Una respuesta rapidita: La culpa del hambre, de la miseria, de la indigencia, de la destrucción casi total de nuestro país, de la ausencia de valores morales, de la pérdida de principios, de la falta de ética, de la mala educación, de la insalubridad en nuestras calles, del deterioro de los recursos comunes, de la apatía ciudadana, del desorden social, de la vergüenza nacional y hasta de la cobardía política tan generalizada entre todos nosotros, las tenemos, única y exclusivamente, absolutamente, todos los cubanos, todos los seres cubanos y cuando digo todos me refiero tanto a los que viven dentro de Cuba como a los que estamos acá en este exilio largo, triste y salvador.
Por supuesto, y para no herir sentimientos finos, existen excepciones en ambas “fronteras” de este largo, casi eterno, abrumador, descojonante, apabullante, tormentoso e innecesario conflicto que tiene sumida a la nación cubana en la más profunda crisis existencial, familiar, económica, política y social, que ha vivido y sufre un pueblo en toda la historia de la humanidad.
Pero lo cierto es que los seres cubanos somos “la raza” más jodida, más devastada y más desnutrida de este planeta giratorio, cansado y conflictivo. Somos un país que, por los últimos sesenta y cinco larguísimos años de abominable existencia marxista-leninista ha sufrido, y sufre, sufre muchísimo, la peor tragedia humana y divina que la humanidad, que cualquier humanidad, valga la redundancia, pueda soportar, o sea, somos el verdadero eslabón perdido de la evolución de la especie de los homos-sapiens y somos, es decir, hemos devenido, en una comunidad que es capaz de soportar las peores injusticias, de aguantar la hambruna más desoladora, de tener mucho que decir y autocensurarnos por temor a una mejor vida, de sobrevivir en la indigencia porque aceptamos mansamente que es lo que nos toca, de no pensar por nuestra propia cabeza y aceptar que nos impongan las ideas de otros, de no potenciar nuestro desarrollo individual como lo más sagrado que tenemos y de querer morirnos defendiendo a un partido político, único en su especie, que es quien ha propiciado, durante estas seis décadas de martirio revolucionario, de infortunio socialista, que estemos como estemos, que vivamos como vivamos y que nos larguemos de este mundo hambrientos, maltratados, raquíticos, brutos del alma y mendigos del bien por haber defendido tanto el mal.
Pero, insisto, la realidad de nuestra enclenque existencia está ahí, no la podemos ocultar ni tapar con un dedo porque se ve en todas partes, se respira en cada rincón de nuestra apestosa “patria” de escombros y basureros, se percibe en la mirada de cada cubano que deambula tras un simple bocado para alimentar a sus hijos, se puede tocar en cada sitio, en cada calle, en cada barrio, en cada edificio y en cada oscuridad de nuestro país y es tan real, tan palpable y tan definitoria, que la hemos convertido, por inocencia, por ingenuidad, por cobardía y hasta por oportunismo, por un terrible oportunismo de clases, en el estandarte, en la bandera que, hoy por hoy, nos define más, mucho más, que la de la estrella solitaria.
Y ese oportunismo cubano es lo más terrible que nos ha pasado a nosotros como nación, como sociedad y como pueblo. De ese oportunismo inhumano e inmoral hoy hay muchos amasando fortunas desorbitantes, viviendo opíparamente en un país partido por el hambre y la miseria, ajenos e insensibles a la vida de todos nosotros y justificando sus precarias dotes morales tras un embargo económico norteamericano que, según la ley, está más que justificado, que no es tan cruel como lo pintan, pero que si les ha servido para robar y para explicar todas las porquerías que les han hecho a Cuba y a todos los cubanos.
Pero también están los que culpan solo a la tiranía castrista de la mierda en que vivimos. Si bien es cierto que la dictadura castro-comunista, empezando por el hijo de puta de fidel castro, que a ciencia cierta fue el promotor de este desastre nacional, son los máximos responsables de la hecatombe cubana, yo digo que los principales protagonistas de esta calamidad somos todos los cubanos sin diferencia de credos, de filiaciones o de grados de patriotismo, somos todos que, de una forma u otra, con nuestra estupidez, con nuestra ceguera, con nuestra apatía o con nuestro oportunismo, hemos mal actuado para que la Patria cubana, la que nos legaron nuestros Padres Fundadores, sea la letrina, el micro mundo en el que hoy morimos…
Ricardo Santiago.