Este personaje es uno de los más desagradables arquetipos del modelo de cubano “entusiasmado” que, desgraciadamente, pululan hoy por las redes sociales. Son unos cuantos en realidad, se multiplican al olor del dinero de las donaciones, de los premios o de los Grant, proliferan a los gritos exaltados de un “pastor” que les exige obediencia ciega, lealtad anal y actitudes «lobeznas» para atacar en jaurías a todo aquel que no coincide, en el pensamiento y en lo otro, con su déspota amo, con el sectarismo pandillero de su jefe o con la comunidad cederista de Miami más retrograda, más envidiosa y más “loca”, de cuantas han existido a lo largo de estos sesenta y cinco larguísimos años de exilio contrarrevolucionario.
Andan de “aparecidos” imponiendo su odio a diestra y siniestra, critican con ferocidad la diversidad de criterios pues en la vida real, en la concreta existencial de las neuronas de pensar, no ponen en práctica el más elemental de todos los principios de la democracia participativa, de la democracia real o de la democracia del corazón, que es el respeto a la idea ajena aun cuando no estemos de acuerdo ni con esta ni con el emisor.
Y no me refiero a combatir con vergüenza y dignidad al comunismo, a la izquierda, al castrismo o al fidelismo trasnochado. Ese sectarismo imprudente que ellos representan nada tiene que ver con esto pues una cosa es ser enemigo del monstruo de La Habana y la otra de todo aquel que diga ocho cuando ellos, por soberbia o por falso protagonismo mediático, para justificar fondos del contribuyente o de entidades privadas, dicen ochenta y ocho sin que siquiera sea una cuenta lógica.
Yo no acabo de entender de dónde carajo sacaron a este fulano, cómo coño lo sumaron a ese cuerpo represivo del CeDeR del sur de La Florida si a todas luces, porque se le ve en la carita, eres una loquita, traicionaría hasta a la madre que lo parió por tal de conservar sobre su rostro las babas y el aliento de quien más lo apapache, de quien más lo meza y le cante o de quien más dolorosas patadas por el culo le propine.
Aparece este entusiasmado con algo puesto sobre su cabeza, es decir, un turbante, un trapo o vaya usted a saber qué carajo o a quién mierdas se quiere parecer. Intenta armarse con un disfraz “sultanero” para aparentar «virilidad», para ir en contra de las personas normales que preferimos fijarnos en el mensaje y no en el mensajero, para hacerse el payaso o para acentuar con creces su papel de bufón en esa corte de hipócritas, de milicianos, de oportunistas y de feroces apandillados.
Dice mi amiga la cínica que yo no debía gastar mi tiempo en este parlanchín mentiroso. Un hombre debilucho de carácter, de pasado y moral dudosos que, al muy infeliz, nadie le hubiera prestado atención de no formar parte de ese otaolismo rancio, desfachatado, divisionista y peligroso.
Pero, a pesar de su insignificancia, a mi me llama la atención su altísima “valentía”, su extremada guapería y sus “poderosos” genitales masculinos cuando el tipo desafía a los hombres, denigra a las mujeres y se caga en la madre de quienes le digan cederista, flojo, que es un joven comunista o un revolucionario ayer, hoy y siempre.
Un tipejo así no vale la pena ni pa’ fajarse, ni pa’ meterle tres o cuatro pescozones pues, a todas luces, como dije anteriormente, son de esos especímenes que cuando los desafías, los invitas a fajarse, como hacen los hombres de toda la vida, te llaman a la policía, te “meten” una demanda o te “echan” a su pastor para que los defienda aunque tengan un ojo morado, la boca rota y la lengua afuera por pedir perdón.
Yo sé que no debía rebajarme al escribir sobre esta excrecencia misteriosa, pero el tema es que el muy “opositor” no sale de su espacio de confort y lo he visto con demasiadas ínfulas de macho-varón-masculino, como su pastor, ofendiendo a mujeres que no piensan como ellos, que tienen un pensamiento propio y que demuestran, con su actitud, que son más mujeres que ellos hombres.
Muy triste en qué nos hemos convertido algunos seres cubanos. Yo llamo la atención sobre esto pues no podemos seguir dándole tan mal ejemplo al mundo y que la gente nos mire con asco, con desprecio y con lástima…
Ricardo Santiago.
Gracias muchas gracias por plasmar tan elocuente y sencillo mi pensar, no podría haberlo hecho así yo! Gracias.
Gracias por tus palabras…