Los “cederistas” de Otaola, un torbellino de “pasiones” serviles y sectarias.

Hace algún tiempo, no muy lejano, en esta galaxia tumultuosa, pandillera y conspirativa, salió a la luz pública, clandestina y traicioneramente, un oscuro chat de amiguitos vamos todos a cantar, donde se podía apreciar, con total claridad, pese a lo tenebroso de su contenido, cómo un grupo de “ovejas”, muy bien amaestradas por su “pastor” de las tinieblas, despotricaban abiertamente contra los adversarios del nuevo abanderado de las redes sociales, organizaban campañas “publicitarias” contra quienes consideraban enemigos del “príncipe” de lo prohibido y proponían la destrucción, total y definitiva, salida definitiva del país, de quienes, por h o por b, decidían discrepar del “mayor opositor” del régimen castrista, cayéndoles encima, con tal rabieta, que muy pocos, pero muy pocos, lograron salvarse de tan coléricas dentelladas.

Esto, si fuera una simple cofradía de descerebrados disfuncionales, una secta de incompetentes y aburridos sicarios de la diversidad o una simple pandillita de defensores de la mediocridad, pudiera parecer un chiste y algo que no debía tratarse con seriedad, pero, atendiendo a la enorme cantidad de seres cubanos a los que han logrado “convencer”, a mi, por lo menos a mi, me asusta mucho pues me parece estar asistiendo, una vez más, al nacimiento de otra nación de tontos útiles que, los que tenemos algo de sentido común, sabemos que no funciona, que no progresa y que solo sirve para afianzar en el poder y permitir que se enriquezca, un nuevo grupúsculo de criminales, de delincuentes y de ladrones, que solo buscan vivir del sudor de los demás sin que ellos tengan que disparar ni un chícharo.

Al final yo creo que el ser cubano, en sentido general, se ha adaptado y acostumbrado un poco, o mucho, a esto, es decir, a tener un supuesto líder que «grita» las cosas que nosotros tenemos que decir, que piensa por todos nosotros y que toma hasta nuestras propias decisiones pues, con el cuento de que es el “elegido”, se arroga el derecho de hablar en nombre de una comunidad que, precisamente, basa su existencia en la variedad de criterios, en diferencias reconciliables e irreconciliables y en una enorme cantidad de gustos y disgustos.

Yo digo, es más, afirmo con total seguridad, que lo que más daño le ha hecho, a este candidato de nuevo tipo, es precisamente esta secta de secuaces incompetentes que solo buscan mantener “inmaculada” la imagen de su protector, incluso, inventándole falsas leyendas de “luchador” contra la tiranía castro-comunista en Cuba, de defensor de los derechos de la comunidad de las letras, también en Cuba, y de opositor furibundo a las políticas criminales de un régimen que, por más de sesenta y cinco larguísimos años, ha destruido a un país, ha desmembrado a los cubanos y a hundido a toda una nación en el lodo y en la mugre, precisamente hablando en nombre de todo un pueblo.

Hablar o escribir, escribir es mi caso, contra la dictadura castrista, desde las redes sociales, es fácil y un poquito seguro, esto, para mi, no tiene ningún mérito, por eso no creo justo que se convierta en “bandera” a locutores de la libertad por encima de quienes allá, en la concreta, entregan sus vidas diariamente en prisiones, bajo represiones físicas y mentales, en persecuciones, pasando hambre, miseria, desesperación o muriendo de locura.

Pero bien, en esta secta de “influencers” y youtubers podemos encontrar una fauna muy diversa, individuos en su mayoría resentidos, grises, con un pasado castrista que han tratado, por todas las vías, de ocultar o minimizar esta tradición para hacer más creíble, y creen que lo han logrado, su posición actual de guerreros contestatarios y de únicos dueños del camino, de la verdad y de la vida.

No voy a mencionar nombres porque aquí to’l mundo sabe quienes son y mencionarlos, a mi, por lo menos a mi, me provoca cierto asco y repugnancia pues creo, considero fervientemente, que un ser humano, y cubano, debe, tiene que ser consecuente con su pasado, con su presente y con su futuro.

Por último una pequeñita idea que me viene dando vueltas desde hace tiempo, mucho tiempo, estos miembros del chat de los tuberculosos mentales, o del “cedeerre” miamero, siguen a su pastor por amor, por vocación, por admiración, por deseo o persiguiendo algún que otro puestecito en esa futura alcaldía atolondrada, vaya, pregunto yo…

Ricardo Santiago.

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