¿Qué estamos esperando los cubanos, que la dictadura castrista nos asesine a todos?



¡Ya “esto” es mucho con demasiado, un absurdo que ralla en la anormalidad social, en la incoherencia generacional y en la estupidez morfológica de un pueblo entero ante el mal que lo acongoja, la pena que lo trastorna y el dolor que lo maltrata!
A todos los cubanos, de una forma u otra, la dictadura castro-comunista nos está asesinando, ahogando y mutilando impunemente, repito, a todos sin excepción, sin importar quiénes somos o dónde vivamos.
Pero nosotros ahí, “inocentes”, marcando en la cola del jabón, comiendo catibía, pagando pasaportes a precios burlescos, aceptando leyes y regulaciones violatorias de nuestros derechos, mirando circunspectos hacia otra parte, aplaudiendo el fracaso económico, político y social que nos ha destrozado la Patria, viviendo en la miseria física y espiritual, permitiendo que esos delincuentes nos traten como a disminuidos mentales y creyendo aun, después de soportar el Armagedón socialista por más de sesenta años, que la revolución del picadillo es buena, mi papá fidel me ama, la hija del General de la pamela come moringa y grita patria o muerte, “un pasito pa’lante María…”.
Porque, aun cuando los seres cubanos somos víctimas del peor y más brutal adoctrinamiento en toda la historia de la humanidad, yo quiero pensar que todavía tenemos un poquito de sangre “loca” corriendo por las venas, algo de amor “rebelde sin causa” en medio del pecho y recuerdos no muy lejanos del derecho a ser individuos libres, respetados, con sueños y aspiraciones en una sociedad que tiene, por obligación, que promover el desarrollo, la concordia nacional y la alegría.
Y es que tal parece que con ese brutal adoctrinamiento nos inocularon el miedo, el terror, el pánico y la ingesta irracional de aceptar, soportar y propagar la indigencia del país donde vivimos como lo más natural del mundo, como si saltar escombros o esquivar “mierda” callejera fueran el pan nuestro de cada día, como si la excesiva violencia citadina que se ha apoderado de nuestras vidas fuera las serpentinas o los fuegos artificiales de un pintoresco carnaval o como si el hambre indomable y eterna de nuestros hijos nuestro aporte, nuestros taxes, nuestra “patriótica” contribución, a un régimen que nos utiliza, miserablemente, para engordar sus bolsillos y vivir, frente a nuestras propias narices, como tuertos en un país de ciegos mentales y estomacales.
Dice mi amiga la cínica que ella piensa que lo de nosotros los cubanos no tiene remedio, y que la prueba de su desencanto está en que un enorme porciento, incluso de los que logramos escapar de aquel infierno y vivir en países auténticamente democráticos, nos plegamos, nos arrastramos como culebritas sin “rumbo fijo”, tras los permisos, los pase usted si es empleado y el látigo de una maldita dictadura que solo nos “acepta” por nuestros “dolores de cabeza” o porque “columpiemos” las banderas del “astuto” socialismo apoyando sus demagógicas campañas internacionales.
Triste pero cierto. Con ese melindroso proceder no hay dictadura que caiga ni pueblo que se libere de ellas. El castro-comunismo lo sabe y cosecha los frutos de larguísimas décadas de presidio mental a un pueblo que se acostumbró tanto a los muros lúgubres como a los barrotes de “soya” y expande sus dominios más allá de la razón y la lógica promoviendo ridículos y manipulados encuentros de la “nación con la emigración”.
Y así, con el “bonche y la jarana”, reúnen a cientos de “negativos-cubanos-positivos” que se prestan al engañoso jueguito de “la gallinita ciega” castro-comunista. Intentan hacerle creer al mundo que quienes emigran de Cuba socialista lo hacen por vocación revolucionaria y no por las desastrosas, las inmundas e insoportables condiciones de vida en que vive todo un pueblo, desde el 1 de Enero de 1959, cuando fidel castro hizo soplar el humillante vendaval de nuestras desgracias.
La naturaleza de la revolución del picadillo es sádica, criminal y delincuencial. Un régimen que tras más de seis décadas de probado infortunio persiste en la misma política de mantener medio vacío el tibor fidelista, es un régimen dispuesto a asesinar a sus oponentes, un régimen que dispone de la vida y de la muerte a su antojo porque sabe, que más allá de cualquier resistencia, la mayoría de los cubanos regresan obedientes “al lugar donde nacieron” porque el castrismo “lo tenemos bien metidito en el ADN”.
Yo quiero ser más optimista que mi amiga la cínica y pensar que nosotros, los seres cubanos, queremos ser libres porque amamos la vida y porque, con esa maldita dictadura, sencillamente no hay velas pa’ tantos entierros…
Ricardo Santiago.



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