El mundo entero, los que apoyan y quienes aborrecemos a la dictadura castrista, tenemos los ojos puestos en La Habana porque: ¿Qué hará Raúl Castro, el próximo mes de Abril, después de cacarear tanto que se “retira” de la vida loca, perdón, pública?
Parece esta una pregunta simple e inofensiva pero no lo es porque la pantera rosa del castrismo, después de cambiar la fecha de su “jubilación” varias veces, convirtió un tema tan serio en un relajo serpentinero, ya nadie le cree y terminaron cogiéndolo pa’l bonche.
La expectativa de los cubanos es grande porque se supone, la lógica indica, la decencia y la “jurisprudencia” dictan que quien ocupe el cargo de neo-dictador de Cuba no puede llevar el apellido Castro ni ser uno de esos viejos cagalitrosos que se hacen llamar los comandantes históricos de la revolución. Los apellidados Castro porque son unos vividores, sinvergüenzas y descara’os todos y los “históricos” porque tienen sus cuerpos, sus manos y sus almas manchadas con la sangre de millones de cubanos
Lo otro, lo que todo el mundo quiere, es decir, la transformación de Cuba, de un país aplastado por una tiranía desde hace casi 60 años, a una nación verdaderamente democrática, sólo puede suceder cuando Raúl Castro muera, se acaben los compromisos “políticos” y los mandos militares “jóvenes” se rebelen, desplacen a la oligarquía castrista del poder y convoquen a elecciones pluripartidistas libres.
Pienso así porque Raúl Castro, devenido por obra y gracia del nepotismo en “Mariscal de la mayor de las Antillas”, mientras respire tendrá a todo el aparato castro-represivo protegiéndolo porque este dibujo animado del comunismo tiene mucho por lo que pagar y, además, tiene los bolsillos desbordados con el dinero, las riquezas y las libertades del pueblo cubano. Así de sencillo.
Raúl Castro es culpable y responsable directo de la muerte de miles de cubanos. Raúl Castro es dueño de una vasta fortuna en dólares americanos y en euros. Raúl Castro no atesora ni un solo peso cubano. No le interesa. Le pueden revisar los bolsillos, las gavetas y debajo del colchón y no le encontraran ni a un Martí, ni a un Maceo y ni a un Máximo Gómez.
Raúl Castro de joven tenía una imagen “tierna y afeminada” y de anciano se parece a la Dama de las Camelias, pero cuidado, ojo, advertencia, warning, santíguate, camínalo pero no lo corras, no te confundas que detrás de esa apariencia de costurera cariñosa que le ha acompañado durante toda su vida se esconde un asesino despiadado, un llorón vengativo y un segundón aguanta golpes capaz de esperar con paciencia el mejor momento para saltar, morder y matar.
Dicen las buenas lenguas que Raúl Castro fue el principal artífice del asesinato de Camilo Cienfuegos. Dicen también que le tenía tremenda envidia porque el “desaparecido” representaba todo cuanto él no era: hombre, barbudo, valiente, anti-comunista y macho, que parece lo mismo que ser hombre pero que no lo es.
La hija de Raúl Castro, Mariela Castro, ha tenido dos matrimonios con extranjeros, que cada cual piense lo que quiera, pero la realidad es que a ambos los han utilizado como testaferros de la fortuna familiar y como una “forma de lavado de dinero” que algún día las agencias pertinentes tendrán que investigar.
Calladito y tapadito, porque se ve más bonito, ese guayabito, dejó que el difunto del meteorito de Santa Ifigenia se “robara” las cámaras y la atención de la opinión pública internacional, mientras él y su ambiciosa familia reunían pesito…, perdón…, eurito a eurito, conciencia a conciencia, tracatanes a tracatanes y pendejos a pendejos todo cuanto les fuera útil hasta tener el control total de la economía cubana y, lo más importante, las prohibiciones y las confiscaciones que a la postre son los pilares fundamentales de cualquier dictadura del proletariado.
Para nadie es un secreto que la inmensa fortuna de fidel castro, gran parte asentada en Bancos Internacionales, no estaba a su nombre, figuraba en cuentas de terceros que eran rehenes de la dictadura castrista, por ende, como es natural, todo ese montón de money-money pasó, como ley primera de la “república rauliana”, a nombre de…
Dicen también los que saben, entre ellos mi amiga la cínica, que este es el motivo real de la bronca silenciosa y criminal entre los “cousin” Castro que ya le costó la vida a uno de ellos y que a los otros, si se siguen haciendo los graciosos, les va a pasar igual: ¡Ay… se resbaló…!
Ricardo Santiago.