Yo digo que el cubano, en general, el ser cubano de estos tiempos de revolución de apagones por un lado y por el otro del exilio más fragmentado del mundo, está muy loco, muy confundido y «olvidadizo» a más no poder.
El cubano de ahora es un ser con mala memoria, con una inclinación desmesurada a saltarse los sucesos del pasado aunque estos sean significativos en su vida o en la existencia de cada uno de nosotros.
El cubano, el ser cubano de hoy, es muy proclive a que todo se le olvide, es decir, parece que de tanto adoctrinamiento comunista, visto como una sofisticada operación de reducción de la materia gris para convertirla en una “casita de caramelo” a favor de la dictadura castrista, nosotros, la inmensa mayoría de nosotros, caímos en esa maldita trampa del socialismo y andamos por esta perra vida que nos ha tocado vivir como si las cosas del pasado, sobre todo las que hicimos a título personal, no tuvieran consecuencias, no fueran relevantes o nada, hijo, son «cositas» sin importancia.
Voy a circunscribir esta “menopausia” mental, con la intención de salpicar a unos cuantos entusiastas o candidatos a gaticas de María Ramos, en un personaje, a punto de desinflarse estrepitosamente, como es ese youtuber de las cinco pasado meridiano, ese macho-varón-masculino que se hace llamar @alexanderotaola, el cual, considero yo, es el mayor exponente, en estos tiempos, de un cubano olvidadizo, con mala memoria, desmemoriado, “despistado” y con una extraordinaria, eso sí, memoria selectiva.
Este sujeto, del cual me he expresado muchas veces, pues no logro salir de mi incredulidad, de mi escepticismo y, tengo que confesarlo, siempre me sorprende por muchos motivos y razones, es un tipo que, desde una base intelectual muy pedestre, ha logrado “cautivar”, atolondrar, subyugar, arrastrar y comprometer, a muchos otros con su maldad manifiesta, con su odio visceral hacia terceros y cuartos, con su lengua viperina contra todo aquel que no le guste y con su bien calculada y muy mal pensada acusación insidiosa contra quien no se pliegue a sus intereses o al de sus “manejadores”.
En todos los aspectos este individuo traspasa los límites de la decencia cuando se refiere a sus “enemigos” públicos, a sus antagonistas de clase o a sus adversarios de la vida misma. Una línea que cualquier mortal tiene el sentido común para no transgredir máxima cuando su techo es de vidrio finito, sus lentejuelas son plásticas o de cartón y su “aroma”, el que desprende su cuerpo, hiede a ñordo de potrero o a pasado de “ponchera” comunista.
Este andoba con batilongo a lo Omara Portuondo, máximo exponente de la guapería con guarda espaldas en las redes sociales, ataca, denigra, ofende, falta el respeto y le hinca sus dientes a todo aquel que, por una razón u otra, intente brillar su poquito en un mundo donde hay espacio para todos, donde cada cual obtiene lo que es capaz de lograr con talento, con esfuerzo y con un cachito de suerte y donde nadie tiene derecho, escondido tras una máscara de luchador anticomunista, de cancerbero de una libertad que nunca llega y disfrazado del “activista” más letal contra la dictadura castro-comunista, de destrozar a otros cubanos con acusaciones, muchas veces falsas, inciertas, tergiversadas u oportunistas.
Pero resulta que tanto él como sus secuaces, los cederistas de Miami y el mundo, un comité de base con alcance global, apiñados en la aversión, la desidia, las calumnias y los verdes que te quiero verde, fueron en el pasado, en sus épocas de ex-pioneros, de ex-jóvenes comunistas, de ex-federadas vilma espín y de ex-revolucionarios con la revolución todo, contra la revolución nada, cómplices, practicantes directos, devotos con pañoletas o celadores ciegos, cieguitos ciegos, de un fidel que vibra en la montaña y de la revolución de los apagones más largos del mundo que nos destrozó la vida a todos los cubanos.
He visto a este personaje acusar a artistas por cantarle a fidel castro, por participar en actividades del “gobierno” comunista o por haber trabajado en dependencias de la dictadura, en Cuba, como si él o, repito, muchos de sus secuaces, el noventa y nueve por ciento de ellos, nunca lo hicieron, nunca se integraron a las dependencias del Estado más tiránico de la historia o nunca desfilaron ante la ignominia con una mano en el pecho y una banderita del 26 de Julio metida en el culo.
A esto yo lo llamo tener memoria selectiva, es decir, lo mal lo hacen otros, el pasado “tenebroso” lo tienen otros y la cobardía política es de otros cuando aquí, todo el mundo sabe, que en Cuba muchos tuvimos los ojos vendados, la boca con un esparadrapo sobrepuesto y el miedo dominándonos hasta las ganas de ir a…
Ricardo Santiago.