Y yo diría más, aseguraría, con total conocimiento de causa, porque lo veo a diario en cualquier parte, es decir, en las redes sociales, en cada esquina de mi barrio y hasta en la vida misma, que a nosotros, los seres cubanos, nos cuesta mucho trabajo, se nos hace casi imposible, desprendernos, arrancarnos del cuerpo y del alma, el castro-comunista que, con tanto adoctrinamiento, nos inoculó hasta el tuétano, hasta donde dice made in bolsa, esa maldita tiranía o esa defecación presencial nombrada la revolución de los apagones más largos del mundo.
Yo aseguro que son muy pocos los cubanos que se salvaron de tamaño genocidio mental. Me atrevería a confirmar que un gran por ciento de nosotros es víctima segura de esa perversa enfermedad, es decir, el síndrome fidelista de hablar mierda y “disertar” sobre cualquier tema sin tener conocimientos reales, de emitir juicios sin saber de lo que se está hablando y de apuntalar ideas sin que tengamos ni la más puñetera cultura del perrito caliente, de la pizza hawaiana o de meternos de cabeza en una tina de agua con hielitos.
Pero así somos y así andamos por el mundo de grandilocuentes, de exagerados, de chovinistas y de críticos de actos y de acciones ajenas cuando, por pura necedad, por solvente brabuconería o por un exceso de pendejismo aventurero, le otorgamos a otros epítetos y características que nada tienen que ver con ellos, que no son ciertos y que solo ayudan a crear falsos estados de opinión para “beneficiar” a terceros.
La cruda realidad del cubano, como nación, es que aun no despierta del amargo letargo en que nos sumió el castro-comunismo. Somos una “raza” necia, obtusa, manipulada y adoctrinada sobre la base de una ideología que desprende odio, que emana envidia por los cuatro costado y que se deleita en el maltrato al ser humano y cubano porque no tiene fe en el futuro, porque no tiene conciencia y porque le va más la destrucción, la muerte y los fantasmas, que la construcción, la vida y los seres vivos.
Y es lógico, es muy difícil escapar a esa bazofia programada de yo amo a la revolución, amo a fidel y amo a raúl, el general de la pamela, cuando todo el mundo sabe, porque la historia lo ha demostrado con creces, que raúl castro es cherna, que el amor de los seres humanos, insisto, y cubanos, no puede ni debe ser destinado a ideologías, a caudillos, a líderes, a criminales, a ladrones, a oportunistas y a asesinos.
Pero nosotros retomamos el adoctrinamiento por donde lo dejamos aun escapando de aquel maldito infierno “socialista”, nos esforzamos en mantener viva la llama del hombre nuevo-nuevecito programado y meticulosamente diseñado para adorar caudillos, para enaltecer a jerarcas de la muela bizca y para adorar a oportunistas que nos utilizan, nos manipulan y nos sodomizan intelectualmente, para que les sirvamos en sus depredadores deseos, en sus macabros planes de apoderarse de la fórmula del agua tibia y en la cogioca universal de llenarse los bolsillos con nuestra sumisión, con nuestro analfabetismo intelectual y con nuestra comemierdería.
Yo quiero hacer un llamado de atención a esos tantos “mambises” de las redes sociales que se dedican, sin el menor pudor ni el más mínimo conocimiento, a intentar crear cabecitas de playa con comentarios tan absurdos, banales y estúpidos, como que si a mi no me gusta tal o más cual “opositor” porque soy un agente del castrismo, un espía sembrado en el corazón del “exilio” para dividir a sabe Dios quién o alguien que ataca a todo aquel que se enfrente a la dictadura castro-comunista porque es del G-3.
Hay que ser muy imbécil y estar muy adoctrinado por el 26 de Julio, para contrarrestar opiniones con semejantes argumentos. Hay que ser muy pichón de comunista para agredir a otros sin conocimiento de causa y hay que ser muy pazguato, tanto hombre como mujer, para enjuiciar, con semejantes calificativos, a quien, con todo su derecho, con toda responsabilidad y con total libertad, expresa que este o aquel “activista” es un oportunista, que este o aquel “opositor” no le gusta y que este o aquel “libertador” de Cuba es, a su juicio, un farsante y un enemigo de la libertad.
Desgraciadamente, en el contexto de las redes sociales, se ve y se encuentra todo, todo mezclado. La independencia de Cuba, para infortunio nuestro, para el de los cubanos serios, está sustentada hoy en quien más grite, en el que más aletee y en el que más se quiera parecer a fidel castro cuando es evidente, cuando todo el mundo sabe, que tales personajes solo están detrás del dinero.
Ricardo Santiago.