Yo digo que hay que tener paciencia, calma, tranquilidad y “buenos sentimientos” pa’ no atragantarse con todo cuanto está pasando en Cuba, desde la farsa, falsa, bufonesca e ilegal “elección” del sub-presidente de todos los castristas uníos, la violencia policial contra indefensos ciudadanos cubanos, el bochornoso estado del servicio médico-asistencial hasta el creciente desconsuelo e inanición de un pueblo que se consume irremediablemente entre gritos de patria o muerte, socialismo o muerte y el sonoro concierto de sus estómagos vacios al borde de un ataque de nervios.
Porque en la vida real todo en Cuba, después del 1 de Enero de 1959, fue diseñado para que fidel castro legalizara una dictadura “del proletariado” y campeara según sus antojos, sus diarreas existenciales y sus retorcidas grandilocuencias que permitieron y justificaron a ese maldito convertir a nuestro país en un gigantesco latón de basura donde se mueren los cubanos de cualquier “penosa” y ridícula enfermedad.
Con la auténtica Constitución cubana, la de 1940, los castristas se limpiaron las nalgas y la sustituyeron por un bodrio de desesperación socialista para otorgarle, únicamente al Estado, léase “fidelista por siempre”, todo el poder para hacer y deshacer con la vida y la muerte de Cuba y de todos los cubanos.
Crearon un sistema administrativo con instituciones parásitas, inoperantes e improductivas para que la gran corrupción nacional no se notara tanto y tener siempre a mano a algún comemierda, de los títeres intermediarios tan comunes en esa revolución, para culpar y pasarle la cuenta por el desastre económico, social y moral en que los castro han convertido a Cubita la desesperada y el pueblo se crea el cuento de que “existe” la justicia revolucionaria.
¿Y qué me dicen del sistema electoral que esos mafiosos del comunismo han implantado en Cuba?
El mundo democrático, con sus más-menos imperfecciones, avanza en busca de mejores programas de desarrollo para sus países. Una de las más importantes soluciones es que la elección para presidente de una nación debe suceder cada cuatro o seis años, según el caso, y donde los ciudadanos tienen la opción de alargar o escoger otro proyecto que les garantice mejor sus aspiraciones de vida.
Pero en Cuba el castrismo se le escapó a fidel castro, es decir, al diablo, y con mucha “muela”, mucha maldad leguleya y mucho discursito que no entiende ni la madre que los parió, inventaron un sistema electoral que garantiza la reelección indefinida de un candidato, de un partido único, por los siglos de los siglos y que representa únicamente los intereses de una mafia comunista que ostenta el poder desde hace 60 años.
Un tiempo enorme que le ha provocado a los cubanos una desgracia, un sufrimiento y una tragedia de vida descomunal.
Por eso insisto en que no podemos aceptar, al menos a nivel ético, esta nueva jugarreta del castrismo con su tiviri-tavara del “traspaso de poderes”. Una movida que no traerá ningún beneficio a Cuba y a los cubanos porque este retorcijón que han sentado en el tibor revolucionario de fidel castro está demasiado adoctrinado, es inmensamente incapaz de eliminar el hambre en Cuba y es demasiado cobarde para zafarse de la inmundicia castrista y conducir a la nación cubana hacia los destinos del Siglo XXI, el XXII y una buena parte del XXIII.
Porque en realidad el problema de Cuba, la gran tragedia del pueblo cubano, solo los pueden solucionar quienes estén sufriendo en carne propia el desabastecimiento, el hambre cotidiana, el resistero del sol, las enormes filas para adquirir cualquier bazofia, la doble moral, la sed, el jineterismo proletario, la chivatería institucionalizada, el peloteo socialista, la corrupción administrativa, los apagones interminables, los méritos y deméritos, la visa que no me la dan, la desilusión y la locura por vivir en una sociedad que no avanza y que cada día se va consumiendo en su propia desgracia.
Me dice mi amiga la cínica que no me desgaste tanto intentando encontrar soluciones y que escoja, entre mis amigos de Facebook, a seiscientos cuatro “candidatos”, cree un “parlamento” alternativo al que inventaron los castro en Cuba, proponga a la Gallega, la de los durofríos de fresa, para presidente, y la “voten” todos por unanimidad con estruendosos aplausos, vítores y gritos de “la Gallega sí, castrismo no”, pues nadie como ella para convertir en rentable la industria del rojo aseptil por fresa, sacar adelante a sus hijos con mucho esfuerzo y sacrificio, mantener su casa con dignidad y decencia y tener los ovarios que hacen falta para decirle a quien la quiera oír que el castro-comunismo es una reverendísima mierda…
Ricardo Santiago.