La línea “dura” del “exilio” opositor, recalcitrante y, para mi, oportunista.

Siempre que doy mi opinión, que expreso mi humilde y personal criterio, sobre cómo yo percibo la realidad de mi país o a ciertos personajes que nos quieren vender como lo que más vale y brilla de este cielito lindo opositor, contrarrevolucionario y anti-comunista que, en algún momento de nuestra existencia nos va a caer encima, saltan algunos “libre pensadores” defensores de una verdad que han inventado otros y que ellos por ignorancia, por estupidez o por mediocridad oportunista, se empeñan en defender a lo socialismo o muerte, atacándome con la misma pituita de que yo soy un connotado agente anti-castrista, un cola’o aquí en este exilio luchador y radical, un agente de la dictadura castro-comunista y ahora, últimamente, un vendido al servicio de no sé quien.

Resulta que cada vez que estimo pertinente, o porque me sale de mis entendederas, para eso son mías, digo lo que pienso sobre este o aquel “adalid” de la independencia de Cuba, pues no me trago, me niego a que me pase por el gaznate, a que me pasen gato por liebre, el cuento con el que nos quieren convencer, nos quieren disuadir e incluso adoctrinar, con que el sujeto de marras estuvo en prisión, discutió multas como un trastorna’o, se enfrentó a la dictadura cuando no existían los celulares o tenía un tirito de comida, un comedor para los “pobres” de mi barrio, montado en el patio de su casa.

El caso es que ese ejército de plañideras, los amantes seducidos y muy convencidos de ese grupo de “libertadores”, de youtubers e “influencers” de las redes sociales, yo digo que más malos ejemplos que buenos, increpan mis publicaciones, mis inofensivos post en mi página de Facebook, muy enloquecidos ellos, agrediéndome con lo peor del arsenal de las lenguas viperinas pero sin argumentos contundentes o, al menos, análisis que a mi me hagan reaccionar de lo lindo, cavilar y procesar mis palabras y, en su defecto, convencerme de que yo, Ricardo Santiago, estoy equivocado al decir que José Daniel Ferrer no me gusta ni un poquito.

Pero no, ahí salen las huestes de la croqueta mañanera a decirme hasta alma mía, a insultarme e intentar minimizarme con la misma retórica que usan los comunistas cuando están desprotegidos de criterios sólidos, cuando no tienen ni una sola neurona de pensar activa y se van por el facilismo de las comparaciones, del cruce de hazañas pasadas, de preguntar qué tú hiciste maldito condena’o y, como siempre sucede, amenazarte con la estúpida sentencia de que en algún momento, más temprano que tarde, sacarás tu verdadero rostro y…, te estamos vigilando.

Yo alucino con el pequeño grupúsculo de cubanos mediocres que a mi, por lo menos a mi, me ha tocado. Una camorrita de personeros que no han logrado sacarse el castrista que llevan dentro, que no han podido convencerse de que las personas tienen derecho a tener su propia opinión y no actuar en masa compacta de obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales, que andan por el mundo, por este mundo democrático, a la caza de quienes no piensan como ellos, no hablan como ellos y no “aman” como ellos.

El futuro de Cuba, cada vez que me preguntan, yo digo que está muy jodido, ennegrecido a más no poder y podrido desde la raíz hasta donde dice made in bolsa. Nosotros los cubanos nos hemos acostumbrado, o nos han entrenado, para actuar en comparsa, para mantener viva la molotera de la leche con gofio, y no podemos, nos negamos o nos rehusamos, a admitir que otros piensen y sientan muy diferente a lo que pensamos y sentimos nosotros.

Después viene lo peor, la crucifixión de los palmares, el ajusticiamiento mediático o moral por decir que un personaje como el youtuber Alexander Otaola o el Delegado Alarcón, por solo citar dos ejemplos, son unos oportunistas, son fulanos que se engancharon al radicalismo de derecha, a la censura de las libertades y al juicio político e intolerante contra terceros, porque descubrieron, a la par de ciertos congresistas cubano-americanos, que hablar en contra de los seres cubanos, en un exilio que por su naturaleza rechaza a muerte el castro-comunismo, produce buenos dividendos, repleta las alcancías y nos deja un vuelto pa’ comprarle durofríos de “fresa” a la gallega de mi barrio.

Aun así, aun con la existencia de tales parásitos de la idea ajena, de quienes están en las sombras al acecho de tus publicaciones para juzgarte, yo sigo pensando que lo que no me gusta he de decirlo, lo que me molesta tengo que escribirlo y lo que me duele, como ver la trinchera repleta de mierda en la que hemos convertido la independencia de Cuba, me niego a callarlo.

Ricardo Santiago.

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