Los cubanos, lo que somos los seres cubanos, ya tocamos fondo…

Es cierto, pues basta con echarle una mirada, una simple mirada a nuestra Patria que se ha quedado ciega y no puede contemplarnos orgullosa, para darnos cuenta que Cuba está deshecha en pedazos, que nuestra querida islita “flota” como por lástima sobre el mar, que nuestro país es hoy uno de los más miserables del mundo y que nosotros los seres cubanos, como pueblo, somos las personas que más odiamos, que más envidiamos, somos los seres humanos que más nos auto-dividimos y somos la nación más desarraigada de su propia tierra porque muchos nos fuimos, nos largamos de aquel maldito infierno, y los que aun quedan, en su inmensa mayoría, están esperando una oportunidad, la más pequeña oportunidad, para librarse de tan horrible penitencia.

Porque unos por dolor de estómago, una penita que no se quita con ningún cocimiento, otros tras la huella de tus calcetines en “flor” y los de más allá por andar detrás del dólar, del verde que te quiero verde, parece, y no creo equivocarme, que nosotros como nación, como pueblo partido por un partido que nos parte al medio, es más, como país fragmentado, seccionado, quebrado, roto y seco, nos hemos despetroncado sin remedio por el abismo de las sandeces, de las letrinas de campaña, de las lentejuelas, de los espejismos traicioneros, del mantón de Manila o de un vestido chinés.

Y todo se traduce en lo que nos hemos convertido y hoy somos como pueblo, en sentido general, quiero recalcar, para que no salga nadie diciendo que mis palabras le ofenden, es decir, hoy somos un pueblo que ha elevado la vulgaridad, la chusmería, la falta de sentido común y las traiciones, a su más intensa expresión, nos hemos especializado en auto-destruirnos como nación sin que nada nos importe y hemos convertido a Cuba, a Cuba qué linda es Cuba, en un retrete latinoamericano, en un escusado de mentiras y en una calamidad miserable y lastimosa, por nuestra falta de civismo, por nuestra ausencia de patriotismo y por nuestra fácilmente quebrantable vergüenza nacional.

Los que aun les queda memoria saben que nuestro país nunca fue así, nunca estuvo en un estado tan deplorable físico y espiritual, que nunca asemejó tamaño escupitajo, ni trasmitió una imagen tan mugrienta pues con todos los defectos que pudo tener nuestra imperfecta República, ay qué República era aquella, con toda la inexperiencia y con toda la temida corrupción imperante de aquella época, éramos una nación próspera, una nación educada, una nación cívica y teníamos a un pueblo casi feliz.

Hoy no, hoy si te he visto ni me acuerdo, hoy cambiamos ciento ochenta grados en nuestro repertorio “musical” por, desde el 1 de Enero de 1959, querer hacernos los “independentistas” y los anti-imperialistas, por creernos los bárbaros de la película y por seguir las ideas y los pasos del peor tirano, del más incompetente “estadista”, del más auto-suficiente insuficiente “comandante en jefe”, que le pudo tocar, a pueblo alguno, en toda la historia de la humanidad.

Pero yo insisto, a mi, lo que es a mi, me gusta ponerle los puntos a la materia orgánica en descomposición y decir, por ejemplo, que la mayor parte de culpa en tal destrucción física y moral es nuestra, que la mayor responsabilidad en la mierda de país que hoy tenemos es nuestra y que nosotros, los seres cubanos, somos los principales protagonistas de la película de muy bajos recursos que hoy mal exhibimos en nuestros antiguos e innumerables “cines de barrios”.

Yo estoy por creer que lo nuestro, nuestro premio lo nuestro a la mayor imbecilidad sostenida y generalizada por más de sesenta y seis larguísimos años, no tiene remedio, no tiene solución y que tanta inmundicia acumulada en nuestras calles y en nuestra conciencia ciudadana, va a terminar por hundirnos en el mar sin conquistar ni un ápice de gloria, sin que las nuevas generaciones toquen el cielo con las manos y sin que nuestros abuelos, es decir, las generaciones que se sacrificaron equivocadamente para construir el socialismo en Cuba o sostener a esa asquerosidad de régimen que dicen nos mandaría la leche condensada por tuberías hasta nuestra casa, puedan tomarse un vaso de leche calientica antes de irse a morir, puedan descansar en paz como Dios manda o puedan tener una muerte digna como se supone sea un derecho de quienes lo dieron todo por esa maldita revolución de los apagones más largos de la historia.

Yo digo que los cubanos estamos en lo último del precipicio y que desde abajo, desde tan abajo como estamos, solo podemos subir si somos capaces de darnos la mano y ayudarnos los unos a los otros sin odio, sin vulgaridad, sin traicionarnos y sin quítate tú pa’ ponerme yo, así de simple…

Ricardo Santiago.

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