Mirando así, despacito, y tal como van las cosas, tendremos dictadura pa’ rato…

¿Usted cree que no? ¿Usted piensa que vamos bien? ¿Usted aspira a construir una Cuba nueva con el material que tenemos? ¿Usted cree que esos “opositores” realmente luchan por la libertad de Cuba?

Yo digo que el patriotismo, la verdadera razón por la que nos enfrentamos al castro-comunismo, las genuinas ansias de libertad y el altruismo de muchos que, desde el mismísimo Enero de 1959 ofrendaron hasta sus propias vidas por una Patria libre de esa execrable plaga de bandidos, de ladrones, de criminales y de hienas amaestradas, ya queda muy poco, poquísimo.

Los reales opositores al régimen castro-comunista se pueden contar con los dedos de las manos y te quiero pero me quedo corto. La guerra necesaria que tenemos que librar los seres cubanos contra el monstruo fidelista se ha convertido en un lleva y trae, se transformó en una cogioca universal del dinero del contribuyente o de algún que otro entretenido, en una intestina lucha de poder entre quienes dicen yo hice más que tú cuando estaba en Cuba, tú nunca hiciste nada, yo soy un anti-comunista de última hora, mi prisión fecunda justifica que yo pida dinero y para mi la libertad de mi Patria son cuatro pesos en el bolsillo, una finca, una casa en la playa, un hombre o una buena mujer, depende del gusto de cada cual.

El panorama que se avizora es bien feo, es muy triste, deja mucho que desear y asquea.

La realidad es que una buena parte, muy importante, del enfrentamiento contra el castro-comunismo, se desarrolla en las redes sociales. La dictadura deja muy poco margen, con su excesiva represión, la prohibición extrema de todas las libertades y el brutal adoctrinamiento a que sistemáticamente somos sometidos los cubanos, para que dentro de Cuba se pueda desarrollar con éxito la tan necesaria guerra de independencia que tanto necesitamos los seres cubanos.

Por eso me voy a referir a lo que se ve, a lo que observamos a diario, al ejército de youtubers e influencers que con “machete” de palabras, taburete en mano y gritos sensacionalistas, cabalgan cada día arrancando pescuezos, mutilando voluntades, desprestigiando “prestigios” y hasta sacando de la “guardarraya” a todo aquel que demuestre un protagonismo superior al de ellos.

Para continuar reto a cualquiera a que me desmienta de cuanto digo, a quien pueda, a quien pueda interesar.

La realidad es que las denuncias que se hacen sobre los horrores que la tiranía castrista comete contra el pueblo cubano son importantes, son válidas y son necesarias. Pero una cosa es eso, lo que todos en realidad agradecemos, pues no existe mejor manera para destruir a la bestia que desenmascarar sus crímenes, y la otra es el flujo y reflujo de improperios, de amenazas, de demandas, de vejaciones, de por cuantos, de mariquitas y papitas fritas, de inmoralidades y de faltas de respeto que, sin excepciones, se lanzan entre esos connotados «luchadores» del verbo sucio, de la idea agresiva y de la mala palabra.

Es cierto que al cubano, en sentido general, le gusta ser testigo presencial de los jalones de pelos que suceden en cualquier ámbito de la vida, de eso nos hemos alimentado, también, durante los más de sesenta y seis larguísimos años que llevamos viviendo la mala vida y la mala muerte que nos impuso el cambolo de Santa Ifigenia. Es como una especie de morbo ideológico que nos inocularon en vena junto a mi mamá me ama, yo amo a fidel o yo amo a la revolución del cual no podemos desprendernos y que, como proceso inverso al patriotismo, ejercemos a diestra y siniestra, esgrimimos con orgullo o lo utilizamos para “barrer el piso”, desacreditar, ofender, humillar, deshonrar y maldecir a nuestros semejantes, aun cuando luchan por lo mismo que nosotros, en una asquerosa lucha de contrarios al más burdo estilo marxista-leninista.

Insisto en que me desmientan. No voy a mencionar nombres pues los ejemplos de tan abominables “independentistas” están ahí, en las redes sociales y hasta en un tenebroso chat denominado de los “influencers” o, como mejor le pega, el cdr cibernético de Miami.

El resultado de ese morbo quincallero que hemos patentado como forma de lucha para “liberar a Cuba”, no es más que una extensión de la miseria, de la indigencia, de la angustia y del dolor que vive el pueblo cubano pues, y fíjense que ninguno de esos caciques de la gritería y de la ofensa trabajan en la concreta y sí viven del cuento del embargo, del bloqueo, del hambre de otros, del llanto de madres y padres y hasta de un país que la mierda la tiene hasta el cuello.

Ricardo Santiago.

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