Yo, como lo he dicho muchas veces, la mar de veces, en Cuba, nunca me metí en “política”, nunca levanté mi voz, ni hice el más mínimo gesto, contra esa maldita revolución de los apagones más largos del mundo y nunca, pero nunca, me enfrenté a ese régimen criminal que ha asesinado, torturado, desaparecido y destrozado, a cientos de miles de cubanos.
Y no lo hice por ignorante, por adoctrinado, por blandengue y por cobarde, así de simple…
Lo reconozco, lo repito una y mil veces cada vez que toco este tema porque no me gusta, rechazo o detesto, inventarme, como hacen otros, una trayectoria de opositor, de disidente o de activismo contra el castro-comunismo porque, entiendo sobre manera, que cometer semejante adulterio a la verdad es, entre muchas cosas, muchísimas, faltarle el respeto, deshonrar y mutilar, a los hombres y mujeres que sacrificaron sus vidas y su libertad, para que nosotros, los seres cubanos, nos liberemos de esa brutal tiranía, de ese lastre perjudicial, que nos asesina el cuerpo y el alma cada día de nuestra efímera y fatídica existencia.
Parece que para algunos cubanos, cabroncitos de la cultura ellos, eso de expedientarse como que se enfrentaron a la dictadura porque discutieron multas, que estuvieron más de cuarenta veces “presos” en los calabazos de la seguridad del estado castrista por, según ellos, protestar, que fueron perseguidos políticos por sus posiciones contestatarias, que nunca se pusieron una pañoleta cuando fueron pioneros o de que jamás le tiraron flores a Camilo Cienfuegos en una palangana vieja, se ha convertido en una moda muy sustanciosa, se ha reducido a una exaltación a la estafa y se ha ceñido en una forma o en otra, para que se hagan los lindos, los chistosos y embaucar así a una comunidad que de por sí es bastante crédula y, con el bonche y la jarana, entre pitos, flautas, escupidas y gaznatones, robarle el dinero a quienes están desesperados por tener una Cuba libre.
Yo tengo un problema muy serio con esos individuos y no lo niego, no me escondo y no tengo temor de decirlo a pesar del ataque encarnizado que sufro, a diario, por sus fieles difuntos o por sus damas de compañía, pues no quiero para mi, y mucho menos para una Cuba futura, a sujetos como esos gravitando sobre una democracia imberbe y mucho menos, pero muchísimo menos, a personajes de semejante calaña decidiendo, organizando y regenteando, los destinos de la mayoría de los cubanos.
Porque, y lo digo con plena conciencia de exiliado cubano, “liderazgos” que se hacen así, que surgen así, que se fabrican más con el objetivo de saquear nuestro tesoro nacional, que es la historia, la conciencia, el dolor y el sufrimiento de millones de seres cubanos, nunca llegan a buen puerto, nunca tienen diáfanos objetivos y terminan siempre con la cogioca universal al erario público patrio, a la esclavitud de los pueblos y al relajo, al bonche y la jodedera de las naciones.
Es que la historia lo ha demostrado, detrás de un extremista un oportunista y al lado de un oportunista un vive bien, un parásito, un traidor, un aprovechado y un cobarde. Y yo pregunto: ¿Alguien reconoce, entre las filas del anti-castrismo de Miami, a algún elemento con estas características? Yo, al menos yo, sé de la existencia de unos cuantos.
Porque la degeneración de nuestra lucha contra el castro-comunismo, desde hace un buen tiempo, ha tomado un giro extraño, se ha movido más hacia el oportunismo que hacia los deseos reales de liberar a Cuba y se ha asentado, y eso es demasiado evidente a la vista, vista hace fe, sobre la base del pancismo, del ventajismo económico y del arribismo político, que de deseos reales de tener una Cuba libre y a un ser cubano realmente feliz.
Son muchos los personajillos, los guerreros del billete constante y sonante que, gritando a todo “pulmón”, solo arengando y sermoneando a los cubanos con peroratas incendiarias, acusatorias e impulsivas, destinadas a someter la mente de quienes se dejan influir por un lenguaje muy parecido al de los castro-comunistas, y es lógico, fueron muchos, muchísimos años de adoctrinamiento ideológico, descubrieron que la libertad de Cuba, la erradicación de la tiranía castrista, más que una lucha patriótica es una gran industria, una enorme tubería por donde salen millones de dólares que bien nos vienen, muy bien podemos utilizar, para construir emporios personales, fortunas familiares y Cuba, los pobres cubanos, que continúen pasando hambre, que la libertad a nosotros no nos conviene, no nos sirve, pues tendríamos que trabajar, que rompernos el lomo, y eso sí que no, compañeros…, triste pero cierto…
Ricardo Santiago.