Existe la creencia, casi como un mito, entre los aspirantes a dictadores del proletariado, entre los defensores, los adictos a la tiranía castro-comunista y entre los adulones, los chicharrones, los guatacas y las clarias-castradas de la moral de ese régimen anticonstitucional, antihumano y antidemocrático, llamado burlonamente “revolución cubana”, que a fidel castro nadie lo pudo derrotar durante toda su vida, vaya, que el hijo de puta más grande naci’o y cria’o en esa isla fue algo así como un superman, un trompo-loco, un león tusa’o o un Tribilín sabueso, con tu peste a pata, con tu peste a…, que ni siquiera los seres cubanos más inteligentes, ni los más valientes, ni los indios ni los cowboys de las pelis americanas, ni las brujerías y ni el imperio más poderoso de la historia con sus bombas atómicas y sus luces de bengala, lograron hacerle ni el más mínimo rasguñito.
Según ellos este “clon de vikingo tropical” salió ileso de cuanto atentado, intentos de asesinatos, zancadillas, bofetones y patadas por el c…, quisieron propinarle sus enemigos.
Pero, como toda la propaganda castro-comunista, eso es falso: “…mentira quién te lo va a creer…”.
Esta es una de las invenciones más asquerosas de la propaganda hitleriana, digo, castrista, casi igualito a decir que la croqueta de subproductos socialista, la masa cárnica, el cerelac, el picadillo de soya, los chícharos con gorgojos o la mortadela que se pone verde, “verde que te quiero verde…”, son los alimentos preferidos de los seres cubanos.
Por cierto una preguntica por curiosidad: ¿Alguien puede demostrar que alguna vez fidel castro se fajó de verdad a los tiros, a palos o a los gaznatones?
Yo siempre he pensado, y he dicho, que fidel castro, el cambolo de Santa Ifigenia, fue un reverendísimo cobarde, un penco frustrado que abusaba de su “hermanito pequeño” y que encontró en el pandillerismo una manera para enmascarar sus miedos internos, sino cómo explicar las frustraciones, los complejos y los rencores de este sujeto…, su odio visceral contra todos los cubanos y su desprecio por nuestra Patria, pues el muy bandido se propuso, y lo logró con creces, destruir a nuestra isla y hacernos a todos los seres cubanos la vida un yogurt, pero sin yogurt.
Conjeturas, chismes e ilusiones personales a parte, fidel castro, a mi juicio, fue un derrotado y un perdedor, un gran perdedor durante toda su vida.
Cuando estudiaba en la Universidad hizo de todo para “colarse” en cualquiera de los movimientos políticos de la época, todos le daban lo mismo, su problema era que lo aceptaran, le creyeran y confiaran en él. Nadie lo hacía porque el tipo era prepotente, bocón y autosuficiente, jamás se enfrentaba solo contra nadie y no existe un testigo, ni uno solo, que pueda afirmar que lo vio fajarse como un hombre, de tú a tú, de frente, a los puños y sin “perderse o llegar tarde”.
Eso sí, hablaba y arengaba donde quiera que podía, siempre quería demostrar que tenia la razón y que su verdad era la única que importaba. Cuentan que en uno de esos mítines un mulato alto y fuerte le grito: “Viva España, fidel castro no se baña…” y el “invencible” hizo como quien no escuchó la burla para no tener que defender como un hombre su “pulcritud y su limpieza”.
Después inventó el traicionero, terrorista y vil asalto al Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953, otro fracaso para este coleccionista de errores y meteduras del delicado, muchos muertos y él jamás apareció, se enfrentó o fue protagonista en la primera línea de combate.
El desembarco del Yate Granma, 2 de Diciembre de 1956, en Playa Las Coloradas, Provincia de Oriente, con 82 “expedicionarios” a bordo para combatir al dictador Fulgencio Batista, otro fiasco, otra derrota en la lista del “boyardo” disfrazado de comandante. En ese disparate murieron alrededor de 70 “piratas” y él, una vez más, intacto, sin un rasguño, suave, fresco y bajito de sal.
Desde mi modesto punto de vista la invencibilidad de este sujeto radicaba en nunca estar en el momento adecuado, en el lugar justo, ni a la hora requerida. Por una “extraña” cualidad siempre lograba eludir “el plomo enemigo” y salvar su anatomía, sin una heridita, sin siquiera una cortadita con una maquinita de afeitar, bueno, eso es lo único que nunca podremos demostrar porque no sabemos si este tipejo, como todo buen comunista, utilizaba cuchillitas Astra o Gillette….
La lista de la cobardía del “hombre fuerte” del castrismo es larga, inmensamente larga…
Ricardo Santiago.