¿Qué está peor, la destrucción física de Cuba o la inmoralidad del cubano?

Yo digo que ambas están iguales de jodidas, de acojonantes, de humillantes, de anti-cubanas, de miserables, de egoístas, de lujuriosas, de vergonzosas, de exageradas y de, por mucho, innecesarias.

Dice mi amiga la cínica que la peor de todas las barbaries, cometidas por el castro-comunismo en Cuba, la más cruel y la más sangrienta, es la indigencia moral a la que ha llevado al pueblo cubano y cómo nos ha hundido en el lodo como nación, pues nos costará mucho, muchísimo, devolverle a ese pueblo, es decir, reintegrarnos a nosotros mismos, la cubanía, los principios éticos, la hidalguía y los valores espirituales, que un día tuvimos y que nos diferenciaron, del resto del mundo, como Patria cubana y como “un paraíso bajo las estrellas”.

Para algunos, entre los que me incluyo, el daño antropológico, intelectual y mental, causado por esa mal sana ideología, es demasiado grande, demasiado intenso y demasiado penetrante. Fueron muy pocos cerebros los que, en los primeros años de esa maldita revolución de las sombras largas, se salvaron de tamaño engaño y no cayeron ante las mentiras, los embustes, las falsas promesas, el estado de terror, el adoctrinamiento, los patria o muerte, los paredón, paredón, paredón, el odio proletario, la envidia de los obreros y campesinos, ocho te pongo el mocho y nueve te lo quito y te lo boto, de una masa socialista manipulada hasta el frenesí, hasta la locura y hasta la comemierdería, por un falso fidel de la montaña, por el mediocre y criminal che comandante, che guerrillero, todos los niños seremos… y por un raúl que, según las malas lenguas, a mi no me crean, es una sádica yegua asesina, ladrona, cobarde e hija de puta.

Porque es triste, muy triste, la destrucción física de nuestro país, es decir, la letrina pestilente en la que fidel castro y sus seguidores, a nombre de una revolución socialista que nunca revolucionó nada, nos hundió hasta el cuello, nos desapareció como el país moderno que éramos en 1958, y que tras más de seis décadas de constantes inventos absurdos, de pajas mentales de un líder omnipotente y cagalitroso, de cíclicas rectificaciones de sus mismos y repetidos errores, de ahora sí vamos a construir el socialismo, de reordenamientos innecesarios y de cagadas ancestrales intentando defender lo indefendible, fueron tumbando un edificio tras otro, hicieron desaparecer una de las más grandes masas ganaderas del mundo, ahuecaron cada calle, cada carretera, cada camino, cada terraplén, cada trillo y cada guardarraya de un caimán asustado, desecaron campos de cultivos agrícolas importantes, ahuyentaron los peces, los camarones y las langostas de la plataforma marítima insular, nos cortaron el agua y la luz, nos cambiaron al Pato Donald por Lolek y Bolek y nos apagaron, para siempre, cada una de las estrellas que nos iluminaban el camino a los cubanos.

La realidad es que Cuba parece hoy un país bombardeado y desbastado por una guerra sin cuartel, una nación fantasma tierra de nadie, un agujero negro, un enorme basurero echado al olvido donde pululan las peores alimañas, los más sanguinarios bichos de un lupanar barato y las peores bestias de dos patas disfrazadas de humanistas, de libertadores, de libre-pensadores, de altruistas, de profetas, de príncipes y de mendigos.

Pero de esa tamaña destrucción, aunque usted no lo crea, se sale. Yo digo que a la vuelta de entre cinco y diez años los seres cubanos tendremos, luego de la reconstrucción física nacional, un país nuevecito, limpito, oloroso a jabón de espuma y a colonia, con enormes extensiones de tierras cultivadas para platanitos fritos, con el camaroncito duro sacándonos del apuro por nuestras costas, con la vaquita lujuriosa trotando orgullosa por sus pastizales, con las calles, los caminos, los trillos y las guardarrayas rellenos de jamón y queso y hasta con un cohete sideral, nuevecito, parqueado en la esquina de cada casa cubana listo para salir a buscar las estrellas que nos robaron los comunistas.

Pasa que lo otro, es decir, la compostura moral de todo un pueblo, nos va a costar mucho más trabajo pues tendremos que dejar parte de nuestras vidas en devolverle, al cubano de hoy, la confianza, el respeto, la ética, la cordura, la inteligencia, los valores, el amor al trabajo, la paciencia, el honor y el patriotismo que perdimos.

Yo digo, y confío, en que la reconstrucción física de nuestra Patria nos ayudará a erradicar los rezagos del castro-comunismo en Cuba, aun así, considero que no debemos esperar con los brazos cruzados a que ese momento llegue y debemos empezar, desde ya, a gritar Cuba qué linda es Cuba y a que cada uno de nosotros, sin oportunismo o malas intenciones, ponga su granito de arena…

Ricardo Santiago.

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