Yo pienso que este es el tema más serio sobre el que puede opinar un ser cubano, de esos juicios que uno emite, porque sí, el cubano asegurara saber de todo y de cualquier cosa, me incluyo, pero que hay que pensarlos y meditarlos muy bien para no caer en la superficialidad, para no caer en el bonche y en la jodedera, para no caer en la mediocridad y para no caer, muy importante, en la complicidad partidista con este delincuente de la izquierda o con aquel oportunista de la derecha.
En estos casi sesenta y cinco años de soportar una maldita revolución del picadillo, los cubanos hemos sido testigos de las más disímiles “soluciones” puestas en práctica para tumbar el comunismo en Cuba, hemos sido actores o espectadores en esta o aquella acción para derrotar al peor régimen en toda la historia de la humanidad y hemos escuchado, leído, escrito u opinado, sobre las más disímiles maneras de darle tafia a esa malvada dictadura incluyendo a todos los secuaces que la mantienen, que viven de ella y que la defienden.
Pero la realidad es que la mafia castro-comunista esta ahí, lleva más de seis décadas campeando por su respeto en un país al que tiene raquítico, piltrafero, hediondo y tercermundista y sometido, en total régimen de esclavitud, miseria, insalubridad, hambruna y pobreza extrema, a un pueblo que se debate entre largarse de ese maldito infierno, adaptarse a sobrevivir entre el espanto y la ternura o a morir por la Patria es morir y valga la redundancia.
Porque desde la lucha armada, a principios de de los sesentas del siglo pasado, incluyendo invasiones, alzamientos en armas, lucha clandestina y otros, hasta esto último de las “batallas campales”, me incluyo, en las redes sociales, los seres cubanos hemos pasado por la triste desilusión de ver cómo esa maldita tiranía usurpadora siempre le ha dado la vuelta a la tortilla y ha manipulado los resultados hasta convertir, según ellos, los reveses en victorias.
Dice mi amiga la cínica que no, que esa es una visión muy pesimista de nuestra historia contrarrevolucionaria, que los primeros que se revelaron contra el castrismo sí hicieron lo suyo y nos abrieron el camino para que pudiéramos pensar, para que pudiéramos discernir y para que quisiéramos actuar contra el único enemigo que tiene la nación cubana.
Pero es la realidad, la verdad verdadera vivida por todos nosotros en estos casi sesenta y cinco años de horror y muerte. Los cubanos hemos sido testigo del asesinato, del encarcelamiento, de linchamientos físicos y mediáticos, de torturas, de desapariciones y de juicios amañados, cometidos contra hombres y mujeres muy valiosos que, por no estar de acuerdo con los horrores del castro-comunismo, se han enfrentado, ejercido la crítica o, simplemente, emitido una opinión sobre ese régimen socialista de alcantarillas que ha amordazado, encerrado y manipulado, a un pueblo que sabe que el mojón no es carne aunque se lo quieran vender por la libreta de racionamiento.
Porque, por ejemplo, a mi, que escribo crónicas sobre mis experiencias vividas en Cuba, que trato, desde mi exilio de bastante pan con mantequilla y café con leche, de contar y demostrar la verdad sobre la terrible mala vida que soportan mis compatriotas en la Isla, de intentar abrirle los ojos al mundo con una realidad que está ahí y que solo se necesita decencia para verla, mis lectores me exigen que no hable tanto y que de soluciones porque el reloj hace tic-tac, el tiempo se nos acaba y los cubanos se mueren como moscas uno al lado de otro o unos encima de de los otros.
Pero yo pienso en que muchas veces confundimos soluciones con resultados. Digo esto porque soluciones hay millones, tantas como cubanos caminamos por esta “bendita” tierra azul, tantas ideas que se han puesto o que pueden ponerse en “acción y sabotaje”, en “silencio a tenido que ser”, en la gatica de María Ramos, en el verbo filoso de una protesta vital, en no querer morirnos de hambre, en no más vivir del cuento y hasta en las acciones que acometemos en los campos de”entrenamiento” de las redes sociales.
¿Y la solución, pa’ cuando?
Bueno este es el punto neurálgico de la realidad cubana. Yo digo que aunque muchos intentan darnos ánimo con que la dictadura castrista está en las últimas, la verdad es que esos tipejos están ahí, haciendo y deshaciendo con mayor descaro e impunidad cada vez y que, así mismo, el pueblo humano se hunde en el lodazal de esa maldita revolución de los apagones. De ahí que la solución al problema de Cuba sea todo lo que ayude a horadar a esa maquinaria infernal, aunque sea abrirle un simple hoyito, es decir, desde ajusticiar en su propia cueva al tirano hasta decir en medio de la vida ya no aguanto más.
Todas las formas de lucha son válidas, respetemos la que asuma cada quien como lo más sagrado de la Patria y dejemos a un lado los intereses personales, los odios de neceser y las ambiciones de querer ser antes que haber sido, así de complicado…
Ricardo Santiago.