¿Quién no ha sido víctima de la chivatería castrista?
En Cuba chivatear es un oficio, un arte, una profesión, un “comprometimiento” con la dictadura y un gigantesco descaro de la partía de chivatones, sinvergüenzas y oportunistas que tienen los Castro para hostigar al pueblo de Cuba y sostener esa maldita revolución a base de “lengüetazos”, “echadas pa’lante” y delaciones.
La chivatería es la expresión más dañina de la sumisión a los tiranuelos, de la adoración al mentecato en jefe, del miedo al “coco” o del oportunismo nauseabundo que muestran quienes se dedican a esa labor para congraciarse con un poder que los cultiva, los mantiene y cuando no los necesita los mata, mejor dicho, los caga, o al revés, da igual.
Porque eso tienen los chivatos, empiezan a hablar y hay que darles duro por la boca para que se callen, dan tremendo asco.
A algunos esta malformación espiritual les brota del alma porque son unos hijos de puta de nacimiento, lo llevan en los genes, lo heredaron y lo van traspasando de generación en generación como si eso fuera una gracia o algo muy necesario para salvaguardar las conquistas del socialismo.
Otros se convierten en “vampiros oportunistas” como consecuencia de vivir en una sociedad que propicia la delación como forma y medio de vida y los mas imbéciles, los “gratuitos”, quienes lo hacen por amor al arte, porque aun se creen el cuento de que la “revolución es muy buena” aunque no tengan qué comer y se estén muriendo de hambre ellos y sus hijos.
La naturaleza de estos tipejos es extraordinariamente frágil, generalmente fluctúa con los poderes de turno sin importarles la ideología, las causas que defienden o “el bien o el mal”, sólo les interesa sobrevivir a costa de sus “informes” aunque tengan que calumniar a sus vecinos, compañeros de trabajo, de estudio, amigos o hasta su propia madre.
En Cuba todo el mundo sabe que sólo se llega a ocupar altos cargos en el partido, en el “gobierno”, en la dirección de instituciones, en determinados puestos de trabajo y en grandes en empresas si antes no se ha cumplido, con indecencia superlativa, una importante cuota de chivatería y de delaciones.
Los chivatos son gentuza sin salario ni comisión, lengüilargos de medio peso que actúan gratis pero causando daños enormes.
El chivato cubano o chivato revolucionario es una especie única en el mundo. Su hábitat natural son las ventanas, las hendijas de las puertas, las colas de la bodega o cualquier “tumulto” donde se manifieste el desencanto popular, las conversaciones de vecinos o amigos, los apagones, los gritos de Fidel me cago en tu madre, las redes sociales, la tristeza, el cansancio del pueblo y del exilio cubanos.
Ojo, si eres chivato en el exilio fuiste chivatón en Cuba.
El chivato cubano no tiene vergüenza, es consciente del daño que causa y aun así se esmera en sobre cumplir la producción porque le encanta las palmaditas en la espalda y: “Siga así compañero que con personas como usted la revolución dura 100 años más.”
En Cuba esta actividad es fomentada por la dictadura. La realidad es que Fidel Castro siempre supo que una de las formas de mantenerse en el poder era soportando un ejército de “escuchas” a lo largo de todo el país y allende los mares también. Se creó entonces en Cuba una epidemia de traiciones y un dale al que no te dio tan grande que los delatores se sirven de sus lenguas hasta para solucionar problemas personales.
La chivatería en Cuba también es directamente proporcional a la envidia que sienten algunos por el prójimo.
Pero cuidado, este es un tema muy serio, el daño causado por esta lacra ha sido y es incalculable, miles de cubanos fuimos y somos víctimas de estos sujetos, nos han tronchado planes importantes, nos han comprometido en situaciones desagradables y hasta, en muchas ocasiones, les ha costado la libertad y la vida a un montón de compatriotas.
La chivatería es el alma de la dictadura castro-comunista, es parte indisoluble de su materia orgánica, de su raíz y de su esencia, tan dañina como ella misma y tan perversa como quienes la auspician y la ejecutan.
Dice mi amiga la cínica: “Se puede ser feo, eso no es ningún problema, pero feo, cederista, chivato, miliciano e hijo ‘e puta sólo si te cagó el diablo de Birán”. A mí no me crean.
Ricardo Santiago.
Hay herencias excelentes, buenas, mediocres y horribles, en esta última clasifican los Castros. . quienes desde el propio vientre de la madre elucubraban como fastidiar a los demás.
Con ese pensamiento dantesco fueron creciendo en el remoto Birán, lúgubre sitio que les fue alimentando un odio visceral.
Necesitaban un engendro y ya en la Sierra surgen aquellos pusilánimes que se encargaban de ciertas » tareitas».
Al secuestrar el pais, les fue más fácil… CDR, FMC… después Comité Central y MININT, pero estos últimos con una categoría superior y prestos para vigilar a sus propios «cuadros».
Los CDR, y demás le siguen sirviendo, pero querían mucho más, entonces aquel gen de la Sierra lo adiestraron hasta convertirlo en la mejor de sus chapucerias : los chivatos, con sueldos o sin él
Éstos acechan, vigilan, especulan y difaman acerca de familiares, amigos, vecinos, y demás, sin un mínimo de rubor.
Son lacras que el comunismo necesita para mantenerse en el poder, masacrar, torturar, vigilar…
No dejan de ser especímenes rabiosos, envidiosos, oportunistas y miserables.