Yo digo que a estas alturas de una vida de 60 años, desde el 1 de Enero de 1959 hasta el día de mañana, los cubanos debíamos estar más que convencidos de que ni Cuba, ni el exilio, ni nuestros compatriotas en la Isla y ni tú ni yo necesitamos otro “presidente”, otra figura representativa haciéndole juego al castrismo, dándole credibilidad a la mayor desgracia nacional que hemos sufrido los cubanos y, sobre todo, creando una expectativa “democrática” que nunca será posible mientras exista uno solo de esos demonios respirando en nuestra bendita tierra o fuera de ella.
Hace unos días escribí, en uno de esos “versitos locos” que publico en mi página de Facebook, que yo también quiero ser “presidente”. Confieso que fue un ejercicio casi lúdico para intentar llamar la atención sobre la “gran estafa” que, otra vez, se está tejiendo sobre la avidez, la desesperación y la compulsión de los cubanos por salir de las dictaduras “al precio que sea necesario”, incluso comprando la soga, en una gran “ponina exiliada”, para, otra vez, e insisto, amarrarnos a “algo” que no va a ser democracia, ni anti-dictadura y mucho menos, pero muchísimo menos, la República que precisamos para tener un país decente y de respeto.
Agradezco sobremanera a los muchos amigos que me dieron su “voto” y depositaron en mi su “confianza” pero, si soy un tipo tan honesto como quiero ser, o como digo que soy, debo empezar por autocriticarme y reconocer que, entre las críticas que he recibido por tamaña aspiración disparatada, está la de que con la libertad de Cuba y de los cubanos no se juega pues en ella hay mucha historia, mucho dolor, mucha tristeza, mucha desilusión, mucho llanto, mucha amargura, muchos muertos, muchos vivos y también, por qué no, muchísima ilusión.
Me disculpo públicamente por mi osadía pues soy el primero que no está de acuerdo con que se desvirtúe la imperiosa necesidad que tenemos los cubanos, si queremos ser realmente libres, de erradicar al castrismo, su dictadura y su “legado”, con votaciones desesperadas para elegir presidentes, directores, secretarios, capitanes o doctores que no van a solucionar absolutamente nada.
Como yo veo las cosas, y les juro que no salgo de mi incredulidad, es que una buena parte del exilio se está quedando ciega ante lo que de verdad debe ser nuestro principal foco de atención y es la realidad que viven nuestros compatriotas, quienes realmente se están enfrentando en desigual batalla al castrismo dentro de Cuba, y son quienes necesitan nuestro “voto”, nuestro cuidado y que no perdamos el tiempo apostando por un “proyecto de unidad” que es lo más divisorio que tenemos los cubanos en estos tiempos pues dedicamos, o entregamos, nuestros recursos a “algo”, a cambio de un bono del 26, que no nos aporta nada, mientras seguimos sin reconocer a quienes de verdad sufren los atropellos, las prisiones, los abusos y la rabia del monstruo pellejero allí, en la concreta, in situ, sobre sus vidas y sus muertes, “cerquitica del Vedado”.
Cada cual hace con su tiempo y su dinero lo que mejor le plazca, pero yo pregunto: ¿Vale la pena sustentar “algo” fuera de Cuba cuando al castrismo hay que derrotarlo donde nos dio la gran mordida a todos los cubanos?
Podrán decir cuanto quieran, podrán hablar de altruismo y nobleza, podrán incluso, y óiganlo bien, hablar de transparencia, buena educación y todo lo que les dé la gana, pero la concreta, la pura realidad, el bistec con cebollitas y la papa caliente es que, repito, primero tenemos que derrotar al castrismo, arrasar con todas sus estructuras, convencernos de que esos malditos y quienes los apoyan no resurjan de las cenizas como ratas del infierno, prohibir para siempre su partido de porquería aunque nos acusen de anti-demócratas, no importa, y entonces, solo entonces, iniciar la reconstrucción del país desde un poquito más pa’ bajo de las raíces, con la inclusión de todos los cubanos, con todos los dineros de quienes queremos ver una Cuba próspera y vanidosa, de quienes aspiramos a ser juzgados por leyes justas e independientes de los poderes del Estado, de quienes queremos contribuir con la necesaria educación para ser libres de todo un pueblo y de quienes aspiramos, que en unas votaciones libres, participen cuantos cubanos, en igualdad de condiciones, quieran administrar, no “dirigir”, la gran nación con que todos soñamos.
Reitero mis disculpas por mi error.
Ricardo Santiago.
Más que una verdad, es imprescindible eliminar cualquier vestigio castrista donde se encuentren , no sólo en la Isla sino en el exterior. Todos tienen que recibir la Justicia Popular.
Tampoco es posible mencionar un presidente antes de conquistar la Libertad de Cuba, principal y supremo propósito; lo demás es secundario.
Se mencionan ciertos nombres y respeto criterios y valoraciones, pero la solución definitiva la tienen los que enfrentan al régimen, los de a pie: los que mal viven y sufren las secuelas de criminal y nefasta dictadura.
De acuerdo contigo una vez más Ricardo Santiago, son aquellos los que requieren nuestro apoyo; y al castrismo se aniquila dentro del país haciendo desaparecer sus estructuras y destruyendo todo lo que representa un pasado de miseria, opresión y muerte.
Tú lo habrás dicho en tono de jarana, y si existen otros que ya se sienten presidentes o ministros porque se olvidaron que Cuba tiene divina Historia y olvidaron que la decisión definitiva es del Pueblo Cubano.