Primero porque Cuba es un país sin leyes honestas, justas y decentes. Un país donde el que hizo la mala ley hizo la trampa y porque los castro-comunistas, los que tienen secuestrados todos los poderes del Estado, incluyendo el jurídico, por supuesto, son unos mal nacidos, unos criminales, unos bandidos, unos represores mal paridos y unos malditos hijos de puta, así de simple, con todas las letras y extensión de las palabras.
Segundo porque Cuba socialista, “tierra de fidel”, aunque usted no lo crea, aunque a usted le cueste muchísimo trabajo entenderlo, es una gran prisión, un tenebroso campo de concentración nazi-fascista, una enorme mazmorra donde estamos encerrados todos los cuerpos y todas las almas cubanas y, después, porque nosotros, los seres cubanos, vivimos a la intemperie legal, sin una “sombrita” que nos proteja, estamos totalmente desprotegidos, y somos la mar de vulnerables, ante los embates de un régimen que hace y deshace a su antojo, hace lo que le sale de sus podridas entrañas, pues donde un día dice ocho, mañana, con total descaro, dice ochenta y ocho, como si la vida de vivir no fuera una cosa muy seria y sí un “chiste” de muy mal gusto.
Así de terrible y cierto. En Cuba hoy te juzgan, y te encarcelan, por vender limones, y mañana te “liberan” para que “vendas” limonada porque a la dictadura le conviene recaudar “divisas” para, según ellos, salvar a los “pobres de la tierra”, intentar revivir, insisto, según ellos, el desastre económico provocado por la planificación socialista o, como sucede la mayoría de las veces, para qué se yo qué…
Por Eso Me Fui De Cuba. Por eso digo que hoy, o mejor dicho, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, Cuba se transformó en el estado policial más grande del mundo. Un gigantesco campo de concentración donde todo y todos somos juzgados según los intereses de una maldita tiranía que se hace llamar “revolución cubana”, donde un slogan muy publicitado es que a fulano le “partieron las patas” porque se hizo el gracioso y, aquí, en este país, el problema, como dice la sabiduría popular, no es ser gracioso sino caer en gracia.
Los cubanos, también, somos el pueblo más temerosamente rojo de este “planeta azul”. Los cubanos desde que nacemos, en Cuba, por supuesto, cuando abrimos los ojos lo hacemos en un país dominado por consignas, retratos y pancartas que, si usted los lee bien, o interpreta bien sus tétricos mensajes subliminares, se regresa por el “hoyito” mágico materno y se esconde allí para siempre para no tener que respirar bajo un sistema de limitaciones, de adoctrinamientos, de censuras, de intimidaciones, de chantajes, de falsedades, de falsa moral, de cochinadas y de constantes arrepentimientos.
Es por eso que en Cuba hay tantos cubanos presos, tantos hombres y mujeres que viven sin libertad porque a la prisión física, es decir, a los encierros entre cercas, rejas, muros de concreto y cercas de púas, tenemos que sumarle la gran cárcel social, el gran presidio ciudadano en que vivimos todos los seres cubanos, hayamos cometido delito o no, pues para esa banda de degenerados no somos más que simples números descartables, tatuados a algunos en la frente y a otros en las nalgas, para controlar y mantener, por toda la eternidad, el desagradable hedor que desprende el tibor del socialismo.
Por Eso Me Fui De Cuba.
Dice mi amiga la cínica que muchos cubanos en Cuba, y muchísimos más en la diáspora, tenemos la conciencia presa, la memoria presa, la dignidad presa, la moral presa, la voluntad presa, la decencia presa, la valentía presa, el decoro preso, los valores presos, el honor preso y el patriotismo preso, que con independencia de los tantos años de adoctrinamiento que sufrimos viviendo bajo esa dictadura criminal, tiene más que ver con el sello distintivo, con la medallita a la cobardía y al adulterio, que nos colgaron el día que nacimos, los malditos rascabuchadores de la Patria cubana, para que nunca nos atreviéramos a rebelarnos y exigir lo que por derecho, por ser seres humanos y cubanos, nos pertenece.
Yo digo que todos los cubanos, de una forma u otra, vivimos, o mal vivimos, presos en Cuba y fuera de ella también. Somos un pueblo que escogió “alegremente” ponerse los grilletes hace más de sesenta y dos larguísimos años y por eso hoy estamos a merced de los tribunales de la desidia, del oportunismo y de la muerte.
Porque, cubanos, no existe peor prisión en el mundo que aquella donde los carceleros te obligan a pensar lo que ellos quieren, a decir lo que ellos quieren y a comer la mierda que ellos quieren…
Ricardo Santiago.