¿A quién se le habrá ocurrido que los niños cubanos tienen que ir por el comunismo o ser como el che?
¿Quién fue el sádico o el hijo de puta que propuso tamaña aberración?
Yo digo que solo una mente enferma, un desquiciado neuronal, un matrero o un pederasta calculador, consumado y frío, pudo generar o desear semejante barbaridad, tal monstruosidad o más cual anormalidad para los niños cubanos.
Para empezar ese hombre, que respondía al nombre de che guevara, más que cualquier “cosa” fue un aventurero, un degenerado y un asmático loco.
Un bandido acompleja’o disfrazado de Crisanto buena gente con algunos toques del “ingenioso hidalgo” luchando, tratando de colarse, metiendo cabeza para “ganarse” un lugar en un mundo repleto de caudillos y dictadorzuelos con la “bolita” que les sube y que les baja.
Hoy quiero escribir, otra vez, sobre este fantoche asesino de la revolución del picadillo castrista, pero les confieso que me atraganto con las letras y las ideas porque todo lo que “me brota de las entrañas” es negativo y bien agresivo contra este y otros de su especie.
No quiero alterarme, siempre me acusan de venenoso, de incitar el odio y de que mis escritos están llenos de faltas de respeto, pero no es fácil, es imposible ser medianamente decente con una dictadura y con sanguijuelas revolucionarias que le trajeron tanta hambre, tanta miseria y tanta muerte al pueblo de Cuba.
En realidad hasta fidel castro detestaba a ese tipo. A él y a camilo cienfuegos. Odiaba la popularidad que ambos alcanzaron entre la tropa y cómo fueron aclamados por el pueblo incluso por encima del hermano y de otros que venían con él desde el disparate del Moncada.
Su primer intento por tratar de deshacerse de ellos fue enviarlos a la más suicida de todas las misiones en la Sierra Maestra, la guerra de Oriente a Occidente, con el cuento de reivindicar la gesta mambisa y la gloriosa invasión de Gómez y Maceo. Lo gracioso fue que no mandó a su hermano amanerado o a otro de sus principales secuaces moncadistas.
Pero le salió el tiro por la culata y los dos “invasores” se hicieron “grandes” ante la soldadesca rebelde y ante el pueblo que los aclamó como héroes y los reconoció como los verdaderos artífices de la derrota del General Batista.
De camilo se deshizo rápido, aprovechó su desacuerdo con las ideas del comunismo, le tendió una trampa, lo asesinó y nos hizo creer a los cubanos que se perdió en el bosque, digo, en el mar, y así llevamos, desde hace más de sesenta años, tirándole flores al fantasma del “señor de la vanguardia” hasta en una palangana vieja.
Con el argentino le costó más trabajo pero al final lo logró. Le alimentó su vocación de “libertador moderno” y, después de varias escaramuzas por el continente africano, lo impulsó a viajar a Bolivia para hacer otra revolución comunista. Disparate histórico que le costó la vida al carnicero de La Cabaña y, aunque lo convirtió en un símbolo mundial para algunos idiotas que ven el socialismo como la mejor opción de vida, se quitó de encima su peor pesadilla y nos las empujó, a la cañona, a todos los niñitos cubanos.
Pues, bien, la conversión casi mística de ese hombre, me refiero a guevara el che, en “san ernesto de los revolucionarios del mundo” fue otra hipocresía propagandística de la inteligencia castrista.
Utilizaron la imagen del siniestro “guerrillero” para internacionalizar la barbarie de la “sedición del picadillo”, lo revistieron de humildad y filantropía e intentaron así barnizar la monstruosidad social castrista como uno de las “revoluciones” más perfectas de la historia.
¡Na, na, ni, na, a otros con ese cuento! ¡Que les pregunten a los familiares de los tantos hombres y mujeres que fusiló en La Cabaña! Las injusticias que cometió contra sus propios compañeros y en los miles de errores que tuvo al frente de los ministerios en los cuales se desempeñó como ministro y que a la postre marcaron la debacle económica de Cuba.
Dicen que cuando lo iban a matar suplicaba llorando que le perdonaran la vida.
Los seres cubanos sabemos que la imagen de ese “che” es en realidad una industria que produce millones de dólares y un instrumento para el adoctrinamiento internacional.
Me niego rotundamente. Los niños cubanos deben ser como ellos quieran y no parecerse a nadie, mucho menos a un personaje inventado, horrible, magnificado y que es responsable directo del dolor y el sufrimiento de casi todo un pueblo.
Ricardo Santiago.