La salud física y mental de muchos seres cubanos está bien jodida, desgastada, maltratada y, en la mayor parte de los casos, por culpa de vivir en un país donde la existencia es muy estresante debido a la permanencia de una criminal dictadura, postrada eternamente en el tibor del socialismo, y a sus políticas arcaicas, represivas y estúpidas.
La prueba es la cantidad de cubanos que hay hablando boberías y apoyando disparates por “aquí y por allá”.
De nada sirve la propaganda castro-comunista exagerando sus “logros”, en materia de salud pública, si hay un solo cubano enfermo debido a males ocasionados por el agobio de la vida cotidiana, las carencias, la represión, la falta de libertades, las pésimas condiciones de vida, la realidad de una sociedad asfixiante y el estómago pega’o al espinazo porque le dimos el único pan a nuestro hijo que, el pobre, nos mira sin entender en qué país de mierda lo obligamos a vivir.
Un médico cubano me dijo una vez, me aseveró, que el cuerpo humano era exactamente igual a cualquier equipo electrodoméstico, que venimos al mundo con un tiempo de garantía, según él, de unos cuarenta años, pero que si nos cuidamos bien, nos alimentamos mejor y nos apartamos de los “horrores del mundo brutal”, esa garantía podía extenderse mucho más en el tiempo. ¿Se imaginan?
Pues, bien, las garantías en Cuba, todas, se las tragó la revolución del picadillo, las acaparó para sus dictadores, servidumbre y familiares única y exclusivamente, el resto de los cubanos de infantería, es decir, el pueblo humilde, caducamos así de rápido por falta de una vida sana, tranquila, que nos aporte dividendos materiales y espirituales según nuestra capacidad de trabajo y nos permita alcanzar metas, a corto, mediano o largo plazo, sin que tengamos que concebirlas solo en sueños.
En los primero años de la década de los sesentas muchos médicos, enfermeras y personal de apoyo de la salud abandonaron Cuba porque sencillamente no querían hacerle el juego a fidel castro y al tipo de “modelo socio-económico” que, a la fuerza, y mediante burdos engaños, implantó en nuestro país.
Decisión de estos profesionales totalmente respetable porque los seres humanos, y cubanos, son dueños de decidir dónde quieren vivir y trabajar.
Los que quedaron, igualmente respetables, porque también los seres humanos, y cubanos, tienen el derecho de abrazar la ideología que más les guste, sin que nadie los juzgue por sus gustos o disgustos, junto a algunos especialistas de la salud que vinieron de diferentes países, iniciaron la formación en Cuba de nuevos galenos que, a la postre, terminó en la “famosísima” industria de batas blancas de la dictadura castro-comunista.
Es innegable que graduaron muy buenos doctores en medicina y excelentes especialistas reconocidos a nivel mundial. Felicidades. Dudar de la capacidad intelectual del ser cubano es una falacia. Mis respetos para todos ellos con independencia de su filiación política, una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Pero el castrismo, con su “altruismo” y su “solidaridad internacionalista”, los cuales recarga y sostiene únicamente sobre la espalda del pueblo cubano, valga la aclaración, descubrió que con la venta a otros países de su “modelo de salud” podía obtener muchísimo dinero y, a partir de los años noventas, el sector médico en Cuba se “desflecó” por el alquiler de la mayor parte de su personal especializado, sólo que esta vez por conveniencia del régimen castro-comunista (tanto que criticó a quienes se marcharon a principios de los sesentas).
Cuba es tierra de “Contingentes”, un invento grosero para denominar el sistema de neo-esclavitud en que subsisten los trabajadores cubanos.
La masividad en la enseñanza de la medicina para paliar la crisis asistencial del país, otra vez, propició que muchos estudiantes se incorporaran a estos “contingentes” sin la consabida vocación necesaria, generando graduaciones mediocres porque, como es bien sabido por todos, “la masividad nunca produce genios”.
La mayoría de los médicos cubanos no quieren “cumplir misión”, esta es una realidad. Saben que son utilizados y explotados miserablemente, que sus familias quedan como rehenes del castrismo y que van a enfrentar los mayores peligros y las más terribles condiciones de vida en los países donde son destinados, pasa que también saben que esta es la única manera que tienen de obtener algún dinero para mejorar las condiciones de vida de sus hijos.
Para terminar un dato demoledor, terrorífico y acojonante: Los médicos cubanos en Cuba, en un alto por ciento, para no decir la mayoría de ellos, subsisten por los regalos, “la gallinita y la cajita con plátanos”, que les hacen sus pacientes…
Ricardo Santiago.