No nos dejemos engañar y no permitamos que otro crimen quede impune, al menos alcemos nuestras voces para denunciar, nombrar y reconocer al único y máximo responsable de la tragedia, el dolor, las desgracias y el sufrimiento de los cubanos.
La dictadura castrista engrosa, aumenta, desborda su larga lista, pero larguísima lista, de infortunios en Cuba debido a su negligencia, la corrupción que provoca con su inutilidad, la miseria que ha impuesto en la vida de tantas personas, la destrucción en que ha sumido la infraestructura nacional, la subvaloración que profesa por el pueblo y, sobretodo, por esa desmedida incompetencia que demuestra en la “administración” de un país al que ha hundido en la más absoluta indigencia tanto física como espiritual.
Hace unos meses los “ejecutivos” de la ilegalmente nacionalizada Línea Aérea Cubana de Aviación anunciaron que la Compañía estaba en crisis por el desastre operativo en que se encontraba su parque de aviones. Era cuestión de tiempo que una catástrofe, como la sucedida recientemente, donde perdieron la vida más de cien personas, sucediera.
Por todos es sabido que el régimen totalitario y dictatorial anclado en Cuba, desde el 1 de Enero de 1959, compra barato, muy barato, y vende caro, muy caro, con el único propósito de “engordar” las arcas del partido comunista para financiar toda esa asquerosa propaganda de Cuba sí, yanquis no, y los bolsillos personales de la jerarquía, mejor dicho, de la selecta jauría de criminales, asesinos, delincuentes y ladrones que conforma la nomenclatura de esa putrefacta revolución fidelista.
Porque en la práctica real, en la vida cotidiana, las ganancias multimillonarias que generan esa fascista mentalidad de la mínima inversión para producir enormes dividendos, en detrimento de la calidad, la durabilidad, la eficiencia, el sabor y el confort de los servicios prestados, el cubano, el pueblo humilde de Cuba, no las ve, no las siente y no las disfruta porque el castrismo nos trata como ciudadanos de quinta categoría, una práctica habitual que se extiende a 60 larguísimos años.
Los seres humanos actuamos con pavor ante la espectacularidad de las tragedias y es natural, nos estremecen y nos remueven las fibras desde lo más profundo de nuestras conciencias. El cubano por naturaleza es muy solidario y siempre reaccionamos haciendo nuestro el dolor ajeno, afortunadamente aun no hemos perdido ese rasgo distintivo.
Pero pasa que en Cuba el castrismo tendió sobre nuestras vidas el manto de la muerte silenciosa que cobra infinitas vidas a diario y que muchas de ellas pasan inadvertidas porque vivimos sumidos en la vorágines de la cotidianidad o encontrando justificaciones en causas externas cuando el único y máximo responsable es el régimen castrista con sus políticas dictatoriales.
En Cuba mueren personas diariamente en situaciones que son absolutamente evitables y que van desde el mal estado de las calles y carreteras, la involución automotriz de la nación cubana, la desmesurada desproporción entre pasajeros y vehículos de transporte, la insanidad en la distribución y venta de los alimentos que provocan cientos de enfermedades, la falta de higiene en los hospitales y servicios médicos-asistenciales, el stress generado por la desesperación cotidiana, la mala calidad de la infraestructura habitacional del país, la violencia ciudadana multiplicada por un país en permanente crisis económica y muchísimas causas más que harían esta lista interminable.
Como siempre el castrismo intenta culpar a su primo-hermano el “bloqueo” del reciente desastre en la aviación, algo que no nos debe sorprender porque esta ha sido siempre la justificación de esos esbirros de la decencia para intentar tapar los crímenes que a diario comenten en Cuba y de los que ellos son los únicos responsables.
Todos los cubanos necesitamos justicia, los muertos, los muchos muertos que empezaron a “morir” en Cuba desde antes del 1 de Enero de 1959 por la desesperación dictatorial de fidel castro, y los vivos, los muchos vivos que sufrimos en “vida” el escarnio y la malevolencia de una tiranía que asesina lentamente “la vida” pues lo único que hace bien, muy bien, es destruir el país y provocar con su raquitismo mental que se hunda la patria en el lodo de la inoperancia socialista y las ambiciones de un grupúsculo de delincuentes comunistas cada vez mas “gordos y más ricos”.
Ricardo Santiago.