Los “opositores” cubanos y las batallas del General “GRANT”.

Yo digo, lo afirmo categóricamente, con cien por ciento de responsabilidad y por mis pensamientos, que es una vergüenza superlativa, un bochorno tremendo y un desprestigio mayúsculo, entre otro montón de nauseas del cuerpo y de la mente, ver a tantos “opositores” cubanos, a tantos y tantos “contrarrevolucionarios”, “combatientes” ellos que se autodenominan anticastristas, en tan desagradables y anti-patrióticos tira y encoge, dime que te diré, yo si “hice” en Cuba y tú no, la peste el último y el primero se la traga, yo tengo más seguidores que tú, pide un Grant y lo partimos al medio, te voy a demandar por pendejo, tú eres chiva y mi dinero es mi dinero o mi Grant es mi Grant.

Y esto sucede, desgraciadamente, a diario, a cada segundo de nuestra trágica realidad casi humana, como si no existiera nada más importante, nada más vital u objetivo, en medio de esta gran crisis de vida y de muerte, de este desastre monumental que ya tiene más de sesenta y cinco larguísimos años, que los egos personales de fulanitos y fulanitas, que el control manipulado de una audiencia entusiasmada, que sumar seguidores, vistas y me gusta, que compartas lo que yo digo para que Youtube me suelte un money, que fui yo el primero en dar esa noticia y que el día que Cuba sea libre, si es que sucede, vamos a ver a como tocamos.

Pues así andamos la mayoría de los seres cubanos, sumergidos, hundidos hasta la lengua, hasta la garganta, hasta la vergüenza, en un profundo estercolero de intereses personales, de rencillas partidistas y de las otras, de arrogancias belicosas, ahogándonos en los bretes y en los chismes de una farándula política, intrigante y grosera, en medio de las manipulaciones festinadas de dos cúpulas que gobiernan a sus anchas en las dos orillas, a merced de una aristocracia disidente surgida de entre los donativos, los premios, los préstamos y los anunciantes de un sufrido exilio, víctimas del odio y el desprecio de quienes, en francas actitudes delincuenciales, han logrado amasar suculentas fortunas, adquirir valiosos bienes y raíces, vivir sin trabajar y comer de lo que pica el pollo mucho más, pero muchísimo más, que la mayoría de nosotros los seres cubanos.

Es triste pero cada vez está más claro, más que claro, que la tan manoseada lucha por la libertad de Cuba se ha convertido en un gran negocio, en un gran descaro, en una gran fuente de ingreso económico que mueve millones y millones de dólares, en un gran circo mediático de influencias para acceder a puestos políticos y en una forma, muy mezquina por cierto, de obtener fondos del gobierno de los Estados Unidos que, supuestamente, se destinan para fomentar la democracia en diferentes partes del mundo.

Es evidente que esa democracia, a pesar de que en estas seis décadas muchos cubanos, en nombre de luchar por nuestra libertad, han recibido esos fondos, que además se calculan en cientos de millones de dólares, no ha llegado a Cuba, a la democracia me refiero, no le ha tocado al pueblo cubano, no nos ha rozado siquiera por un costado, no la hemos visto ni de casualidad y sí le ha servido, a estos cabroncitos de los Grant, para adquirir buenas mansiones, para financiar sus propios inventos, para vivir del cuento cubano, para crearse vidas prestadas y para mantener, con sus actitudes de falsos disidentes, la gran desgracia nuestra que, como dije anteriormente, tiene más de sesenta y cinco larguísimos años.

Yo también digo que estos sujetos hacen evidente, muy evidente, que pedir la tan necesaria unidad cubana para enfrentarnos al castro-comunismo es un sueño, algo irrealizable y hasta ridículo pues queda demostrado que, a esta aristocracia opositora y a su corte de entusiasmados, no les conviene liberar a Cuba del castro-comunismo pues no tendrían justificación para seguir pegados a la teta del contribuyente norteamericano.

Si la dictadura castristas y sus secuaces son los responsables directos de la horrible destrucción de Cuba, de nuestra miseria, de la indigencia de nuestros corazones y del agua de Milordo sin azúcar prieta que hoy tenemos que empujarnos, estos combatientes unidos por los Grant, por las donaciones y por los préstamos, también tienen su enorme cuota de responsabilidad, de participación y de culpa.

Una vez más le pido a todos los cubanos, a todos los seres cubanos, que abramos bien los ojos y no nos dejemos pasar Grant por liebres porque, al final, no nos va a tocar ni un quilo prieto partido por la mitad…

Ricardo Santiago.

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