La estupidez humana: El monstruo que devoró al pueblo cubano.

Yo, ahora, pensando, hoy 4 de Julio del 2025, que muchos cubanos en Estados Unidos, residentes, ciudadanos o “aves de paso”, celebran con mucha alegría y abundantes féferes, incluyendo las muy americanas hamburguesas, los clásicos hot dogs, cervecitas heladas y refresquitos fríos pa’ los muchachos, un día de la independencia que tiene más de doscientos años, mientras en Cuba, un pueblo entero, se prepara, se desilusiona y se estremece de angustia, para darle, supuestamente vítores, a un 26 de Julio, una fecha impuesta a la fuerza como un acto independentista pero que no fue otra cosa que una acción terrorista donde murieron muchísimos cubanos.

Claro, es muy fácil, desde este exilio gracias a Dios, sentado o acostado sobre un sofá calientico y cómodo ubicado en mi rincón de pensar, iluminarme con la verdad pues el acceso a la información, que de más está decir que no se le niega a nadie, me muestra con datos, me ilustra con hechos y anécdotas contadas por participantes en la sangrienta contienda, me esclarece con verdades incuestionables y me ilumina para que no repita las sandeces que me inocularon en el cerebro allá en Cuba, que fidel castro, gestor de la macabra asonada terrorista, el muy cobarde ni participó, envió primero a quienes le creyeron su gran estafa mientras el muy pendejo, el muy rata, se escondía en un cañaveral en cuatro patas.

Pero no es de historia de lo que quiero hablar hoy, lo que en realidad quiero soltar de un tirón porque me está quemando por dentro, es cómo y porqué, nosotros los seres cubanos, como pueblo, como nación, como país y como sociedad, nos dejamos engañar así tan de mansa paloma, cómo hemos admitido por tantos años que el 26 de Julio es un día para festejar y cómo y porqué continuamos haciéndole el juego a la dictadura castro-comunista alzando banderitas tintas en sangre y dolor, moviendo la cinturita mami y sonándonos un aberrante discurso, de cualquier mequetrefe del partido comunista, arengándonos por las “victorias” obtenidas y porque el socialismo avanza y a “ellos” les duele.

Y es en este punto donde quiero detenerme, los cubanos llevamos más de sesenta y seis larguísimos años adorando a un monstruo, tenemos la escalofriante cantidad de sesenta y seis veranos soportando que nos vinculen al crimen, a los asesinatos, al robo y a la destrucción de la historia de Cuba con un hecho fantasmagórico, con una mentira cruel y amarga y con el disgusto de familiares que, ese nefasto día, perdieron a sus hijos, a sus hermanos, a sus padres, a sus esposos o a sus amigos.

Porque la estupidez humana no tiene, no conoce límites. Por desgracia para nosotros los mortales es así, va más allá del razonamiento y de la inteligencia pues se mete en las entrañas de los hombre y de las mujeres, las corroe, las contamina, las pudre y no nos deja pensar, no nos permite un tiempo, un mínimo tiempo, para procesar ideas y nos deja a merced de las manipulaciones, de los adoctrinamientos y de la virulenta maldad de los oportunistas.

Pero lo más jodido de todo es que nosotros los seres cubanos tenemos nuestro real Día de la Independencia y nos hemos cagado, literalmente, en tan importante fecha, nos pasamos por el forro tan ilustre efemérides por tal de congraciarnos con un socialismo que no nos dio ni hamburguesas, ni perritos calientes, ni cervezas frías o calientes y ni una guachipupa pa’ los niños que tienen sed, apiádate de ellos por tu madre.

Yo digo que a nosotros los seres cubanos la estupidez nos dio fuerte, la irracionalidad como dogma social nos sedujo hasta las neuronas de pensar y nos tiene, en un alto por ciento de nosotros, como peleles de muchos discursos que, si usted los analiza bien, son una copia al carbón de lo mismo con lo mismo pues están diseñados para encumbrar a unos pocos, para beneficiar a un buchito así de sinvergüenzas, mientras el ser cubano de a pie, el hombre cubano y la mujer cubana que tienen que ir a pie pujilateando la vida para salvar a sus hijos, se mueren, se caen redonditos en medio de la calle, sin su verdadero “4 de Julio”.

Los cubanos tenemos que rescatar muchas cosas y poner otras muchas, más de la cuenta, en el lugar que les corresponde si queremos ser respetados como país, como nación, como “raza” y como comunidad. Una verdad del tamaño de un “fuego artificial” y, esto lo digo rasgándome el alma con cicatrices incluidas, tenemos que salvar y proteger el pedacito de cerebro que aun nos queda sano para tener un verdadero Día de la Independencia, como Dios manda, se me hace la boca agua…

Ricardo Santiago.

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