A mi madre…
Todo mi respeto y lo digo, lo grito, con lágrimas en los ojos.
Nadie ha sufrido más en Cuba las barbaridades del comunismo, ni con mayor abnegación, ni en el más cruel de los silencios que una mujer o una madre cubana. Desgraciadamente siempre fueron y serán sus mayores y más vulnerables víctimas, porque solo ellas están en la primera línea del combate diario por la vida.
Para empezar una madre cubana, cuando usted le pregunta, siempre dice que ya comió, o que lo hará después, o lo que más le gusta del pollo son las alas y el pescuezo, y del arroz la raspita, o “comételo tú que eso a mí no me gusta”.
Nadie como la mujer cubana para “inventar” los buenos sabores, para hacer masticable y tragable algo tan insípido como es la escasez, para evitar que sus hijos se revuelquen de asco o, simplemente, para no sufrir amargamente por no poder satisfacerlos con un buen postre casero porque: “todavía no ha llegado el azúcar a la bodega”.
La mujer cubana es fuerte, construyó el país y lo pobló de punta a punta, lo defendió con sus uñas porque, más que todo, lo hacía por sus hijos, para que fueran felices, para que se sintieran orgullosos de su trabajo y sacrificio y pudieran mirar con tranquilidad al futuro. Pero sus hijos poco a poco fueron “desapareciendo” en el aire, en el mar y hasta en la tierra, entonces de futuro nada y ella se hizo gigante y sus gritos inundaron las calles, los templos, los palacios y hasta las arrugas de sus opresores, porque a una madre cubana quien le toque un hijo: “lo mato coño, lo mato ”.
Las madres cubanas tragaron y tragan a pulso la miseria “necesaria y equitativa” del gobierno, contemplan calladas y horrorizadas a sus hijos soñar despiertos y dibujar en el aire aspiraciones que ellas saben que en Cuba son imposible de lograr.
La mujer y la madre cubana no necesitan ni quieren monumentos porque ellas en sí mismas son el más perfecto bolero, la mujer cubana y la madre cubana no necesitan ni discursitos ni organizaciones disfuncionales, la mujer cubana y la madre cubana no necesitan promesas, la mujer cubana y la madre cubana solo quieren vida, vida buena y tranquila y yo pregunto: ¿No es tiempo ya de que seamos recíprocos con ellas? ¿No merecen descansar para siempre de tanta miseria y sufrimiento?
Basta, basta, basta, basta, basta, basta, basta, basta…
Cerremos los ojos, abramos los brazos y deseémoslo todos a la vez…
Gracias por escribir tan Bellas palabras sobre la mujer Cubana.
es una obligacion, siempre estaremos en deuda con ustedes
Tengo 74 he vivido todo el sufrimiento irrigor y antes de morir Quisiera ver vivir mejor a la mujer cubana