Cuando usted piensa que lo ha visto todo de nosotros los cubanos, es decir, cuando usted asegura que nada que emane de nuestra comunidad lo va a sorprender, entonces aparece algo o alguien que, mediante una simple exposición de “criterios personales” le hace caerse para atrás, le vuela la tapa de los sesos, lo obliga a poner el grito en el cielo o, sencillamente, le provoca una vergüenza ajena muy grande o una de esas penas que a mi me matan.
Nosotros los seres cubanos, como he dicho anteriormente, muchas veces, somos algo muy serio, somos una “raza” digna de someternos a un estudio coherente y lúcido pues eso de ser revolucionarios, eso de ser marxistas-leninistas, de creernos más comunistas que nadie y de ser los abanderados en el mundo en la creación del hombre nuevo-nuevecito, yo digo que nos ha trastornado, yo afirmo que nos ha idiotizado y yo aseguro, con todo el rubor que provoca pues soy uno de ellos, que nos ha convertido en la burla del planeta pues no se puede pretender creer que somos los más inteligentes, que somos los más lindos, que somos los más aventajados y que somos los más valientes, cuando nuestra realidad, nuestra simple y mediocre existencia, nuestro producto interno bruto y la vida que nos rodea, desmienten cada palabra y cada grandilocuencia nuestra.
Así mismo nosotros nos creemos que, por ejemplo, tenemos la mejor playa del mundo, somos los tipos más fogosos en la cama y en la pared, nos preciamos de haber inventado el arroz frito, nos comemos a los americanos vivos si nos “invaden”, nos tomamos la sopa de pie y con tenedor, fuimos los primeros en mandar a Matías Pérez pa’ La Luna, ninguna mujer del planeta camina como la mujer de Antonio, nadie hace unos tamalitos como los de Olga, del quimbombó que resbala pa’ la yuca seca ni hablar, nuestro sistema electoral es el más transparente que existe, nuestros obesos dirigentes comunistas no son corruptos, mira la batea como se menea, el agua de Milordo es nuestro fluido nacional, tenemos la bandera más hermosa y @alexotaola es el más frontal, el mayor látigo, contra esa perversa dictadura castro-comunista.
Y es que, como bien una vez muy sabiamente nos definieron, nosotros los seres cubanos o no llegamos o nos pasamos, o nos quedamos cortos, muy cortos, o exageramos más de la cuenta por tal de sobresalir, por tal de destacarnos y de hacernos notar, cuando al resto de la humanidad no le importa y, lo que es peor, cuando nosotros no les interesamos a nadie ni una pizquita, ni un tin, en esta absorbente inmensidad.
Porque si algo tenemos que entender, aunque nos hayan adoctrinado con todo lo contrario, es que no somos el centro del mundo, no somos los mejores en nada de lo que tanto alardeamos, no tenemos la mejor playa del mundo y, aunque nos quede un tantico así para convertirnos en antropófagos de nosotros mismos, no nos comeremos a ningún americano vivo con cuchara o tenedor, con uno de los dos, con los dos no porque somos un país “bloqueado”.
Yo, al menos yo, nos perdono por tanta grandilocuencia barata y nos justifico un poquito por tanta exageración del absurdo cotidiano.
Es que desde el 1 de Enero de 1959, es decir, durante más de sesenta y seis larguísimos años, mediante una educación, perdón, una instrucción amañada, adoctrinadora, parecida más a una lavativa cerebral que a mi mamá me ama, nos hicieron creer, nos obligaron mediante la guerra de todo el pueblo y un sádico terror de Estado, que nosotros los cubanos éramos invencibles, que nos podíamos subir a los arboles sin calzoncillos, que inventamos las revoluciones sociales, que nos podíamos pasar muchos días sin comer y tan felices como siempre, que soportamos cualquier dolor sin necesidad de analgésicos, que somos inmunes a la peste a grajo y a la de los basureros en cada esquina de mi barrio y que teníamos, es más, que tendríamos que enorgullecernos, con pasión y sin prejuicios, de tener a los mejores líderes estomacales del universo, tanto en el partido comunista como en esta “oposición” que gira y gira alrededor de los Grants, de las donaciones, de las subvenciones y de la libertad, de la tan vilipendiada libertad que si te he visto ni me acuerdo.
Ah bueno, quien quiera continuar exagerando nuestra mediocre realidad que lo haga, yo, al menos yo, como buen aprendiz de practicante de la democracia universal, lo voy a respetar pero, a conciencia, me voy a separar un poquito para que no me salpiquen tanto chovinismo, tanta altisonancia y tantas exageraciones de telenovelas.
Ricardo Santiago.