria, nesesidades, falta de libertad, etc, y no tenian embargo yanqui.
El hambre es de alimentos, de vivienda, de esperanzas, de libertad, de vestido, de cuidado de la salud, de la dentadura y la visiòn, de amistades sinceras, de honestidad, de valentìa para decir lo que piensas….en fin, de la vida que la mayorìa de los habitantes del planeta disfrutan, incluyendo los que peores condiciones materiales de vida tienen, porque disfrutan lo que los cubanos carecen en absoluto: de libertad para mejorar, para intentar algo mejor y sobre todo de esperanzas…