¿Por qué quiero renunciar a mi ciudadanía cubana?

Yo soy enemigo de ligar, de mezclar o de confundir, la cubanía, lo cubano o a las cubanas, con el castrismo. Quiero empezar haciendo esta necesaria aclaración para que no existan malos entendidos y para que los súper críticos de las redes sociales, o de la vida misma, no me acusen de ser demasiado anti-patriota o un connotado anti-cubano agente de la C.I.A.

También soy contrario a que a todo lo que tenga que ver con esa maldita dictadura castro-comunista, con esa revolución de alcantarillas o con ese tibol del socialismo, muy apestoso, por cierto, se le llame cubano o cubana, es decir, que esa endiablada execración ideológica si de algo adolece es de tener algo que ver con Cuba, con su historia, con sus tradiciones y, fundamentalmente, con su noble pueblo.

Es cierto que yo nací allí, que por derecho propio soy cien por ciento cubano, cubano de origen y de pura cepa, cubano, cubano que no hay nada ni nadie que me lo quite pero, para ajustarme a la más estricta verdad, Cuba, después del 1 de Enero de 1959, según como yo lo veo, dejó de ser cubana para transformarse, caminando pa’trás como los cangrejos, en castrista, en socialista, en comunista y, sobre todo, en fidelista.

Y todo esto gracias a nuestra morosidad política, a nuestra ignorancia ideológica, a nuestra falta de visión de futuro y a nuestra haraganería pues nos resultó más conveniente tragarnos las mentiras de la repartición de las riquezas, un poquito pa’ ti y mucho pa’ mi, de la igualdad entre los hombres, menos entre tú y yo, de la colectividad mejor que el individualismo, de las gratuidades por tuberías con salideros y de que esa maldita revolución del picadillo nunca iba a dejar a un cubano desamparado, antes que abrir bien los ojos, las entendederas y el corazón, para advertir que ese fidel castro, junto a su tropa de huele culos y traidores, no eran más que una pandilla de ladrones, de asesinos y de esbirros de la Patria.

Y, como en efecto, una vez instalados en el poder y con el poder, acudieron a cuanta triquiñuela malvada les fue posible para revertir el sentido de la verdadera democracia, del verdadero poder del pueblo y del rescate de la República, para instaurar en Cuba una tiranía que soportamos por más de sesenta y cinco larguísimos años, un despotismo que nos ha arrancado hasta del alma nuestra idiosincrasia y nuestra nacionalidad, un autoritarismo que nos tiene pidiendo el agua, la luz y los alimentos por señas y un totalitarismo que, a estas alturas de supuesta revolución de los humildes, nos puso a cagar de pie, nos tiene hartos con tantos lemas y consignas y nos tiene sintiendo repugnancia, alergia, aversión y asco, de nuestra propia historia, de nuestra nación y vergüenza de nuestra cubanía.

Es por eso que quiero renunciar a mi ciudadanía “cubana”, mejor dicho, quiero renunciar a mi “ciudadanía” castrista, pues no me considero partidario de ese perjudicial régimen, no tengo nada que ver con las políticas económicas, sociales e inhumanas de esa dañina revolución y, si total, aferrado a mis convicciones, nunca regresaré a mi país mientras en él exista, repartiendo miserias, hambre y muerte, a diestra y siniestra, unos castro tan abusadores, tan criminales y tan asesinos como esos.

Algunos me acusarán de cobarde pues “lloro como mujer lo que no supe defender como un hombre”, es cierto, pero a mi favor debo decir que mientras viví en Cuba estuve ciego, fui un ignorante de mi propia realidad, era de alguna manera un cómplice silencioso de ese retorcido sistema y decidí marcharme en vez de enfrentarme y luchar por la libertad de mi Patria.

Además debo, también, justificar mi decisión de renunciar a mi ciudadanía “cubana” con el argumento de que me fui de Cuba muy desilusionado, extorsionado hasta el tuétano por todas las dependencias estatales a las que tuve que acudir para tramitar mis «papeles» para una salida definitiva que me imponían, salida del país a la que me obligaban por mi desesperada decisión y que me costó la mar de angustias, carretones de estrés y montones de dinero, pues los funcionarios del régimen actúan como jauría de depredadores, voraces y hambrientas, cayendo encima de sus apátridas víctimas.

Este entramado de corrupción algún día será el tema de uno de mis comentarios pues tras más de quince años de mortal y fecundo exilio, aun no logro quitarme de encima tan malos recuerdos, tanto mal sabor de boca, tanto asco y tanta vergüenza ajena.

Ricardo Santiago.

2 comentarios en «¿Por qué quiero renunciar a mi ciudadanía cubana?»

  1. Llevo ya 37 años en Alemania y desde el 2001 soy ciudadana alemana y tambien cubana porque la dictadura, en aquella época, por sacar provecho a nuestro status ( de ir a Cuba, debíamos tener un pasaporte cubano en forma y pagar los trabaojs consulares increíblemente muy caros ), no nos libraba de esa nacionalidad que me traía más perjuicios a beneficios, en comparación con mi pasaporte alemán que en cerca de 170 países no necesita visado para entrar en él, Ahora la dictadura castrocanelista nos libra de esa nacionalidad obligada. Eso me huele a quemao! Por tanto me niego a no ser cubana para poder dar mi voto en contra de los depredadores de la que fué «La Perla del Caribe» y ahora es, lamentablemente, la puta de todo el mundo.

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