El castro-comunismo no trajo la corrupción a nuestra Patria, eso es verdad, pero sí la generalizó, la difundió, la nacionalizó, la amasó y la acuñó porque es uno de los rasgos más representativos de ese abominable sistema de gobierno.
La Revolución, que es Fidel Castro en sí misma, y sus secuaces más cercanos co-autores de ese engendro, son corruptos en su esencia, son los responsables directos de la podredumbre moral y económica en que se ha convertido Cuba en los últimos 50 años y son los mayores accionistas de una “industria” que desangra el erario nacional y la esperanza de los cubanos de vivir en un país de transparencia y actitudes decentes.
Le tomará mucho tiempo, años, muchos, poder sanear esta terrible y lasciva conducta a las generaciones de cubanos que les toque recomponer nuestra patria y devolverle el sentido de democracia real que una vez tuvo.
Según la Organización para la Transparencia Internacional en este 2016 Cuba ocupa el puesto 56 del ranking de percepción de corrupción formado por 167 países. Una vergüenza para un gobierno que dice administrar el país con decencia, equidad y “justicia revolucionaria”.
En todos los países del mundo, de una forma u otra, hay corrupción.
“Corrupción es la acción y efecto de corromper (depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir, dañar).”
“Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio; además de los sobornos, el tráfico de influencias, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad, y el despotismo. La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero, y la prostitución ilegal; aunque no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes.”
Antes de 1959 en Cuba había corrupción pero esta se manifestaba a niveles de gobierno y grandes empresas fundamentalmente, a ningún bodeguero se le ocurría “tumbarte” en el pesaje del arroz o a una dependienta de El Encanto o Fin de Siglo alterar los precios de los productos en venta y “morder” al cliente con un sobreprecio, eso era impensable.
Fidel Castro sumió a la nación cubana en una profunda y eterna crisis económica, física y moral. La destruyó con sus locuras y sus inventos de doctrinas inservibles e inaplicables, traspasó a la fuerza todos los límites de la decencia obligando al cubano a creer en una ideología que le era totalmente ajena y, mediante el terror y otros métodos de corte fascista, generalizó la doble moral como método de subsistencia en una sociedad donde: “siempre hay un ojo que te ve” y “quien no roba no come”.
La corrupción hoy en Cuba es una forma de vida, el cubano ha terminado por aceptar que donde quiera que vaya “le roben o robe”, desde un simple trámite oficial hasta cuando compra un cucurucho de maní a un vendedor ambulante, es terrible pero es una necesaria adaptación orgánica para lograr sobrevivir en un país donde todo se ha vuelto turbio y donde el gobierno es el máximo responsable y su mayor gestor,
Los mayores escándalos de corrupción en Cuba los han protagonizado funcionarios y dirigentes del partido comunista y del gobierno de los Castros, mientras mayor jerarquía han tenido más grande y más sonada han sido sus actividades corruptas. Menos Fidel, Raúl, sus familiares directos y los históricos “que son impunes a los juicios por corrupción”, todos los demás secuaces están en el pico de la piragua para servir de escarmiento cuando los tránsfugas en jefe quieran dar un ejemplo de “transparencia revolucionaria”.
Recientemente leí una noticia que comentaba que mientras el ciclón Mathew destrozaba el Oriente de Cuba Mariela Castro remodelaba su nueva mansión en la capital habanera.
¿Son corruptos los Castros?