Lo asfixiante, lo desgastante, lo sufrible y lo jodido de vivir en Cuba bajo el régimen castrista.



A los seres cubanos debían construirnos un enorme monumento, en medio del Golfo de México, bien a la vista del mundo entero, donde queden registradas, para toda la eternidad, nuestras angustias, nuestros sufrimientos, todo cuanto hemos tenido que soportar, las miserias, el abandono, el llanto, los dolores de barriga, los suicidios, el sacrificio en vano, la rabia, la desilusión y, sobre todo, los cientos de miles de víctimas, puros cubanos, que yacen allí perdidos en cuerpo y alma al tratar de escapar del horroroso infierno en el que, fidel castro, y sus delincuentes apandillados, convirtieron nuestro país desde hace más de 60 larguísimos años.
No creo que exista, en toda la historia de la humanidad, otro país que pueda avergonzarse de tamaño “holocausto” migratorio, de tal depredación de su pueblo y de tan cruel exterminio sistemático de hombres, mujeres y niños que se han lanzado al mar huyendo de algo tan insoportable como es la precaria vida que te obligan a “vivir” con el socialismo.
Para nadie es un secreto, solo para quienes quieren ser cómplices de ese brutal régimen dictatorial, que la vida en Cuba, la de respirar, “coser y cantar”, es una verdadera agonía porque los seres cubanos, ni siquiera disponiendo de “algunos” recursos económicos, la tienen fácil pues allí todo, absolutamente todo, se convierte en una espantosa odisea en la que muchos tienen que dejar la gandinga para “agenciarse” el “pan nuestro de cada día”.
Y quienes no tienen nada, es decir, los seres cubanos que por desgracia, o por obligación, tienen que traquetearla dependiendo solo de un mísero salario, o de una ridícula pensión, el cielo se les une con la tierra sin que tengan siquiera la más mínima oportunidad para quejarse pues, desde hace la mar de tiempo, perdieron la esperanza de que esa maldita revolución acuda en su auxilio y se quedaron, colgados de la brocha, con los millones de promesas que les hiciera un régimen que nos engañó a todos con esa mierda de que si me pides el pesca’o te lo doy.
A casi todos los cubanos nos cortaron chapuceramente el pelo el 1 de Enero de 1959. Mientras el castro-comunismo perfeccionaba secretamente su sangrienta maquinaria de corrupción, de propaganda mentirosa, de extorsión, de hambrunas cíclicas, de racionamientos, de lavado de cerebros, de patria o muerte, de sacrificios eternos, del “pan” de la bodega, del jabón Batey, de que se vaya la escoria, del último pa’ comprar las papas, de un par de zapatos al año por cabeza, de los agotadores desfiles revolucionarios y de un sofisticado y maquiavélico programa de adoctrinamiento a favor de su depredadora ideología, nosotros, la gran mayoría del pueblo cubano, tan inocentes y tan comemierdas como fuimos, nos íbamos en ríos de entusiasmo, de alegría proletaria, de altruismo a favor de un esperpento traidor que nos utilizó para construir, de gratiñan, a pelo, a la trompa’, al tin marín de dos pingué, la enorme y gigantesca prisión en la que convirtieron a nuestra Cuba querida y en la que, sin remedio, nos condenaron a todos a una muerte por inanición, por sed, por oscuridad, por picaduras de mosquitos, por convivir con aguas albañales, a ser aplastados por ilógicos derrumbes, por excesos de “revolución” y, lo más terrible, a matarnos entre nosotros mismos por un pedacito de pollo, un cachito de pan o un amarguísimo buchito de café sin leche.
Y es que las mismas inoperancias, improductividades, estupideces, mediocridades e ineficacias del socialismo generan la peor violencia social que puede soportar una sociedad. El desabastecimiento en Cuba es crónico y el castrismo lo sabe, lo propicia e, incluso, lo esgrime como táctica para mantener al pueblo desgastándose en el pugilato constante y así disminuir la posibilidad de un estadillo social pues, según sus cálculos, los cubanos llevamos más de 60 años soportando la misma miseria y ya la hemos asumido como algo muy natural en esta perra “vida” que nos ha tocado vivir.
Pero esto es una bomba de tiempo, una definitiva explosión social que sucederá de un momento a otro pues desde hace mucho tiempo el castro-comunismo sobrepasó los límites de la decencia y, con sus políticas fascistas, represivas, destructivas y controladoras, ha convertido a Cuba en un enorme polvorín que, cuando estalle…
Los cubanos estamos cansados de tanta porquería de revolución y tanta basura de socialismo, invertimos casi el cien por ciento de nuestros esfuerzos en “gestiones” que no conducen a nada y solo vemos cómo la vida, la de coser y cantar, se nos escapa angustiosamente entre conseguir la leche pa’ los niños y márcame en la cola que por fin llegaron los huevos…
Ricardo Santiago.



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