No tengo la menor duda de que el castrismo, sus servicios de inteligencia, sus sesudos de la sudoración apocalíptica, sus eméritos pensadores del pan tosta’o y sus gallinas ponedoras de los huevos infernales, han perfeccionado, durante estos 60 larguísimos años de dictadura, el “moldecito” para reproducir en serie a figurines y figurones que luego utilizan como “espantapájaros” para articular y desarrollar sus diabólicas campañas represivas y donde a algunos, incluso, hasta los sientan en el tibor sagrado de esa maldita revolución.
En la vida real se puede ser presidente de muchas cosas. Pasa que para llegar a desempeñar tan alto cargo, e insisto, de lo que sea, se requiere una preparación profesional del carajo, un talento excepcional, un carisma envidiable y un sexto sentido para saber desarrollar con éxito esta actividad y no hundir en la porquería una empresa y a quienes laboran en ella.
Pero la historia ha demostrado que en el caso de Cuba llegar a “presidente de cualquier cosa” nada tiene que ver con la capacidad intelectual, ni el carisma, ni el talento ni la cabeza de un guanajo, no, nada de eso importa, no importa si el tipo o la tipa destinados al cargo leyeron o escribieron bien: yo amo a mi mamá o mi mamá me ama, se hicieron caca o pipi en la escuela primaria, se comieron los mocos mientras la maestra leía Los Zapaticos de Rosa, les explicaron con las palabras exactas la teoría de la relatividad o, simplemente, cantaron desafinados aquella cancioncita, medio jodedora, que decía: “borriquito como tú, como tú, que no sabes ni la u, ni la u…”.
No, nada de eso le importa al castrismo, nada de eso vale porque lo único que “sirve” en Cuba, lo único que de verdad valora la revolución del picadillo para promover a sus “súbditos”, es que el fulano o la fulana sean chivatos, “comeyanquis”, manejables, pendejos, estén dispuestos a “fajarse” con el capitalismo, les gusten que los pisoteen, traicionen durísimo hasta a su propia sangre, sepan repetir como discos rallados “sí mi jefecito”, sean adulones, serviles, guatacas profesionales, perros hueveros al servicio del socialismo, uña y carne del secretario del partido y “mueleros” incansables repitiendo las diarreas mentales, absurdas, ridículas y estúpidas de la cucaracha, la cucaracha, ya no puede…, perdón, me equivoqué, de un fidel que vibra en…, ¿en dónde?
Pero bien, cuántas veces vimos en Cuba promover para “presidentes de cualquier cosa” a fulanejos despreciables, brutos, subnormales, melcocheros, incapaces y que tienen la mitad de un boniato como cerebro y la otra mitad atorada en la garganta, cuántas.
Porque definitivamente al castrismo lo único que le interesa, como dictadura totalitaria que es, tener en esos puestos de “dirección” a tipos que no sepan, ni puedan pensar, para manejarlos con facilidad con una manito metida por “detrás” y con la otra dispuesta para darles un buen tapaboca por si se confunden, por si osan, por si se hacen los graciosos y quieren salirse del “guión” de la revolución, del socialismo, de la patria y de fidel.
Desde niño siempre me cuestioné si en Cuba no había nadie lo suficientemente inteligente como para hacer producir la tierra, arreglar los problemas del transporte, echar pa’lante la economía, desarrollar una diplomacia coherente y con una política de buen vecino, resolver los problemas de viviendas, arreglar la mala educación, que pudiéramos comer pollo y mucho pescado cada vez que nos diera la gana, crear una sociedad justa y, sobre todo, que la vida fuera bien divertida y no cargada de esas macabras marchas del pueblo combatiente, mítines de repudio, discursos en la Plaza, colas descomunales pa’ comprar dos libras de papas, un calor y una sed que parten el alma y que nuestros hijos no quisieran cambiar desesperados la chivichana por cuatro tablas para lanzarse al mar bravío.
Y es por todo eso, para abreviar, que “ya es muy tarde”, que nos sonaron a la cañona a ese burdo, pueril y esmerila’o sujeto como “presidente”. Un tipo que reconoce públicamente su papel de segundón y que la obediencia y la “transparencia” para con sus amos es sagrada y en ella se juega la vida antes que ser desprestigiado como otros, que le antecedieron, y que se las dieron de cabrones pensando que el turrón de maní es carne y se dieron tremendos atracones, con lo indigesto que es el maní.
Y parafraseando a fidel castro en su última “genialidad” antes de ñampiti: “Con el castrismo no se juega, con el castrismo mientras menos inteligente sean más larga vida tendrán aunque, les guste o no, siempre tendrán la soga, como la mierda, bien apretadita alrededor del cuello.”
Ricardo Santiago.