Recién llegado a Canadá, y como todo buen inmigrante que se estrena en las artes de comprar con un presupuesto exiguo y cobarde, me dirigí a una de esas tiendas de segunda mano que son la vergüenza de los pudorosos y la salvación de los necesitados.
Yo llegué a este país con una mano detrás y la otra delante, no los voy a engañar, renté un apartamento y necesitaba comprar de todo para amueblarlo, utensilios de cocina, ropa para soportar un invierno que nunca había visto en mi vida y hasta su adornito y su cuadrito para que la vida no nos resultara insípida y congelada.
Pues bien, en una de estas incursiones “shopinescas”, a un Goodwill propiamente, cuando voy a pagar lo que había comprado, me encuentro a dos señoras discutiendo con la cashier por un asunto de precios. Las oigo hablar en español y trato de interceder pues resulta que ellas estaban equivocadas. Las dos damas me agradecen y al darnos cuenta que somos cubanos una de ellas me pregunta: ¿Ya pasaste por el Consulado a inscribirte? Yo me quedo sorprendido ante tan “inocente” pregunta, entonces me comenta: “Es que yo soy la cónsul y ella es la vice-cónsul de Cuba en Toronto y queremos tener a todos los cubanos que viven aquí registrados por si “necesitan algo de nosotros”.
Esto se los puedo jurar, además tengo testigos que pueden dar fe de mis palabras. Al principio me quedé estupefacto aunque alcancé a responderle: “Una de las cosas por la que me fui de Cuba fue por la maldita manía que tienen ustedes de querer controlarlo todo”. Imagínense la discusión que se armó, la persona que iba conmigo me agarró por el brazo y me sacó de allí antes de que la cosa se pusiera caliente, pero antes si alcancé a oír que una de ellas me gritaba: “Tengo tu cara y no se me va a olvidar…”.
Tiempo después oí decir que a estas dos damas las habían mandado para Cuba por un problema que tuvieron. Igual yo nunca he ido al Consulado cubano en Toronto a hacer trámite alguno para mi persona, no me interesa.
He contado esta anécdota personal porque los consulados cubanos se “interesan” por registrar y controlar “para ofrecer alguna ayuda” a los cubanos que se radican en los países donde están situados, pero nunca he visto u oído que han hecho algo por defender y/o ayudar a los hermanos que se han quedado varados en países latinoamericanos en su tránsito hacia los Estados Unidos, y mucha ayuda que han necesitado.
Entonces: ¿Para qué sirve la ciudadanía cubana?
Como respuesta a mi artículo anterior con este mismo título, muchos, es más, la mayoría de las personas, coinciden en que no sirve para nada la ciudadanía cubana, que es pura carga emocional y… no voy a contar las obscenidades porque me parecen opiniones muy personales y porque el pasaporte cubano tiene impreso el escudo nacional y este no tiene la culpa de nada.
Sólo hay cuatro criterios que me parecen importantes, que fueron acotados por muy pocas personas, y que le dan cierto valor a mi pregunta:
1.- La ciudadanía cubana sirve para recordar el lugar donde nacimos.
2.- Para entrar a Cuba porque es de obligatorio e imperativo cumplimiento.
3.- Para obligarnos a pagar por tramites, actualizaciones, documentos y gestiones montones y montones de dinero.
4.- Para acogerse a la Ley de Ajuste Cubano una vez que se logra llegar a los Estados Unidos de Norteamérica.
Mi respuesta a mi pregunta, y es muy personal, es que si usted no piensa visitar Cuba, por una razón u otra, entonces guarde la ciudadanía cubana en un rincón de su alma donde nadie la pueda tocar, donde sólo usted pueda cuidarla y alimentarla y donde ningún funcionario castro-comunista se la pida para apuntarla en una lista con la “intención de ayudarle” o de actualizársela al módico precio de…