La dictadura castrista, sus celebraciones políticas y la cerveza de pipa. (II)

La dictadura castrista es enferma a celebrar cualquier cosa, a organizar conmemoraciones, actos solemnes, entregas de diplomas y medallas, motivitos para agasajar a los vanguardias y cuanto fetecún les sea útil para reafirmar que la revolución del picadillo marcha por la senda victoriosa y que ahora sí, después que nos tomemos estos “lagues”, vamos a enderezar este socialismo que se nos está jorobando un poquito pa’ la derecha.
Es verdad. Los cubanos nos hemos tenido que tragar ese socialismo aplaudiendo, cantando, haciendo un minuto de silencio, bailando, llorando, desfilando y tomando mucha agua de la pila o, cuando más, tibores con cerveza de pipa y con Los Karachi sonando “De Cabinda hasta Cunene un solo pueblo”, a to’ meter, o la otra con su cancioncita cancina de que a los héroes se les recuerda sin llanto.
Yo siempre digo que la desgracia para nosotros los cubanos empezó cuando fidel castro manipuló la fecha del “triunfo” de esa “revolución” para hacerla coincidir con las festividades por el año nuevo, obligándonos a romper con esa hermosa tradición y dejarnos una muy política, pero muy política: “esperar un nuevo aniversario del triunfo de la revolución” con sus arengas incluidas, la cantadera del himno en plena borrachera y los viva fidel y viva la caldosa de raúl.
Era tanta la ceguera y la bobería patriotera que nos dominaba por aquellos primeros años que nos dejamos cambiar el puerquito de fin de año por un marranito miliciano y comunista que parecía lo mismo pero que nunca supo igual.
Por supuesto todas las festividades con carácter religioso como las Navidades, días de Reyes, etc., fueron suprimidas del calendario y de la mente de los cubanos porque la revolución ni podía darse el lujo de creer en el “viejito patillu’o” con su bolsa de regalos, ni en los tres Reyes Magos repartiendo alegrías a los niños. “No compañeros, la patria de ahora, el hombre nuevo y la cerveza de pipa tienen que ser como el Che, bien claritos y transparentes como la guachipupa revolucionaria”.
Hasta el Día de las Madres lo incluyeron en ese carnaval de la politiquería con aquel famoso cake de la bodega, a uno por núcleo, y que según la mujer de la oficoda, militante del partido, era el esfuerzo de la revolución para entregarles a las madres cubanas…
Hoy voy a confesar públicamente que toda mi vida tuve problemas de memoria y que aprenderme los lemas y las canciones revolucionarias me costaban un trabajo del carajo. Recuerdo que cuando a mi grupo le tocaba hacer el matutino en la escuela yo sufría como un condena’o porque siempre se me olvidaba la frase que tenía que decir, no sé si por los nervios o la vergüenza, y aquello terminaba en un relajito tremendo porque, según me acusaba la presidenta del colectivo estudiantil, era como si a la bandera se le callera la estrella solitaria. Horrible. ¡Éramos tan inocentes!
Pero bien, la realidad es que la dictadura de los castro no deja pasar un hecho histórico, un acontecimiento en que se vea envuelto el nombre de Cuba, una gotera en el techo, una fecha “simbólica”, una agresión imperialista, un patriota viajando por el espacio sideral, la visita del distinguido, la zafra de los 10 millones, el matrimonio gay, los cinco espías y un tarro, la creación de cualquier cosa y la colocación de la primera piedra para la construcción de la fábrica de raspaduras socialistas, para instalar, de corre-corre, como es habitual en ese régimen, las tribunas, los micrófonos, las banderitas con estrella solitaria incluida y las cornetas altoparlantes para que el mundo entero oiga que esa revolución se menea como el agua en la batea.
¡Ay Cuba carajo! ¡Qué dolor y qué vergüenza tanta mierda política! ¡Cuánto tiempo perdido en porquerías y en estupideces! ¡Cuánto aplauso derrochado y cuanta sed al resistero del sol!
Yo digo que si sumamos el tiempo empleado en todas las actividades y conmemoraciones del castrismo en estos 60 años, una detrás de la otra, esa dictadura ha invertido unos 40 años de su existencia en el bla, bla, bla y en el mueve tu cinturita mami en vez de dedicarse a producir valores, riquezas, confort y bienestar para los cubanos.
Muchos me preguntarán qué tiene que ver la cerveza de pipa en todo esto y yo les respondo que no sé, que lo único que les puedo decir es que da un dolor de cabeza del carajo y, a lo mejor, es por eso que los cubanos andamos medio trastornados por el mundo.
Ricardo Santiago.