Voy a terminar por creer, lo que muchos en el mundo nos acusan, que los cubanos tenemos una mentalidad “esclava” a la hora de querer, aspirar, luchar o “sacrificarnos” por alcanzar esa libertad que tanto exigimos, que tanto gritamos o que tanto creemos que nos merecemos.
Yo siempre he pensado que la libertad es un estado mental que nace de cada individuo y se extienden a quienes conforman una sociedad, un grupo, un montón o un piquete, determinando un sin número de valores, conceptos y principios, donde no caben ni las dictaduras, ni las tiranías, ni los dictadores, ni los tiranos, ni la unanimidad, ni un dólar a veinticuatro pesos, ni los discursos de más de una hora, ni la eternidad, ni la repugnancia política, ni los zapaticos me aprietan ni, muchísimo, pero muchísimo menos, oportunistas, descarados, criminales, asesinos y muerde y huelle anclados al poder por más de sesenta larguísimos años…, cualquier semejanza con la vida real no es ninguna coincidencia.
Por lo demás, y es mi criterio, en ese estado mental que debe tener cada individuo para ser libre, y cuando digo libre quiero decir libre de todo lo que implique “libreta de racionamiento”, son necesarios la diversidad, el amplio espectro, la pluralidad, las medias tintas, las muchas ideas y el “desorden” siempre y cuando no se caiga en el relajito, la falta de respeto, las babosadas, las groserías, la vulgaridad y “el limón la base de todo”.
Porque en una sociedad “desordenada”, inteligentemente desordenada, quiero decir, nunca proliferaran las dictaduras ni los regímenes totalitarios, pues cuando las estructuras y los poderes de gobierno están bien clasificados, es imposible que se aparezca un “camaroncito duro”, con el cuento sin fin de que una revolución, un socialismo de tempestades, un “loco”, un único partido o un “líder”, son la solución para acabar con la miseria, la desigualdad social, las goteras, el moho del pan, las aguas albañales, el sol que raja las piedras y esta “sed” que me está matando.
Y es por eso que en Cuba, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, se desató una guerra civil que no tiene ni nombre ni rostro, una verdadera batalla campal en la que estamos inmersos todos los seres cubanos, vivamos en la Isla o no, porque, sencillamente, nos dejamos convencer por el “camaroncito encantado” de Birán de que con su revolución “sácame del apuro”, Cuba y los cubanos, nos íbamos a ubicar entre los países más desarrollados del mundo.
Dice mi amiga la cínica que la mala memoria que tenemos, más lo “olvidadizos” que somos, no nos permitió entender que entre los países más prósperos del mundo ya estábamos y que nos dejamos “arrastrar” más por el lado bachatero, carnavalesco, alcohólico y orgiástico de “tumbar” a Batista, que en detenernos a entender que fidel castro no era otra cosa que un mentiroso, un estafador, un tirano y un “pillo manigüero”.
Y digo que ahí mismo empezó la guerra civil en Cuba, en ese aplauso gigantesco que le dimos al tirano castrista a penas escasas horas de transformarnos en “revolucionarios”, donde le otorgamos, sin querer o queriendo, todos los poderes para que nos convirtiera en esclavos de sus “pasiones”, en creyentes de la peor de las religiones, en soldados defensores del peor de los “imperios” y en muertos en vida dispuestos a soportar las más insoportables hambrunas, los peores derrumbes y las más repugnantes “pestes” que un ser humano puede aguantar.
Por eso siempre digo que es precisamente esa guerra civil oculta, subyacente y muda, en la sociedad cubana, guerra que tiene, como he dicho, más de sesenta y dos larguísimos años, la que ha destruido a Cuba como nación y a los cubanos como pueblo y como individuos.
La tiranía castrista es la principal promotora de ese conflicto bélico que no tiene armas visibles y en el que tantos, pero tantísimos compatriotas, pierden la vida, quedan mutilados, destrozados, abandonados y, lo peor, lo que no tiene ni pies ni cabeza, sin entender el origen, el por qué o la verdadera razón de tanto dolor, de tanto sufrimiento y de tan grande y dolorosa tragedia nacional.
Porque el castrismo libra todos los días en Cuba una batalla contra sí mismo, desata un conflicto sangriento por aferrarse a un poder que, como el mundo entero sabe, está desecando al país y a su gente sin que se vislumbre otro futuro que no sea más represión, más ensañamiento y más crueldad pues no tiene cómo acallar la inconformidad, el desencanto y la incredulidad de un pueblo harto de tantas mentiras, promesas, vasos sin leche, platos vacíos y…
Ricardo Santiago.
No, los «cubanos» NO se merecen la tan «añorada» libertad. Inclusive, muchos que dicen ser supuestos «exiliados» y se han repatriado deberían irse pa´ Cuba comunista y vivir para siempre en ese paraíso del comunismo castrista. ¿Es que los «cubanos» están añorando «libertad» con «comunismo»? ¡Coño, no me hagas orinarme de la risa! Algunos «opositores cubanos» tanto dentro como fuera de la Isla esclava cubana buscan «dialogar» con la tiranía castro-comunista. ¿Con qué objetivo? Como dice el refrán: «Para los gustos se han hecho los colores» y a los «cubanos» les encantó el «verde-olivo» del 1 de enero del 1959. ¿Tendrá poderes «mágicos» ese color? ¡Misterio! Saludos miles.
Muy de acuerdo Tony, un abrazo.