La dictadura que hoy preside con todo “honor” Raúl Castro es endemoniadamente machista aunque, por muchos años, muchísimos, la han querido disfrazar con el manto de que en Cuba existe la “igualdad plena de la mujer”.
Pero puras mentiras, la mujer cubana, por muchas razones, se ha convertido en la víctima fundamental de un régimen que ha promovido el desorden, la violencia de género, la falta de respeto, la indolencia y el maltrato físico y espiritual.
Todos deberíamos exigir que se imparta una asignatura en las escuelas, en todos los niveles de enseñanza, con carácter obligatorio, donde los varones aprendan a ser caballeros y las hembras a exigir y valorar la caballerosidad.
Un hombre, genitalmente hablando, no siempre es un caballero, es más no están reñidas las excelsas cualidades de un caballero a los genitales de varón. No todos los homosexuales son “maricones” ni todos los hombres son machos-cabríos con la melena alborota’. Existen homosexuales muy hombres y hombres, “muy varones”, verdaderas ratas de alcantarilla con las piernas flojitas y la lengua suelta cantidad.
La caballerosidad es una condición, una especialidad de la vida mucho más difícil de vencer, como valor humano, que cualquier maestría en física cuántica, matemática aplicada, teoría de la literatura o la de un “intelectual comprometido” que quiere vivir en los marañones de la estancia. La caballerosidad es un nivel superior que sólo se alcanza cuando somos capaces de derrotar la vulgaridad, la indecencia, la apatía, el oportunismo, el machismo, el feminismo y la intolerancia. Así de fácil.
Asusta, estremece, desordena, aterroriza y “acojona” ver la pérdida de los valores más elementales de un caballero en las sociedades contemporáneas, cualquiera, sin importar ideologías, posiciones económicas, filiaciones religiosas y, fundamentalmente, en los malévolos regímenes socialistas donde el pueblo solo se parece al pueblo y quienes los dirigen se dan un “aire” a los hombres más ricos del mundo.
La igualdad entre un hombre y una mujer sólo es real si los hombres somos verdaderos caballeros en nuestro comportamiento, respetuosos de la belleza implícita en cada fémina, considerados de la necesidad de compartir la vida con nuestras compañeras en su justa proporción, amantes amantísimos de todo cuanto emane de ellas y fieles responsables de provocarles felicidad la vida entera.
He aprendido con los años, y los chichones que nos fía la vida, que la primera libertad de los seres humanos se logra cuando somos capaces de entender que el respeto es sinónimo de evolución, crecimiento, libertad y vida.
Es por eso que las dictaduras comunistas promueven la vulgaridad, la violencia, la traición y el machismo en su forma más atroz.
El machismo es a las dictaduras como el paredón de fusilamiento, las cárceles, los desaparecidos, los desterrados y las torturas físicas y mentales a los tiranos, dictadores, edecanes y promotores del socialismo.
Una de las grandes crueldades de las dictaduras comunistas es convertir a las mujeres en practicantes y defensoras de su machismo.
En Cuba, los cubanos, sabemos bastante de eso porque lo vivimos en carne propia.
fidel castro y “sus mujeres fieles y seguidoras”, ideológicamente hablando, se lanzaron a “defender a la mujer cubana” buscando una “igualdad” que cayó en el más estúpido absurdo y en un mortal igualitarismo dentro de una sociedad que nunca dejó de discriminarlas.
Así, según las nuevas “feministas” de la revolución con minúscula, la mujer debía y tenía que participar con los hombres, de tú a tú, hombro con hombro y piernas con piernas, en las tareas de la construcción del socialismo y reventarse el alma, las manos y el cuerpo contra bolsas de cemento, pilas de ladrillos, surcos enormes e infinitos sembrados de caña de azúcar, fusiles fríos y responsables de matar la vida, camiones con cargas inútiles y cuanta mierda pesada existiera para engrandecer la moral socialista y la consolidación de una revolución que no era otra cosa que una dictadura enfilada contra ellas mismas.
Hay mujeres a las que les gusta realizar tareas fuertes y eso es respetable, pasa que una cosa es la elección y otra la obligación. ¿Cuántas mujeres conocimos trabajando en la construcción (micro-brigadas) como la única forma de poder acceder a un mísero y mal hecho apartamento para sus hijos? ¿A cuántas madres vimos agotarse innecesariamente en labores agrícolas para hacer méritos y ganarse el cupón para comprar refrigeradores u otros efectos electrodomésticos necesarios e imprescindibles para sus hijos?
Repito: La mujer cubana es una de las víctimas fundamentales de esa maldita dictadura castrista. La madre cubana es quien mejor entiende del oprobio que nos impuso esa revolución porque carga en sus manos y en su alma el dolor, las angustias, las frustraciones y el hambre de sus hijos.
Quienes quieran entender realmente qué significan TERRORISMO DE ESTADO y GENOCIDIO CONTRA TODO UN PUEBLO que le pregunten a cualquier madre cubana.
Ricardo Santiago.