La involución de la “especie” cubana o el origen de otro hombre “nuevo”.

Ahora sí que estamos hechos, ahora sí que nos salimos del plato, ahora sí que nos partimos una pata pero, tal como yo lo veo, tal como presiento que están sucediendo las cosas, los cubanos, nosotros los seres cubanos, de hace un tiempo a esta fecha, nos estamos transformando en una especie de “nuevo” tipo, en un modelito de falsa virtud, en otra clase de hombre nuevo nuevecito que, con total descaro, con total no me importa lo que otros piensen, nos debatimos entre la superficialidad, la mediocridad, la vulgaridad y el oportunismo.

Vaya, dicho con letras sencillas pa’ que se entienda, que nunca vamos al fondo del asunto, que nos quedamos flotando en los marañones de la estancia, que preferimos volar hasta la Luna de Valencia antes que profundizar en nuestra realidad circundante, antes que rebuscar cuáles son las penas que a mi me matan y tratar de entender dónde fue que perdimos el rumbo, como nación, que hoy preferimos abandonar la tierra donde nacimos, darle un espaldarazo a nuestra nacionalidad, antes que luchar y morirnos por ella.

Ya a muy pocos se les escucha hablar de Patria con devoción, son poquísimos los que anteponen el humanismo martiano a sus intereses personales y para qué mencionar la cantidad de nosotros que no buscamos en el monte amparo y nos perdemos tras la pacotilla espiritual o los gases tóxicos de quienes, con nuevas herramientas para lavarnos el cerebro, nos quieren someter, nos quieren arrastrar a otro oscuro abismo o pretenden utilizarnos para sacarle a la vida, para extorsionar nuestra propia realidad y vivir de ese cuento sin tener que trabajar.

Aquí incluyo a dictadores y a sus eunucos enfermos de poder, de rabia y de codicia, aquí incluyo a meretrices ideológicas y a sus seguidores de la infamia y aquí incluyo, también, a todos aquellos que le hacen el juego al oportunismo de derechas, de izquierdas y de extremo centro, para no ver la verdad que se esconde tras tanto oprobio, tras tanta mezquindad, tras tanta engañifa y tras tanta cobardía.

Yo digo que el ser cubano, después del 1 de Enero de 1959, ha pasado por diferentes etapas de origen, desarrollo y muerte física e intelectual. El cubano “moderno” ha devenido en una especie de hombre capacitado para la subsistencia represiva e incapacitado para ver dos pasos por delante en todo lo que esté relacionado con sus potencialidades como ente independiente, como eslabón libre de cualquier masa “compacta” de obreros, campesinos y estudiantes o como ser humano que tiene sus propias aspiraciones, sus propias ideas e, incluso, su propia vida.

Según mi percepción los cubanos, los de las generaciones pos-revolución, los del principio de esa asonada terrorista anclada en el alma de cada uno de nosotros, iniciamos, con nuestro adoctrinamiento asumido, acatado y casi venerado, el camino para conformar a este ser que hoy tenemos, una amalgama de individuos que no creen en el amor a la Patria, que no saben qué carajo es la libertad, que no aspiran a conceptuar con sus propias neuronas de pensar su verdad, que realzan la vulgaridad como excentricidad lingüística, que asumen el materialismo mundano como la meta más importante a alcanzar y que no creen que en cada uno de nosotros, solo dentro de cada uno de nosotros, es donde se forja, de donde emana, la auténtica libertad que tanto necesitamos.

Porque existe una realidad tangible en todo esto, somos una sociedad que siempre se queda a medias, que no llega ni a fin de mes porque la vida no nos alcanza para ver que la solución a todas nuestras desgracias está en un cambio radical, en asumir de una buena vez que somos un pueblo manipulado tanto por los malos como por quienes quieren vendernos las “buenas” intenciones de una futura Cuba asentada sobre el diálogo con nuestros captores, sustentada en borrones y cuentas nuevas que solo facilitarían que esos individuos lleguen al poder y extiendan así, por los siglos de los siglos, el cepo y la tortura que hoy nos tiene de rodillas, la muerte eterna en bicicleta y la cogioca universal en una isla sin cerebro, sin virtudes y sin decencia.

Muy jodidos estamos los cubanos con “eso” en lo que nos hemos convertido. A veces me convenzo que somos víctimas de una maldición, de un conjuro tormentoso que nos ha condenado para siempre y que nos hace “saltar” para ser o no ser yanquis, depende pa’ donde sople la ventisca, y que nos tiene preparados para andar por la vida, moviendo la cinturita, con una banderita de colores, muy diferentes, al azul-blanco-rojo traducidos en franjas, en un triángulo y en una estrella solitaria.

Ricardo Santiago.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »