En Cuba existe una “figura” legal, llamada Ley de Peligrosidad, que le otorga “facultades” a la dictadura castro-comunista, y a todo su aparato represor, díganse tribunales de “justicia”, policía, ministerio del interior, el flan sin leche y cuanto mentecato guarde un carnet “made in revolución” en el bolsillo, de llevar a prisión a cualquier cubano que les resulte incómodo, sospechoso de esto o de lo otro, rebelde con causa o que, sencillamente no acate o entre por el aro de fuego del circo regenteado por la revolución del picadillo.
Una violación total, descarada, criminal, ilegal, desvergonzada y grosera de los derechos del hombre pues convierte a Cuba, fíjense bien, a nuestra Cubita la hermosa, en el único país del mundo que, “legalmente”, sentencia a las personas por un “delito” que aun no han cometido. Una degradación del sistema jurídico y un verdadero instrumento de coacción, chantaje y agresión a la integridad física y moral de los seres humanos.
Por eso yo siempre digo que la mayor traición, el más grande espaldarazo y la más cruel vejación que nosotros como pueblo cometimos contra nuestra bella Patria fue aceptar que fidel castro, su séquito de pandilleros oportunistas y sus milicianos de portañuela abierta nos convirtieran a Cuba, además de todo lo que ya sabemos, en un país ridículo, bufonesco, caricaturesco, irreal, mediocre, incivilizado, salvaje, absurdo y el hazmerreir del mundo moderno por la cantidad de leyes disparatadas, torcidas y retrógradas que no hacen otra cosa que frenar el desarrollo, las buenas costumbres, podrir los zapatos de caminar la vida y reverenciar el anodino “mundo en que vivimos”.
Si pensamos un poquito nos daremos cuenta rápidamente que la vida en Cuba, como está estructurada por el régimen castrista, es un enorme e infinito hilito que, si solo te apartas un milímetro de él, caes en el campo de las ilegalidades pues todo, absolutamente todo, está estructurado como un ordeno y mando muy represivo que regula desde lo que comes, lo que lees, lo que escuchas, lo que miras, lo que hueles, lo que piensas, lo que quieres y lo que sueñas, sobre todo si lo haces despierto.
Por eso en Cuba cualquier mortal que respire, le duela la barriga o tenga una gotica de “hambre” puede ir a prisión. En Cuba todo lo que se aparte de lo regulado por “papá estado” es ilegal o constituye un delito. Las cárceles castristas que, por cierto, se sextuplicaron en relación con las que había antes de 1959, están repletas de cientos y cientos de compatriotas que han tenido que delinquir para llevar un plato de comida a sus hijos, que han caído en la trampa creada por el propio régimen totalitario de los castro porque se han visto en situaciones límites y han cruzado la prohibida línea entre “el bien y el mal” que dicta, por santo decreto, esa revolución de los tormentos.
Dice mi amiga la cínica que Cuba es el país de los no se puede donde el Peter Pan de Birán recreo el verdadero país del nunca-jamás, el jamás de los jamases.
Y lo que es peor, lo que es mucho peor y muy pocos tienen conciencia de ello, es que el régimen fascista de los castro, la dictadura totalitaria que nos machaca diariamente a los cubanos, se arroga el derecho de aplicar la ley como le sale de las entrañas, sin un verdadero criterio de imparcialidad, sin respeto a las normas procesales, sin aplicar los principios de causa y efecto y repartiendo años de privación de libertad, e incluso paredones de fusilamiento, según les convenga escarmentar al pueblo, intimidar a las masas, frenar explosiones populares, salvaguardar los intereses privados de la élite dictatorial o controlar que no suba demasiado el precio de “los tamalitos que vende Olga”.
Pero ellos no, jamás hemos visto a uno de los jerarcas del castrismo ser juzgado por los delitos que a diario comenten, por los crímenes que están bien probados y documentados que son culpables, por la cantidad de propiedades que se han robado y por condenarnos a todos los cubanos a una vida llena de prohibiciones, miserias y desgracias mientras ellos viven en la más asquerosa opulencia.
Por la impunidad con la que han actuado esos pandilleros, por el cartelito de “intocables” que ellos mismos se han colgado del cuello, por el descaro con el que roban a diestra y siniestra, por el despotismo y la crueldad con los que han asesinado a cientos de miles de cubanos, tienen que ser juzgados y condenados por un tribunal de pueblo conformado por las madres, los padres, los hermanos y los hijos de nuestros muertos.
Continuará…
Ricardo Santiago.
De la peligrosidad se abuso ilimitadamente en los 70 ,cuando no existían absoluciones en los tribunales,uno de los periodos mas tristes y ridículos de la dictadura,,,,me atrevo a afirmar que esta seudo ley,vino a sustituir las sanciones que llenaban las umap,cerradas estas por el escandalo internacional por estos campos de concentración en pleno caribe,,,ay Fidel,cuanto daño hiciste
Gracias Justo.