Esa es la última moda de los amiguitos vamos todos a cantar, uno, dos, tres…, cómo dice el coro. Es el grito más recurrente de quienes se fanatizan a ultranza con algún caudillo o con cualquier comandante de la libertad que nunca llega y andan por la vida queriendo imponerse a la fuerza con ofensas, con falsas acusaciones y con amenazas, a quienes no coincidimos con ellos o a quienes expresan su desacuerdo con algo o con alguien que, con palabras más que acciones, les derrite la ropa interior o los tiene medio entretenidos y chupándose todos los dedos de las manos y los pies.
El ser cubano de unos años para acá, fundamentalmente los nacidos, criados, formados y adoctrinados hasta la sin razón, es decir, los ex-revolucionarios de conciencia y corazón, son muy, pero muy propensos, a agredir a quienes no coinciden con ellos, a intentar defenestrar a quienes emiten un criterio diferente al que ellos abogan o a sepultar, igualitico que hace la propaganda castro-comunista, a quien se atreve o se arriesga a emitir su disgusto, una opinión o un comentario, contra el abanderado de sus amores, contra su adalid de la carne con papas o contra quien, según ellos, es quien mejor corta el bacalao por la “libertad” de Cuba.
Para mi tales reacciones desorbitadas son nada más que simples pataletas histéricas del pueblo unido jamás será vencido. El ser cubano de ahora, el ex-pionero por el comunismo…, es un personaje que no tiene argumentos, que tiene muy escasas palabras para defender una idea y se aferra a lo único que aprendió, y aprehendió muy bien, en sus años mozos, cuando le metieron en el cerebro esa mierda de con la revolución todo, contra la revolución nada.
Yo no estoy aquí para educar a nadie ni para convencer a algunos de que lo ajeno se respeta, aquí todos somos mayorcitos y sabemos que cuando se escupe pa’rriba, bueno, mala sombra te cobija, pues al final los seres cubanos, tal como yo lo veo, somos consecuencia directa de un rubí cinco franjas y una estrella y por más que queramos restregarnos y sacarnos las malas enseñanzas del castrismo, o el churre castro-comunista del alma, siempre algo nos queda y, al final, se nos sale por los poros, por los ojos, por la boca o por nuestro excelso radicalismo de que aquí quien no salte es yanqui o es comunista.
Pero, vamos a ver, si nos fijamos bien, si prestamos atención con algo de sentido común, un poquito aunque sea, nos daremos cuenta de varias cosas, primero que la tan manoseada y exigida unidad entre los cubanos no existe, no procede y resulta casi imposible que se logre por varias o por muchas, por muchísimas razones. Segundo que en la oposición anti-castrista tenemos más líderes mediáticos que reales, es decir, que de las miles de “organizaciones” enfrentadas a la tiranía castro-comunista son muy pocas, poquísimas, las que mantienen un trabajo de bajo perfil soportando hambre, represión y muerte, mientras que otros descubrieron que salir por la “televisión” les permite acceder con mayor facilidad a donaciones, recursos y a la buena vida.
Y tercero, para no ser muy extenso, nosotros los seres cubanos hemos creado, quiero pensar que por ingenuidad, un “star system” de opositores, de activistas y de oportunistas, a los que les aplaudimos méritos que muchas veces son fabricados, a los que encumbramos por el solo hecho de tener una vida “pública” bastante publicitada o porque siempre hemos sido muy propensos a irnos detrás de la gritería y olvidar al muerto, recordemos lo que hicimos el 1 de Enero de 1959 cuando le abrimos los brazos y las piernas a la peor tragedia que estremeció a Cuba en toda su historia nacional.
Por otra parte siempre queremos imponernos a la fuerza, somos los abanderados número uno en el planeta en eso de andar uniformados, en pervertir la unanimidad según nuestros intereses y no admitimos las diferencias porque, por un lado afecta a la revolución, según los comunistas, y por el otro provoca la “desunión” o le hacemos el juego a la dictadura, según los anti-comunistas.
Amigos míos una realidad es muy cierta, los seres cubanos seremos como el che, perdón, seremos un pueblo condenado eternamente al cepo y a la tortura mientras no seamos capaces de entender que en el respeto a la individualidad, al pensamiento ajeno y a la diversidad de criterios, está el verdadero desarrollo, el máximo progreso y el auténtico camino hacia la verdad y la vida.
Ricardo Santiago.