Primero que todo, y como única solución por la triste y lenta muerte a la que usted y su hermano condenaron a Cuba y a los cubanos, le recomiendo recoja sus cheles, se presente solito ante el pueblo y pida ser juzgado por crímenes de lesa humanidad en medio de la Plaza Cívica, si, así de simple…, esa misma Plaza que tantas veces ustedes profanaron y profanan con sus perretas por el socialismo, con sus proletarios en una sola pata corred, con tu mueve tu cinturita mami y tantas miles de consignas y alargados e inútiles discursos patrioteros que seguro provocaron, más de una vez, revolcarse al Apóstol de un asco incontrolable.
Entonces sólo así, creo, me imagino, y es mi opinión personal, por este acto realmente grandioso de su parte, si no me equivoco el único que hará en su miserable vida, y aunque el pueblo le gritará oprobios, lo escupirá, intentará patearlo, empujarlo, jalarle las greñas, tirarle cualquier cosa “pa’ por donde te coja desgracia’o”, aun con todo ese rencor popular aflorando, se empezará a oír, desde un coro gigante, primero bajito, después irá ganando fuerzas, y cada vez más alto y más fuerte: “…AAAAHHHORQUEN AL CHINOOOO…”. Gánese, aunque sea, por esta vez, ese miserable respeto para la historia, no permita que le sigan llamando: La China, está a tiempo mientras le quede un algo de vida.
Por sus secuaces, es decir, los Machado Ventura, los Díaz Canel, sus hijos, los hijos de los otros y demás miembros de su comitiva sangrienta no se preocupe, intentarán huir del país a esconderse como ratas para disfrutar de sus cuantiosas fortunas como si nada hubiera pasado, pero no los envidie, no, tranquilo, serán cazados como ratas igualito a como lo fueron los nazis después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. “Es que ustedes, partía de descara’os, le han hecho mucho daño a los cubanos…”.
Pero bien, como quiera que usted no tiene “pantalones” y no hará exactamente esto que le digo, por cobardía más que nada, usted será consecuente con la vida que ha vivido, entonces me permito hacerle otras sugerencias para que se deje de comer tanta mierda y solucione los problemas de Cuba.
Para empezar Raúl Castro debía bailar en La Comparsa Los Caramelos, menearse y contorsionarse sin que le importe el ritmo, la conga, la trompetica “china”, la letra o los pasillos “alborotados”, arrolladores y contagiosos porque la verdad, la pura verdad, es que este dictador con minúsculas debía “soltarse el pelo” y salir a las calles de Cuba para que entienda por qué los cubanos no pueden más con su tiranía, el hambre, la necesidad, la falta de libertades y el no vivir en un país que funcione orgánicamente bajo las leyes de una democracia y no de una dictadura.
Después póngase un delantal, agarre una escoba y salga a barrer la acera de su casa a ver si tiene suerte y se encuentra un quilo prieto parti’o por la mitad. En caso de que el espíritu de su hermano lo ilumine y entre los baches de la calle lo encuentre, no piense mucho ni se devane los sesos en comprarse esto o aquello, con el salario promedio de un cubano usted no podrá comprar ni c……, si acaso la mierda que dan por la libreta que no alcanza ni para la primera semana del mes. ¡Ah y no pierda el tiempo empolvándose la cara y pararse en el portal a esperar pretendientes! No, sólo verá desfilar ante usted a un ejército de hombres carcomidos por el sufrimiento y la desesperación, destrozados porque no tienen cómo carajo llevarle un plato de comida a sus hijos, un vaso de leche o adquirir un par de zapatos decentes para que vayan a la escuela.
Pero tengo el leve presentimiento de que todo eso usted lo sabe y se hace el guilla‘o, el zonzo, el entretenido, el chivo con tontera para seguir con su represión, su cogioca y echándole la culpa al imperialismo de todas nuestras desgracias que, al final, es de lo que han vivido por casi 60 años y los ha convertido en multimillonarios.
Continuará…
BUENISIMOOOOOOOO!!!!!!!
Bien gráfica y moralmente expuesto: lo único que lo eximiría un tanto de la tonelada de excremento que la historia le depara sería un reconocimiento final del fracaso de sus ideas y un arrepentimiento de todas las barbaridades que ha cometido o de las que ha sido cómplice de primera línea. Me temo que el autor tiene una corazonada exacta: para eso hacen falta los pantalones, la integridad moral y los principios humanos de los que usted no tiene ni idea que existen.