Bueno, todos estamos claros que estos males, que estos terribles males, son intrínsecos a cualquier sociedad, a cualquier país y a cualquier régimen socio-económico, es decir, que estas desgracias, y otras más, muchísimas más, están presentes en la vida de todos nosotros porque, como dice mi amiga la cínica, son los despojos inhumanos de los seres humanos y valga la jerigonza.
Yo, en realidad, creo que una condición humana necesaria, muy necesaria, para el equilibrio de la vida, para acercarnos a la justa medida de las “cosas”, es el mal, que el mal también existe y funciona como complemento del bien, como un contrapeso para propiciar el necesario equilibrio pues de existir solo uno de los dos la vida aburriría de tanto “paraíso” o nos iríamos todos al carajo por tanto apocalipsis zombi y de los otros.
Nada, que nadie se salva, absolutamente nadie, en ningún lugar del mundo, de que le pisen un callo, de que le roben los moñitos cuando se vaya a bañar o de que le mienten la madre por abusador o por hijo de puta.
En el caso de nosotros los seres cubanos esto de las penas que me acongojan o de los males que a mi me matan, se han exacerbado, al dos mil por ciento, en los últimos años de nuestra amarga existencia revolucionaria, aunque algunos coinciden en que la explosión real de la violencia, del odio, de la corrupción, de la delincuencia, de la guapería barata, del crimen, de la maldad y de la barbarie en Cuba, sucedió realmente el mismísimo 1 de Enero de 1959 cuando fidel castro, respaldado por un pueblo atolondrado, embriagado, relajado e incapacitado, dio un golpe terrorista y se adueñó del poder, para no soltarlo jamás, hundiendo a un país en la peor crisis existencial vista y sufrida en toda la historia de la humanidad.
Ahora bien, yo tengo el criterio que los seres humanos, y cubanos, ni somos totalmente buenos ni somos totalmente malos, es decir que uno elige qué quiere ser en la vida, cómo quiere actuar y cómo quiere comportarse para sí o para con los demás, dependiendo de la cantidad de “chancletazos” que recibiera durante su formación y desarrollo.
Cuba es un país asfixiado por una crisis cruel, salvaje y despiadada desde hace la mar de años, un país destrozado por las malas políticas de un sistema socialista que ha quedado, absolutamente demostrado, no funciona en ningún lugar de este mundo, en ninguna época histórica de esta humana humanidad y en ninguna de las cuatro estaciones de este clima nuestro cada vez más “caliente” y más insoportable pues no puedo encender mi ventilador ya que “vivo” un apagón de más de veinte horas diarias.
Esta terrible crisis que sufrimos los seres cubanos nos ha provocado que, sin querer queriendo, muchos exacerbemos lo peor de nuestros “corazones”. En Cuba la gente mata por cualquier motivo, nos robamos los unos a los otros por amor al arte, nos extorsionamos sin ton ni son, nos agredimos salvajemente por los tamalitos de Olga, nos humillamos por odio y gratuitamente, nos desprestigiamos de frente y de espaldas, nos empujamos por necesidad y por placer y delatamos al vecino para tratar de salvarnos de tanta revolución y de tanta mierda.
Por Eso Me Fui De Cuba huyéndole al socialismo y a lo perverso en que nos hemos transformado la mayoría de los seres cubanos, a la maldad que ha inundado mi país alimentada desde las estructuras de ese falso Estado y de esa real dictadura castro-comunista que tanto daño nos causa como nación, escapando de una violencia social e individual que va creciendo en relación con cada milímetro del hambre revolucionaria que nos imponen día tras día y salvándome de no morir en cualquier rincón olvidado de un país que por perder perdió su integridad, perdió su dignidad, perdió su nacionalidad, perdió su historia y perdió su sentido de Patria.
Porque, en la vida real, se suponía que nosotros los cubanos, como hombres nuevos nuevecitos, no seríamos nada de eso, de lo maligno, quiero decir, se suponía que seríamos hombres de principios y amantes de la Patria pero, y esta es la parte en que tenemos que reflexionar todos, insisto, todos inclusive, en algún momento de nuestro “glorioso” destino torcimos el rumbo, nos embarcamos en chalupas de odio y muerte, nos trastornamos como masa compacta marchando hacia un ideal e hicimos de nuestro país, de nuestra vida y de nosotros mismos, un tremendo estercolero donde impera la barbarie, la muerte y sálvese quien pueda.
Si quieren pruebas les puedo demostrar…
Ricardo Santiago.