La “historia” del hambre en Cuba contada desesperadamente.



A nosotros los cubanos no hay quien nos haga un cuento en eso de “venir de abajo”, de “empezar de cero” o de “caernos y levantarnos”.
La inventiva nuestra para lograr sobrevivir a las desgracias que nos ha impuesto esa criminal dictadura no conocen límites y van más allá, incluso, de la lógica humana. Hemos tenido que vivir durante 60 años remendando las ilusiones porque en esa “larga noche” jamás hemos tenido un minuto de “descanso”.
Los cubanos somos expertos en reciclar cualquier cosa, somos maestros en crear “transformers” utilitarios de artefactos electrodomésticos vencidos, de fabricar productos cárnicos a base de instrumentos de limpieza, de “estirar” los alimentos para que alcancen para toda la familia y pa’ muchos días, de dispararnos una larga cola sin saber qué están vendiendo y hasta de querer poner a circunnavegar la Tierra a ciertos personajillos dándoles solamente una buena patada por el c…
La dictadura de los castro teme a los emprendedores porque sabe que un hombre próspero, de ideas y de bolsillo, resulta imposible venderle el cuentecito del: “había una vez un macheterito vanguardia”.
En los 60s, 70s y 80s cuando éramos, bueno, “cuando éramos tan jóvenes” y creíamos en el sacrificio, el desinterés, la solidaridad, los voluntariados y el “mosquitero con huecos”, pensábamos que esas actitudes nos iban a reportar una vida llena de esperanzas, luces y sabe Dios cuántas cosas más. Así nos entregamos con pasión y entusiasmo a la construcción de una “patria socialista” con la ilusión de que “todo futuro tiene que ser mejor”, de que el hambre, la sed, el calor y los bichos en los cañaverales, en las escuelas al campo, en la construcción de “obras sociales”, en las labores industriales y en la vida misma eran necesarios porque el país lo requería y porque todos empezábamos desde cero, parejitos, parejitos y “el hambre” igualitica pa’ to’ el mundo.
Definitivamente eso no fue más que una Ilusión mental, una masturbación ideológica convertida en manía, en hábito, una jerigonza “piltrafera” armada con tuercas, tornillos, mochas, palas, picos y la vocinglería desbordada de un fidel castro sembrado sobre sus asquerosas mentiras, su delirio de grandeza y sus promesas de que, si hacíamos todo cuanto él nos decía, la historia nos iba a absolver a todos porque en el comunismo “todo se reparte a partes iguales, incluyendo la historia”.
Pero puro espejismo de pacotilla porque el cacareado, manoseado y baboso comunismo no es más que hambre pa’ hoy, pa’ mañana, pa’ pasa’o y para la vida entera.
Después de rompernos el lomo, roto y bien despedazado durante más de 30 años, las necesidades, en vez de restarse, se multiplicaron una y otra vez, las esperanzas se fueron al carajo y las luces, la brillantina de las promesas y la velita de la Virgen se convirtieron en apagones eternos, desconsolados y “maleconeros”.
Los años 90s nos saludaron con otra cruel e inmerecida crisis económica que muchos, la inmensa mayoría, no entendimos porqué ni de dónde venía pues a esas alturas ya habíamos construido, supuestamente, el “paradisiaco” socialismo como tres o cuatro veces.
Pero nada que hacer, la realidad estaba ahí, de frente, mordiéndonos día tras día y despedazando a la familia cubana desde la raíz. Una vez más la inoperancia, la ineficacia, la improductividad y los disparates de esos vampiros ideológicos nos dividía y caía sobre nosotros como un espíritu burlón, encarnado y maléfico, sólo que en esa ocasión, según nuestro “sesudo líder”, la culpa la tenía un “muro” que tumbaron por allá por casa del carajo y muchos de sus pedazos “saltaron” hasta el Caribe y destrozaron nuestra “sólida economía”.
Yo digo que ese fue el momento en que la emigración y el exilio cubanos se hicieron realmente públicos, visibles, masivos, dolorosos, universales y se manifestó como la única vía de escape para que los cubanos pudiéramos salvarnos al disparate vivido. Fue tanta la desesperación que nunca nos dimos cuenta que teníamos un único enemigo y que la solución era enfrentarlo tal como lo hace hoy el heroico pueblo nicaragüense.
Pero bien, fue en este momento que nos dimos cuenta del tiempo perdido, de la vida entregada por nada y de los sueños convertidos en un mísero pan, muy mal elaborado, que nos daban a uno por persona una vez al día. Fue así que contemplamos con horror cómo la patria menguaba y menstruaba a sus hijos y que estos, por tal de escapar a cualquier parte, arriesgaban hasta la vida en verdaderos actos de desesperación y locura.
La dictadura castrista es enemiga a muerte de la libertad porque sabe que cuando los cubanos seamos capaces de construir una República verdadera, hablar de democracia con propiedad y transformar nuestra “rabia” en unidad los arrancaremos de nuestras vidas para siempre y sólo sentiremos por ellos un nauseabundo asco.
Ricardo Santiago.



2 comentarios en «La “historia” del hambre en Cuba contada desesperadamente.»

  1. Para los cubanos la palabra invento dejó de ser algo novedoso, atractivo, sugerente, para convertirse en cotidiano, en rutina.
    A tal grado es así que muchas veces no se da cuenta al final de la semana, del mes y del año de todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir y luchar por la familia.
    Nuestra gente es profesor en diferentes materias sobretodo en reciclar, en crear sustitutos de alimentos, higiene y ropas, y aunque no tenga por dónde comenzar el día algo logran sacarle al viento, al calor o a la lluvia.
    Ricardo Santiago desde que esa vía de represión y control se apoderó del país fue minimizando ilusiones, destruyendo familias, sacrificando vidas e implantando hambre de todo.
    Para poner fin a esa cruel tiranía, Nicaragua nos enseña que la vía definitiva provoca riesgos, decisiones y balances trágicos.

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »