
YO SOY UN HOMBRE SINCERO… (Verso I)
 Yo soy un hombre sincero
 De donde crece la palma,
 Y antes de morirme quiero
 Echar mis versos del alma. 
 Yo vengo de todas partes,
 Y hacia todas partes voy:
 Arte soy entre las artes,
 En los montes, monte soy.
 Yo sé los nombres extraños
 De las yerbas y las flores,
 Y de mortales engaños,
 Y de sublimes dolores.
 Yo he visto en la noche oscura
 Llover sobre mi cabeza
 Los rayos de lumbre pura
 De la divina belleza.
 Alas nacer vi en los hombros
 De las mujeres hermosas:
 Y salir de los escombros,
 Volando las mariposas.
 He visto vivir a un hombre
 Con el puñal al costado,
 Sin decir jamás el nombre
 De aquella que lo ha matado.
 Rápida, como un reflejo,
 Dos veces vi el alma, dos:
 Cuando murió el pobre viejo,
 Cuando ella me dijo adiós. 
 Temblé una vez —en la reja,
 A la entrada de la viña,—
Cuando la bárbara abeja
 Picó en la frente a mi niña. 
 Gocé una vez, de tal suerte
 Que gocé cual nunca:—cuando
 La sentencia de mi muerte
 Leyó el alcalde llorando.
 Oigo un suspiro, a través
 De las tierras y la mar,
 Y no es un suspiro,—es
 Que mi hijo va a despertar.
 Si dicen que del joyero
 Tome la joya mejor,
 Tomo a un amigo sincero
 Y pongo a un lado el amor.
 Yo he visto al águila herida
 Volar al azul sereno,
 Y morir en su guarida
 La vibora del veneno.
 Yo sé bien que cuando el mundo
 Cede, lívido, al descanso,
 Sobre el silencio profundo
 Murmura el arroyo manso.
 Yo he puesto la mano osada,
 De horror y júbilo yerta,
 Sobre la estrella apagada
 Que cayó frente a mi puerta.
 Oculto en mi pecho bravo
 La pena que me lo hiere:
 El hijo de un pueblo esclavo
 Vive por él, calla y muere.
 Todo es hermoso y constante,
 Todo es música y razón,
 Y todo, como el diamante,
 Antes que luz es carbón. 
 Yo sé que el necio se entierra
 Con gran lujo y con gran llanto.
 Y que no hay fruta en la tierra
 Como la del camposanto.
 Callo, y entiendo, y me quito
 La pompa del rimador:
 Cuelgo de un árbol marchito
 Mi muceta de doctor