Hoy quiero hablar en serio, es decir, en un tono un tilín más serio de lo habitual.
Muchos se habrán dado cuenta que cuando me refiero a la revolución del picadillo, y a cualquier fulano que tenga la más mínima relación con el castrismo, lo hago con minúsculas, que nunca le pongo el adjetivo de cubana, o cubano, porque si de algo carece esa revuelta de pandilleros, esos asesinos, ladrones y corruptos, es justamente de cubanía.
Otro punto importante es que cuando hablo directamente de sus cabecillas, o de los máximos responsables del desastre provocado en nuestro país, siempre lo hago utilizando epítetos, nombretes, sobrenombres o cualquier pendejada que se me ocurra y que me sirva para burlarme abiertamente de quienes, considero yo, son los sujetos que más daño le han causado a Cuba y a los seres cubanos en toda nuestra historia.
Y quiero aclarar que no es una falta de respeto porque yo no siento el más mínimo respeto por quienes han irrespetado, con ensañamiento y alevosía, a una nación y a su pueblo por más de 60 años sin importarles el dolor, el sufrimiento y la angustia que han provocado en millones de nosotros.
Por ejemplo: Mi percepción real sobre raúl castro es que ese insulso tipejo se acostumbró a estar a la sombra del “comandante jeta’epalo”, a servir por tanto tiempo de eterno segundón a la hiena de Birán, a que lo tiraran pa’rriba o pa’bajo como serpentina carnavalera, a oír y callar como el ratoncito Pérez que se cayó en la olla… y a obedecer los caprichos y estupideces de su déspota hermano que, con el paso del tiempo, el muy fulano, muy abusado y muy reprimido General, se transformó en una bestia peligrosa que libera, guiándose por los consejos de una mente aun más retorcida, mariela “la federada”, toda la rabia y el veneno que acumuló en su interior por más de «50 sombras de castrey».
Tampoco me refiero al grupúsculo afincado en el poder en Cuba como gobierno, me parece una barrabasada descomunal denominar a esa junta de militares sin honor, y a sus concubinas serviles, como una democracia, cuando a todas luces es evidente, demasiado evidente, que son un régimen represivo, una de las dictaduras más crueles, o la más cruel, que ha existido en toda la historia de la humanidad.
A los seres cubanos nos tocó jodernos con esos tipos. A veces me pregunto cómo ese grupo de analfabetos, semianalfabetos, maleantes, oportunistas, vividores y amorales ha logrado armar una maquinaria tan perfecta para matar, pero tan perfecta, que hemos terminado autorreprimiéndonos y autocensurándonos como la forma más cruel, ilógica e inhumana, de no querer defender, tan siquiera, el sagrado derecho que tienen todos los mortales pa’ protestar en voz alta. Triste, pero muy, muy cierto.
De los métodos que utilizan los represores del pueblo cubano ya me he referido en otras ocasiones, incluso de la complicidad con órganos de inteligencia extranjeros como la KGB y la STASI, para citar dos ejemplos, y revertir con total vulgaridad y maledicencia algo tan sencillo como el significado de “limón, limonero, las niñas primero…” y convertirlo en desagradables consignas de la guerra de todo el pueblo, patria o muerte,
abre las puertas chofe que se “cagaron” aquí atrás construyendo el socialismo, patria o muerte, picadillo de soya venceremos, gritadas desaforadamente en cuanto desfile patriotero les hizo falta para elevar “la dignidad” de los “vanguardias”, del comunismo, del marxismo-leninismo y de toda esa mierda de la moral revolucionaria.
A veces me pregunto cómo los cubanos no nos volvimos locos de remate con tanto escándalo, tanta gritería y con tanta “protestadera”, porque contra el imperialismo yanqui nos fuimos en ofensas, reclamaciones y acusaciones, pero contra quienes nos explotan de verdad y nos sumieron en la miseria y en la destrucción, a esos los aplaudimos y los votamos sí en cualquier referéndum fraudulento de corre, ve y dile.
Pero bien, para no perderme, lo que definitivamente implantó fidel castro en Cuba fue una dictadura-militar-monárquica-dolarizada-to’-pa’-mí, no un gobierno democrático y mucho menos, pero muchísimo menos, una revolución social a favor de los humildes.
Para lograr su maquiavélica “sonrisa” se sirvió de la mentira y el engaño, para consolidar su infortunado poder dio un golpe de estado a través de acciones terroristas tipificadas y sancionadas por las convenciones internacionales y, sin importarle la decencia en lo más mínimo a esa pandilla de ilegales dictadorzuelos, han permanecido inamovibles, por más de 60 años, desangrando todas las vidas en un país al que tienen anémico, moribundo, agonizante y sin siquiera fuerzas pa’ que el pueblo salga a las calles a gritar raúl castro mari… queremos libertad.
Ricardo Santiago.