Y creo que todos los seres cubanos debíamos hacer lo mismo, es decir, que cada cual, desde su visión sufrida, desde su perspectiva agónica, desde su realidad casi surrealista, tome conciencia del mal que nos destruye y cerremos filas, alcemos nuestras voces y le digamos basta a esa perversa y criminal tiranía castro-comunista, porque Cuba lo merece y porque nosotros, todos los seres cubanos, todos, necesitamos un país mejor, una vida digna y una esperanza tangible, palpable, y que se “coma” como Dios lo exige.
Yo, cuando empecé a abrir los ojos y a sacudirme un poco el miedo que arrastré por casi mi vida entera, comprendí, así rapidito, cuan efectivo fue el adoctrinamiento socialista que recibí en Cuba desde el primer momento en que entré en los radares de esa maldita revolución castrista, o sea, desde el mismísimo círculo infantil hasta que pude marcharme de aquel revolucionario infierno y vivir la verdadera vida, sentir la verdadera democracia, gozar el verdadero paraíso en la tierra y alcanzar el peldaño más alto que puede escalar cualquier ser humano, y cubano, que es la libertad plena del hombre.
Porque la realidad es que el adoctrinamiento, al que somos sometidos todos los cubanos, desde que nacemos y morimos en aquella endemoniada isla letrinera de pioneros por el comunismo, no es más que meternos en vena, en el cerebro, en los órganos vitales y en todas las neuronas de pensar, un miedo atroz a ser libres, pánico a expresar nuestros criterios, temor a manifestar nuestras reales intenciones de hacer cualquier cosa y una vergüenza grande, muy grande, de preferir algo diferente, muy diferente, a lo que la revolución y fidel castro, con tanto esfuerzo y sacrificio, nos “regalaron” el día de mi cumpleaños.
Por eso los eslabones de mi cadena castrista los fui rompiendo, gracias a Dios, uno a uno, me tomó algún tiempo y muchas horas de Internet “capitalista” chocar con la verdadera historia de mi Patria, aceptar el bochornoso engaño del que fui víctima la mar de tiempo, conocer a los auténticos héroes y mártires que murieron, sufrieron crueles presidios y se sacrificaron por la libertad de Cuba, entender que esa fatídica revolución de los humildes no es más que una burda estafa y que los comunistas, es decir, los que se han robado y secuestrado el poder en mi país, no son más que una pandilla de criminales, de delincuentes, de asesinos y ladrones, que nos han arrebatado nuestro erario publico nacional, que nos han robado nuestras riquezas naturales, que han asesinado o encarcelado injustamente a millones de seres cubanos, que nos han reprimido hasta las ganas de respirar y que han convertido a esa isla, otrora magnífica con cuerpo y alma de mujer, en un infértil terraplén de piedras y fango con alma de chivato, en una enorme letrina pestilente, en una asquerosa fosa séptica reventada y en el último lugar en el mundo, fíjense bien, el último lugar en el mundo, donde cualquier ser humano, o cubano, quiere nacer, quiere desarrollarse o quiere morir.
Gracias a Dios pude salvar algunas neuronas de pensar para “sacudirme el polvo del camino” y comencé mi Por Eso Me Fui De Cuba, una especie de catarsis reflexiva sobre todo lo que había mal vivido y sufrido en mi país, sobre mis experiencias terribles allí, intentar desmentir cada una de las mentiras a las que fui expuesto durante mi mala educación recibida, combatir sin descanso desde mi plataforma a ese régimen asesino y, lo más importante, al menos para mi, aportar un granito de “algo” a la libertad de mi Patria y apoyar incondicionalmente a todos aquellos que, desde una posición altruista, valiente y desinteresada, entregan su vida por una causa que es de todos y que nos beneficia a todos los seres cubanos.
De ahí que soy del criterio de que cada cubano debe tener su “Por Eso Me Fui De Cuba”, es decir, una forma de contar su verdad sobre los horrores de su vida o muerte revolucionarias, de su agonía socialista y de sus experiencias “cederistas” porque esta es otra arma que tenemos para destruir al comunismo en la tierra, porque desmontaremos entre todos la mentira del socialismo y porque contra diez millones de verdades nadie ni nada pueden.
Hoy Cuba está de luto, millones de cubanos mueren a diario por varias causas, mientras no destruyamos y saquemos a ese régimen de nuestra Patria seguiremos desapareciendo con y sin conciencia, y solo después de lograrlo, digo yo, tendremos tiempo para vacaciones en Cuba, para tonterías extrañas de mi infancia y para certámenes de bellezas superficiales.
Ricardo Santiago.