¿Somos los cubanos merecedores del castrismo que “tenemos”?



Está más que demostrado que los castristas defienden a esa sangrienta dictadura hasta que les pisan los juanetes, les piden alguna donación que afecte sus intereses personales, los obliguen hacer algún “sacrificio” demasiado grande por su amada revoltillón, digo, revolución o, sencillamente, les pasen la chaveta de la “justicia revolucionaria” tan pegadita a sus cuerpos que las chispas que sueltan los hacen parecer cocuyos militantes por el socialismo, la patria y fidel.
La historia que hemos vivido los cubanos con estos “Saturnos” de la Paladar comunista, durante casi 60 años, ha documentado miles de casos de esos siquitrillados perros culeros del castrismo, los mismos que un día querían comerse ellos solitos toda la candela del socialismo y al día siguiente, cuando les pasaron la cuenta por algún “desliz”, se quieren tragar toda el agua de los Everglades despotricando contra sus antiguos amos y diciendo que los huesitos que les daban eran tremenda porquería mientras los castro se comen la carne, las masas limpias y la salsita con pan.
Porque el pan es muy importante cubanos, el pan en Cuba, desde hace más de veinticinco años, desde que lo racionaron a uno al día por persona, se ha convertido en un símbolo para demostrar la ineficiencia, el desinterés, la incompetencia y el abuso de una dictadura totalitaria que se empeña en matar de hambre a todo un pueblo y además decir que lo hace por nuestro bienestar.
Dice mi amiga la cínica que eso es una cosa muy seria y muy triste, que existen varias generaciones de cubanos que nunca han conocido la libertad del pan y que sus vidas, desgraciada e increíblemente, ha estado marcada por una crucecita, en una casillita, una vez al día y sin derecho a protestar.
Por cierto: ¿raúl castro o mariela castro también entran en esa macabra restricción de un pan al día?
Pero bueno, regresando al tema, siquitrillar por conveniencia es uno de los actos más comunes de la revolución guillotinera que inventó fidel castro en Cuba y que nos hizo creer la hacía por y para el pueblo humilde y trabajador.
Con ese siniestro cuento nos transformó en asesinos a todos los cubanos, nos hipnotizó de tal manera que los gritos que dábamos de paredón, paredón, paredón… nos convirtió en un pueblo cómplice, maldito, criminal y merecedor de muchas de las desgracias que después, ese mismo diablo de la manipulación, nos tiró encima con total facilidad pues le habíamos entregado la dignidad, la vergüenza, el respeto y hasta el alma.
Porque en la vida real la dictadura castro-fidelista no es más que una maquinaria de deshacer voluntades, de doblegar conciencias, de complotar multitudes bajo el miedo y el terror, el chantaje, la prostitución espiritual, el engaño y la traición, pues esa mierda de “justicia popular” en la que muchos creímos ciegamente fue y es aplicada, a diestra y más diestra, lo mismo para “tronar” a un funcionario corrupto del partido comunista, que son muchos, muchísimos, que para reprimir manifestaciones de descontento contra el régimen o para llevar al paredón de fusilamiento a miles de compatriotas que se opusieron valientemente a la mentira de esa tiranía y que fueron vilmente ejecutados en nombre del pueblo de Cuba.
Yo nunca he podido explicarme cómo los cubanos pudimos ser tan indolentes, tan ingenuos y por ende partícipes de la hijeputada más inhumana, más repugnante, más asquerosa y más despreciable que “ojos humanos han visto”, una aberración ética que sepultó el civismo, la cordura, el sentido común y la vergüenza de una nación que era capaz de reconocer las injusticias a veinte leguas de distancia.
Porque esa revoltillón, perdón, parece que hoy tengo la tecla pegada, esa revolución que tanto apoyamos en nuestros años de hombres nuevos-nuevecitos siempre fue la fachada de una mente criminal como la fidel castro, secundada por esbirros con perennes ganas de matar como el tal ramiro valdéz, por citar un solo ejemplo, que nos utilizó como carne de cañón para todas sus patrañas y que, por nuestra ceguera, conformidad, inercia y falta de respeto, le costó la vida y la libertad a cientos, qué digo, a millones de cubanos dignos.
Muchas personas son del criterio que los cubanos tenemos lo que nos merecemos, que somos, como pueblo, los máximos responsables de vivir la vida que vivimos y que como mismo una vez aplaudimos al sátrapa y estúpidamente le ofrecimos todo nuestro apoyo hoy debemos tomar conciencia y…
Continuará.
Ricardo Santiago.



1 comentario en «¿Somos los cubanos merecedores del castrismo que “tenemos”?»

  1. Solo fracasados llenos de odio como Ud sus aliados y seguidores pueden perder el tiempo y su propia imagen escribiendo semejantes libelos no se cae la revolucion bajo las ideas de un Fidel y una revolucion que desde 1959 desterro de Cuba todo vestigio de colonialismo o neocolnialismo los nuevos amos yanquis pagan los nuevos anexionistas que yacen rendidos a sus pies y sombra cobrando los dolares que dilapida el presupuesto del gobierno de ideas intervencionistas de ese pais

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