La Revolución cubana es homófoba, triste y bochornosamente homófoba, que a nadie le quede la menor duda. Lo llevan calado hasta el tuétano empezando por su máximo líder, el de perfil griego e imagen varonil lanzada al mundo como prueba de gallardía, valor y como la verdad más tangible de que un “hombre” puede vencer a los americanos y “a quien sea”.
No hay medias tintas, no puede haberlas porque los barbudos de la Sierra, hombres a todo, de puro pelo en pecho, derrotaron al imperio sin apenas armas ni municiones, a “cojones limpios” (testículos recién lavados), aunque muchos aseguran que eran una pandilla de malolientes degenerados.
Una vez en el poder quisieron erradicar de la patria a todo aquel que no tuviera su mismo tufo, persiguieron sin cuartel, y con cuartel, a todos los cubanos de buenas maneras, a los de voz chillona y a las de voz grave y envalentonada, a los pensadores, a los de vestir diferente, a los de caminar alegre y amar distinto, sobre todo a estos últimos que: “son los más peligrosos porque son una lacra del pasado”.
Entonces inventaron al hombre nuevo, macho, macho y re-macho, que habla fuerte y camina derechito y ajustado, que hasta tiene un bigotico y se viste con pantalón corte recto y camisita a cuadros (algún día alguien tendrá que explicar por que en los 70s y 80s solo vendían camisas a cuadros en las tiendas). Lindo, muy lindo, este es el verdadero revolucionario, el que nos va a representar ante el mundo, el mejor ejemplo de un patriota y el que va a demostrar que los cubanos de ahora solo amamos para un solo lado.
Yo caí en la trampa, no lo voy a negar, por un tiempo fui “hombre nuevo” y use camisitas de esas, hasta una vez le negué mi espacio a un amigo que me confesó su homosexualidad y me pidió de favor si podía traer a su novio y participar como pareja en una de nuestras fiestecitas casuales (no me va a alcanzar la vida para arrepentirme). Si, fui un “hombre nuevo” hasta que no pude más, hasta que comprendí que de amores de todos los tipos está repleto este mundo y que todos son lindos y que la excusa para odiar es el puro miedo o el terror a lo que escondemos, a lo que no queremos que nadie sepa.
La Revolución cubana es malditamente homófoba, cruelmente intransigente y despiadadamente intolerante. Lo será siempre porque esa es su razón de ser y su esencia, nunca cambiará aunque usted oiga ahora conguitas festinadas y banderas de muchos colores ondeando sin mucho viento que las sople, sin mucha verdad tras palabras civilizadas o sin mucho amor por el solo hecho del amor.
Triste.
No se quien eres pero parece que no fuiste a Cuba desde hace muuuuuuchos años!
si hahias escrito eso en los años ochenta te daria razon, pero hoy en dia, el problema del machismo esta en la cabeza de los guagiros como en cualquier otro pais de america latina.
Ponte al dia!