Si no apoyas a Ferrer a Otaola o a la Payá, entonces eres comunista.

Qué manía, pero qué tremenda afición a la imbecilidad hemos desarrollado nosotros los cubanos, qué manera de ser idiotas, cortos, fronterizos o básicos, a la hora de respetar el pensamiento ajeno, es como si nos faltaran, en nuestras conciencias de ex-revolucionarios, ex-cederistas o ex-milicianos de otras épocas, más adjetivos insultantes, otros calificativos denigrantes u otras etiquetas injuriosas, para atacar a quienes no piensan como nosotros o a quienes por derecho propio ejercen su criterio, de catalogar a nuestros adversarios como comunistas por el simple hecho de no seguir las huellas del “triunvirato” de moda, es decir, de los “amantes” a las donaciones, de los abanderados del chisme, de la bobería, de la mendicidad, del odio y del oportunismo.

Dan risa, dan lástima, son repulsivos y hasta dan asco, los representantes de tan dañina y castrista corriente alterna de bajos, de muy poquitos, amperes intelectuales. Son como una plaga de seudo seres cubanos al peor estilo de la vanguardia del proletariado uníos, amiguitos de la sumisión colectiva ante un líder de turno o el reflejo más execrable de las quincallas mentales en que transformaron, con tanto adoctrinamiento castro-comunista, nuestras pobrecitas neuronas de pensar.

Yo digo que el pueblo cubano, este de ahora, el nacido y criado posterior a la revolución castrista, posterior al apocalipsis causado por el socialismo, posterior a la gran tragedia nacional de la “oposición” y las serpentinas, posterior al 1 de Enero de 1959, está diseñado, moldeado y codificado, como un apéndice cancerígeno del cambolo de Santa Ifigenia. Un pueblo que, en su inmensa mayoría, cambió su capacidad de juzgar, de discernir o de analizar, por una latica de leche condensada, por un cucurucho de maní mezclado con frijoles colora’os o por una patada por el culo, para avanzar hacia un supuesto futuro luminoso o para meterse de cabeza, directico y sin escala, en la fosa séptica reventada de la esquina de mi barrio.

Y es que, digo yo, nos defecaron desde el tibor del partido comunista como una multitud de zombis, como una masa compacta de ceros a la izquierda que buscan, que suplican o a los que les encanta, que los metan en el cepo y la tortura, que les metan por atrás una banderita del 26 de Julio o que les empujen un “opositor” mendigando donaciones para mantener su comedor infinito de almas en pena, que les endilguen a un youtuber farandulero promotor de la animadversión, de la desidia y de la misoginia o a una aspirante a duende latinoamericana capitalizadora de Grant, de donaciones, de subvenciones y de herencias desconocidas.

“A mi me pasa lo mismo que a usted”, rezaba una canción de los tiempos de mi madre, yo, por más que intento comprender la actitud de esos fulanos, de esos opositores, de esos disidentes o de esos contestatarios, que van tras el dinero como prioridad fundamental para “luchar” por la libertad, me recuerda siempre lo frágiles que somos y lo desprotegidos que estamos los seres cubanos, pues por una parte tenemos encima a los esbirros de la peor tiranía de la historia y por la otra nos acecha, nos embauca y nos desprestigia, una caterva de inconscientes ambiciosos que nos utilizan para llenar sus arcas personales, para asumir protagonismos que no se merecen y para vivir de nosotros, es decir, de nuestro dolor, de nuestro sufrimiento y de nuestro llanto, sin tener que trabajar.

Desgraciadamente tamaña imbecilidad cubana, la de por seguir tus huellas me cagué los pies, ha hecho metástasis en nuestros corazones de exiliados desesperados. Estamos tan, pero tan necesitados de liderazgo y de oír el látigo del mayoral, ese que dejamos atrás en Cuba, que no somos capaces de ver más allá de la verdad que está delante de nuestros ojos, no queremos entender que quienes son más mediáticos hoy responden a una agenda específica, a intenciones determinadas o a intereses muy bien diferenciados, pues mientras opositores reales se pudren en las mazmorras del castrismo, son condenados al ostracismo o a el olvido y sus familiares sufren por extensión el ensañamiento del odio dictatorial, tales personajes de las redes sociales alimentan sus egos, sus barrigas y sus bolsillos, con nuestra flojera mental y con nuestra incapacidad para generar un sentimiento propio.

Defiendo pensar como yo pienso por encima de mesas bien servidas, de sofás calienticos y cómodos o de lentejuelas con falsos brillos. Para mi luchar por la libertad de Cuba es prioridad, es responsabilidad y va más allá de fulanitos o de menganitos, quien o lo que no me guste lo expongo porque, sencillamente, Por Eso Me Fui De Cuba y, gracias a Dios, logré extirpar de mi el castrista que llevaba dentro.

Ricardo Santiago.

2 comentarios en «Si no apoyas a Ferrer a Otaola o a la Payá, entonces eres comunista.»

    • Estimada Martha: Es su criterio y lo respeto, el mío es el que he expresado en mi escrito. Una cosita, es mi opinión, si usted quiere pensar que es trabajo de la dictadura es por su falta de argumentos, no por los míos…

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