Yo siempre digo que lo que es demasiado evidente no debe tomarnos por sorpresa, hacernos pasar por “bobos” o sacarnos un ojo por estar demasiado entretenidos prestando atención a edulcorados aspavientos humanos que nunca conducen a que entandamos el verdadero sentido de nuestra realidad.
Dice mi amiga la cínica que nosotros los cubanos estamos acostumbramos a soportar “muelas”, a que nos suelten descargas interminables y por eso hoy vemos, como algo muy natural, que salga cualquier fulano y nos baje una perorata de horas de horas intentando convencernos de lo que él quiere, con carita de yo no fui, diciendo “amiguitos vamos todos a cantar” y que además le demos cinco pesos, o más, todos los meses…, por poner un solo ejemplo.
Yo no comparto cien por cien esta teoría pues soy del criterio de que las ideas, para que se entiendan bien, hay que explicarlas una y otra vez aunque a veces a algunos por ahí se les va la mano y tienen más pinta de adoctrinadores castristas que de luchadores por la democracia.
En fin que, según mi criterio, la “cosa” como está, si no la “desmenuzamos” bien, nos puede conducir otra vez al “matadero” si nos dejamos arrastrar por los cantos de “sirenas ruinas de poder”, que tienen algunos, pues si de algo está repleta nuestra historia es de personajillos con intenciones de ser líderes absolutos, y recalco absolutos, en nombre de la “verdad y la justicia”.
Aquí es donde afirmo que los cubanos tenemos que pensar por nuestra propia cabeza, tenemos que saber muy bien a quiénes escuchamos, no podemos caer en las tentaciones de olvidar nuestro pasado y por ende tenemos que conocer y reconocer bien nuestra verdadera historia para que ese futuro, el que tanto añoramos para nuestro hijos, sea de luz, de progreso y no de corrupción y de muerte.
No podemos dejarnos arrastrar por apasionamientos noveleros, ni dejarnos engatusar por caritas de galanes bizcos que intentan hacernos creer que la mierda envuelta en celofán es un buen regalo y andan por el mundo, “gracias a la mano menos dura de la dictadura”, repartiéndola como si fueran cigüeñas parisinas.
Quienes queremos una Cuba libre de castrismo, de la barbarie que nos ha significado esa odiosa tiranía asesina del cuerpo y del alma, tenemos que tener bien claro, “clarito y sin miedo”, qué es lo que realmente queremos para nuestro país no sea que quitemos al diablo para poner a un “diablillo” de cuerda preparado y entrenado por la inteligencia represiva del régimen, para continuar con la cogioca del comunismo, igualitico a lo que está pasando en Rusia.
Los miles de millones que le ha robado el castrismo a los cubanos, en nombre del partido comunista, convierte a esa maquinaria promotora de la corrupción, la destrucción y el desfalco en una fuerza muy poderosa, influyente y traicionera que, desde las sombras, con otro nombre, intentará hacerse nuevamente de la vida política, económica y social de los cubanos y así continuar controlando el destino de Cuba aparentando una democracia que no va a ser real ni con todas las bendiciones de la divina providencia.
Los cubanos tenemos, por el bien de nuestro futuro, que clarificar ideas para no seguir extendiendo esta maldita agonía que significa no pensar como hombres y mujeres libres. Debemos dejar la bravuconería de los tiros y las escopetas para derrocar a la dictadura porque todo el mundo sabe que una acción violenta no va a ser reconocida y apoyada por la comunidad democrática internacional, donde el castrismo desgraciadamente tiene “demasiados” adeptos, y solo pasaríamos como piratas y filibusteros modernos llevando un baño de sangre a nuestra Patria pues le daríamos la justificación perfecta a la dictadura para asesinar y matar multitudes.
Yo siempre he dicho que el cubano tiene una inteligencia natural que es algo muy grande, admirable y muy serio. No estoy seguro si está dado porque somos la mezcla “imperfecta” de muchas razas y culturas o porque el Sol que tenemos en Cuba nos “calienta” demasiado el cerebro y nos hace buscar siempre la acera de la sombrita. El caso es que somos un pueblo capaz de intuir las mejores razones aunque 60 años de oscurantismo político, ideológico y cultural nos hayan embotado los sentidos y hoy el mundo entero nos tilde, nos acuse y nos compare con un dócil rebaño de carneros que se mueven pa’quí o pa’llá al compás de la musiquita desafinada de esa maldita revolución.
Pero de eso nada cubanos…
Continuará.
Ricardo Santiago.