Dice mi amiga la cínica que la revolución que se inventó fidel castro en Cuba, por allá por Enero de 1959, es uno de los bodrios más terroríficos de la historia de la humanidad, que no solo nos cortó a los cubanos las “calenturas” del cuerpo sino que, también, nos enfrió eternamente las decisiones, los sentimientos y la cordura del alma, a la mayoría de los cubanos.
De ahí proviene la supervivencia tan longeva de tamaña monstruosidad ideológica, política, económica y social, que por casi sesenta y cinco años de fatídica existencia, nos ha convertido a los cubanos, rectifico, a la mayoría de nosotros, en monigotes indocumentados al servicio de una mañosa y criminal dictadura.
Algunos nos hemos arrancado la venda de los ojos, nos hemos quitado el palito de tender que nos sujetaba la lengua al cordel de esa maldita revolución, y hemos entendido que Cuba nada tiene que ver con los castro, que esa revolución castrista no es cubana, que esa dictadura menos que menos es cubana y que nada, absolutamente nada, que tenga que ver con ese maldito régimen, puede considerarse cubano.
Por eso digo que la revolución castrista es una plaga virulenta que invadió nuestra Patria, que vino de no se sabe donde y que aprovechándose de nuestra gran capacidad para el bonche y el relajo tropicales, de la bondad que nos caracteriza, de nuestra incredulidad y de nuestra inocencia ideológica, hizo metástasis en el alma de casi todo un pueblo y se apoderó de un país al que ha destruido como los parásitos lo hacen con el papel higiénico.
Pero no nos engañemos, los esbirros físicos y mentales de ese bodrio represivo se las han agenciado para crear, en sus laboratorios de la inmundicia partidista, con magistral eficiencia, tenemos que reconocerlo, toda una gama de actitudes execrables que van desde la intolerancia, la fe ciega, la arrogancia, el servilismo, la comemierdería, el oportunismo, la doble moral, el abuso de poder, el nepotismo, las actitudes corruptas, el arroz sin pollo, la brutalidad existencial, la vulgaridad, el desodorante de pastica, la chusmería y a los tontos útiles.
La prueba de tan desagradable extorsión moral, a casi todo un pueblo, la tenemos en los cientos de miles de cubanos que participan en cualquier votación que organiza el régimen para refrendar, o no, cualquier mierda que se les ocurra, en los millones de cubanos que cierran los ojos y la boca para no comprometerse con las barbaridades que suceden en nuestro país, en los miles de cubanos que, desde posiciones “administrativas” sostienen un Estado absolutamente fallido, en los millones que participan en la corrupción nacional como medio de vida o de muerte, en los miedosos y temblorosos que prefieren ver a sus hijos muertos de hambre antes que señalar al culpable de su indigencia y hasta en los ingenuos que aun creen que un sistema económico tan ineficiente, tan retrógrado, tan improductivo, tan anti-cubano, tan irracional, tan anti-martiano y tan gallinita ciega, nos va a salvar del hambre, de la miseria, de un negro futuro y de la vergüenza.
Y todas estas deficiencias morales las mantenemos una buena parte de los cubanos incluso hasta cuando emigramos. El castro-comunismo nos manipuló tanto, nos adoctrinó tanto y nos entortilleró tanto la lengua y el cerebro que, aun viviendo en países donde la libertad, la libre expresión, el libre pensamiento, la democracia y la independencia son verdaderos derechos humanos, se empeñan en “defender” y mantener en el poder, por conveniencia, por miedo o por hijo de puta placer, una causa perdida, y tan dañina, como lo es la revolución de los castro and sons S.A.
Ricardo Santiago.