La Habana, hoy, es una ciudad que agoniza. En realidad La Habana es una ciudad que está agonizando, secándose, languideciendo, pudriéndose y muriendo desde el 1 de Enero de 1959.
Las imágenes no mienten. Están ahí. Quien intente disimular los horrores de esa guerra sin metralla, sin bombas, sin tiros y sin “misiles” que hemos vivido los “habaneros” junto a nuestra otrora bella, bellísima, ciudad, en estos 60 larguísimos años, es porque adora, sin discusión y sin ambages, al enemigo común de todos los cubanos, es decir, a la dictadura castro-comunista.
Hace unas horas La Habana fue atacada con saña por un fenómeno natural muy poco común, un tornado, al menos mi memoria no me alcanza para recordar algo semejante. La destrucción provocada por el siniestro fue enorme, impresionante, desesperanzadora, humillante y traicionera. Los fuertes, fortísimos, vientos hicieron cuanto quisieron con las viejas casas, la maltratada infraestructura, los automóviles y las propiedades de muchos seres cubanos que lo perdieron todo o casi todo.
Pero no se puede hacer política con esto, no se puede alimentar el odio que nos consume como nación, no se puede utilizar la desgracia que hoy viven muchos compatriotas para culparnos los unos a los otros porque el dolor y la desesperación de un pueblo están por medio, un pueblo que se estremece porque sabe que después de la tormenta la “calma” que les llegará se les convertirá en agonía.
Es la hora de encontrar una solución final a tanto sufrimiento, a tanto dolor, tanta frustración y tanta porquería que vivimos todos los cubanos.
Por eso voy a ser breve. Para todos es archiconocido que la dictadura castro-comunista nunca, pero nunca, ha propiciado la recuperación del pueblo cubano después de algún desastre natural porque, según ellos, el bloqueo imperialista, las crisis mundiales, la situación en Venezuela, etc, etc, etc, son los culpables y bla, bla, bla.
Yo me niego a aceptar que ahora se aparezca mariela castro con una cuenta bancaria recogiendo fondos y “desfondos”, que desde el tibor de la revolución del picadillo nos obliguen a más sacrificios porque la cosa está dura, que vengan tres o cuatro pipiolos a hacerse los graciosos recogiendo donaciones para pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana, que las castro-clarias del exilio se esmeren en actos chovinistas alabando a su “creador”, en fin, que conviertan el dolor ajeno en un circo enajenante y que después de solo unos días todos miremos hacia otro lado porque, al final, en Cuba nada tiene solución.
Yo, desde Por Eso Me Fui De Cuba, reto al castrismo a reconocer su incompetencia, su incapacidad y su desinterés para dar solución a la crisis que hoy viven muchos habaneros y el pueblo de Cuba, por lo que los desafío a que presenten un proyecto para la recuperación económica, política y social de nuestro país que nosotros, muchos cubanos del exilio que nos avergonzamos profundamente del desastre que ustedes han causado, presentaremos los nuestros. Eso se llama democracia.
Así de simple. En vez de llevar a referéndum esa mierda de constitución sometamos a votación qué propuesta nos resulta más cubana y patriota para lograr esa Cuba grande, próspera y feliz que necesitamos.
Estoy seguro, convencido, del resultado, después nos encargaremos, con justicia, de ustedes.
Ricardo Santiago.