Hay que ver que todavía existen muchos “cubanos” que se hacen los entretenidos, los despistados, los no sabía y los comemierdas ancestrales con ese cuento de que el castrismo sana, sana, culito de rana, que la dictadura del “proletariado” es feliz en el patio de mi casa, que el régimen castro-comunista exporta inocentemente su “religión” en un barquito de papel y que fidel castro vive, vive y requetevive en el corazón de todos nosotros porque fue el hombre que le dio la libertad a Cuba, el flan sin leche, la masa cárnica y el “pan” nuestro de cada día.
Por eso siempre digo que ante tanta bobería y estupidez debemos estar bien alertas, el castro-comunismo, o como quiera que se llame esa porquería pandillera que lleva 60 años usurpando ilegalmente el poder en nuestra patria y que, sin ningún tipo de discusión, son los únicos responsables de la miseria, el hambre y la desolación que viven hoy Cuba y los cubanos, de la pudrición física y moral en que nos sumieron la existencia y en el bochornoso basurero en que convirtieron a toda una nación, se recicla constantemente con la vieja fórmula de hacerse los muertos para ver el entierro que les hacen o para robarte “el celular” del bolsillo cuando vas a la rueda, rueda, de pan y canela…
Esas sanguijuelas de la realidad cubana, con la misión castrista de desvirtuar y “contraatacar” las verdades que nosotros demostramos con nuestras publicaciones y denuncias, acuden a un recurso muy mediocre, como la misma dictadura del proletariado, de medir a Cuba con Haití y dicen que no, que lo de nosotros es nada comparado con lo de ese empobrecido pueblo, que si queremos ver miseria que nos fijemos en el vecino país, que es allí donde de verdad los muertos sufren y a los vivos se les escapa el juicio por padecer tantos tormentos.
También muchos eunucos de la revolución del picadillo se tiran pa’ compararnos con África, que allí el hambre y las enfermedades son de vuelta y media, la razón brilla por su ausencia y, a simple vista, se suman más los muertos que los vivos.
A otros mamarrachos ideológicos de la izquierda ambidiestra les gusta ponernos más cerquita, en América Latina, nos contrastan con la desigualdad social de esos países, la creciente pobreza que duerme en sus calles y la blandenguería de unas democracias que, según ellos, están penetradas por un capitalismo salvaje, fiero y depredador.
Y yo insisto: ¡Hay que ver que estos defensores del castro-comunismo son sinvergüenzas, mentirosos y descara’os!
No existe nada en este mundo que encierre tamaña vileza, tan bajas pasiones y tan retorcidos argumentos como tratar de salvar el supuesto “humanismo”, de la revolución del fufú de plátano, realizando absurdas comparaciones con otros países del planeta donde sabemos que el subdesarrollo, el atraso y la miseria son consecuencia de factores muy diferentes a los que hoy por hoy sufre Cuba.
Para empezar en ninguno de esos países hubo una “revuelta apandillada” que usurpó el poder, cambió radicalmente las estructuras del funcionamiento político, económico y social, implantó un modelo diferente de “economía”, se cagó literalmente en el progreso y gritó a los cuatro vientos que aquí el que no salte es yanqui y quien no lo haga lo vamos a fusilar.
Por otra parte ninguno de esos países, con los que nos quieren comparar, vivió un momento de esplendor como el que nosotros tuvimos antes de 1959 o fue considerado la quinta economía de un continente, uno de los países más prósperos del mundo o con un nivel de vida tan alto, tan alto como un pino…
Lo que sí esos defenestrados de la decencia tienen que explicar y no mentir es que en Cuba, desde que el castro-comunismo se instaló ilegalmente en el poder y convirtió el tibor del socialismo en la “olla mágica” para cocer los planes quinquenales, las ideas del comandante de convertir la porquería en carne, los racionamientos para intentar salvar una ideología, la corrupción desenfrenada para ocultar cuanto roban, la represión contra todo aquello que les haga sombra y el tremendo miedo a la libertad que sienten, destrozaron la historia de un país, arruinaron su portentosa economía, destruyeron lo que parecía imposible destruir, empujaron a millones y millones de “seres cubanos” a un exilio desesperado y nos pudrieron la Patria, de una punta a la otra, soltándonos como uno de los países más miserables del mundo.
Ricardo Santiago.